‘Heart Eyes’ intenta mezclar el slasher con la comedia romántica, pero fracasa al no comprometerse con ninguno de los dos géneros. Su asesino con estética de emoji es tan vacío como la narrativa que lo rodea.
Heart Eyes (2025)
Puntuación:★½
Dirección: Josh Ruben
Reparto: Olivia Holt, Mason Gooding, Devon Sawa y Jordana Brewster
Disponible: VOD Google Play
El cine de terror ha sido, desde sus orígenes, un laboratorio de experimentación simbólica donde el miedo se disfraza de máscaras grotescas, figuras arquetípicas y asesinatos seriales. Desde Michael Myers hasta Ghostface, el asesino slasher no solo es un instrumento de muerte, sino también un espejo distorsionado de la sociedad. En ese sentido, Heart Eyes, dirigida por Josh Ruben y escrita por Phillip Murphy, Christopher Landon y Michael Kennedy, parecía tener todos los elementos para ingresar en esa tradición: un asesino con una máscara visualmente impactante, ambientación temática (el Día de San Valentín), y una mezcla de géneros que prometía tanto sustos como risas. Sin embargo, lo que podría haber sido una ingeniosa sátira romántico-sangrienta, termina por convertirse en una amalgama torpe y desigual de ideas sin cohesión ni verdadera mordacidad.
La premisa no carece de potencial: un asesino enmascarado —apodado “Heart Eyes” — acecha a parejas en la víspera del Día de San Valentín. Su aspecto es tan kitsch como inquietante: una máscara con ojos de corazón, cuchillos decorados con motivos románticos y una actitud que recuerda más a un cosplayer de Batman homicida que a un villano de peso. La primera secuencia, ambientada en una bodega de Seattle, nos ofrece una masacre estilizada y casi paródica. Sangre como vino, promesas de amor destruidas, y un claro guiño al espectador sobre la autoconsciencia del filme. Pero esa energía inicial no se sostiene en el resto de filme, se puede decir que ese inicio es lo mejor de la película.
El eje de la historia gira en torno a Ally (Olivia Holt), ejecutiva publicitaria, y Jay (Mason Gooding), un solucionador de crisis contratado por el jefe de Ally. Su encuentro romántico, casual y predecible, establece una dinámica que, lejos de subvertir los tropos de la comedia romántica, los reafirma sin ironía ni profundidad. Lo que sigue es un desfile de convenciones: cenas incómodas, exnovios celosos, bromas forzadas y, por supuesto, asesinatos. La película no logra decidir si quiere ser Scream o 10 Things I Hate About You, y en ese vaivén tonal se diluye la identidad de la película.

Lo más frustrante de Heart Eyes es su falta de compromiso con cualquiera de los géneros que intenta amalgamar. Cuando intenta ser comedia romántica, cae en un sentimentalismo superficial y anticuado; cuando se inclina hacia el horror, recurre a clichés visuales sin construir una atmósfera genuinamente perturbadora. La dirección de Ruben, que en Werewolves Within logró equilibrar humor y horror con soltura, aquí se siente desorientada, casi improvisada. Las escenas de violencia, aunque gráficas, carecen de impacto emocional; y el desarrollo del asesino, que podría haber sido una crítica al culto al amor romántico, queda en la mera estética.
Las subtramas, como la presencia de los detectives Hobbs (Devon Sawa) y Shaw (Jordana Brewster), parecen insertadas sin coherencia narrativa. Su inclusión apunta al absurdo —con referencias evidentes a la saga Fast & Furious—, pero su humor carece de timing, y sus apariciones no suman ni como alivio cómico ni como tensión dramática. Son testimonio de una película que confunde el caos con la irreverencia.
Uno de los aspectos más criticables es el guion, que oscila entre lo torpe y lo derivativo. La película presume de autorreferencialidad, pero no logra convertirla en discurso. Cita a sus “ancestros” —desde Romeo y Julieta hasta Titanic— sin ironía ni reflexión. Los homenajes a Scream o a las comedias románticas noventeras se sienten más como un gesto desesperado que como una relectura crítica. No hay una tesis detrás del pastiche, solo un desfile de elementos reciclados que no logran nunca un significativo.
En su clímax, la película parece volverse completamente incoherente: asesinatos estilizados en una iglesia a la luz de las velas, revelaciones torpes, y un “final feliz” tan forzado como innecesario. Es aquí donde Heart Eyes se revela en su totalidad: una parodia sin sátira, una comedia sin humor, un slasher sin alma. La película no solo fracasa en asustar o hacer reír, sino que, más grave aún, no tiene nada relevante que decir.