Soy Nevenka | Review

‘Soy Nevenka’, dirigida por Icíar Bollaín, narra el emblemático caso de acoso sexual denunciado por Nevenka Fernández en 2000 contra el alcalde de Ponferrada. Aunque aborda fielmente los hechos históricos, la película carece de profundidad emocional, resultando más informativa que conmovedora.
Soy Nevenka (2024)
Puntuación:★★½
Dirección: Icíar Bollaín
Reparto: Mireia Oriol, Urko Olazabal, Ricardo Gómez, Lucía Veiga y Carlos Serrano
Disponible: Movistar Plus

Soy Nevenka, dirigida por Icíar Bollaín, aborda uno de los casos más emblemáticos de acoso sexual en la historia legal de España: el de Nevenka Fernández, quien en el año 2000 denunció al alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, convirtiéndose en pionera de la lucha contra el acoso en el ámbito político. Con el paso del tiempo, la figura de Nevenka se ha consolidado como precursora del movimiento #MeToo antes de que el término existiera. En 2021, se realizó una serie para Netflix sobre el mismo caso, en la que la propia Nevenka ofreció su testimonio sobre todo lo sucedido.

Dicho esto, queda claro que la historia plasmada es interesante y poderosa. En otras palabras, es una historia que merece ser contada; lástima que el filme no esté a la altura de lo que uno espera. La cinta adopta un enfoque académico y contenido, centrado en la reconstrucción de los eventos de manera lineal y detallada. Aunque la narrativa es fiel a los hechos, carece de un impulso emocional profundo, lo que la hace sentir en algunos momentos como un docudrama informativo más que como una obra cinematográfica inmersiva. La decisión de Bollaín de ceñirse rigurosamente a los eventos históricos aporta autenticidad al relato, pero también limita su alcance artístico, cayendo en ciertos momentos en un tono didáctico y predecible.

A diferencia de otros trabajos de Bollaín, donde la carga emocional y el desarrollo de personajes son cruciales, Soy Nevenka se apoya más en los diálogos y en la exposición de datos que en la exploración psicológica de sus personajes. Esto resulta en una experiencia que informa, pero no conmueve como uno esperaría. En contraste, el documental de Netflix de 2021, en el que la verdadera Nevenka narra su historia en primera persona, impacta mucho más, como es lógico. Sin embargo, el enfoque tan solemne que Bollaín imparte en su filme hace que los personajes se sientan distantes. Faltó una escena más emocional que permitiera al espectador conectar mejor con la vida de Nevenka.

Icíar Bollaín utiliza un estilo sobrio y austero, con una cinematografía funcional que evita el dramatismo exagerado, y es por eso que opta por tonos fríos y espacios cerrados, reflejando la soledad y el aislamiento de Nevenka. No obstante, el enfoque visual se mantiene conservador, priorizando la claridad narrativa sobre la experimentación estética. Esto contribuye a la atmósfera opresiva de la película, pero también acentúa su tono contenido y, en algunos momentos, monótono.

Mireia Oriol Castro, en el papel de Nevenka, ofrece una actuación respetuosa, aunque nunca termina de transmitir las complejidades emocionales de su personaje. La Nevenka de Oriol se presenta como una figura estoica, valiente y decidida, pero su vulnerabilidad queda en un segundo plano, limitando así la empatía que el espectador podría desarrollar hacia su lucha interna. Incluso, por momentos, se percibe una cierta frialdad que invita a juzgar al personaje.

Por otro lado, Urko Olazabal se destaca como Ismael Álvarez, el alcalde acusado de acoso. Su trabajo captura las sutilezas del poder y la manipulación, presentando a un antagonista carismático y autoritario. Olazabal logra equilibrar la ambigüedad moral de su personaje con una gestualidad calculada que refleja su complejo carácter, desde la prepotencia hasta la victimización pública. Las escenas del juicio son brillantes, logrando lo mejor de la película.

La adaptación del caso es correcta y respetuosa con la historia real, pero la cinta carece de una emoción profunda y de un impacto más fuerte, viéndose limitada por su enfoque excesivamente informativo. Como resultado, la experiencia se asemeja a la de un telefilm de domingo por la tarde. La propuesta de Bollaín es vaga, ya que nunca explora las complejidades sociales y políticas del caso ni profundiza en sus personajes. Los secundarios, en particular, se sienten como meros peones de la trama.

Al final, Soy Nevenka es una obra relevante y necesaria que pone en perspectiva un evento histórico clave para el movimiento feminista en España. Aunque su enfoque contenido y académico limita su resonancia emocional, cumple su propósito de visibilizar una lucha valiente contra el acoso sexual en un contexto social adverso. Además, es un recordatorio de la importancia de recordar y aprender de la historia para evitar la repetición de injusticias.

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