Lo nuevo de Joseph Kosinski combina adrenalina y emoción con una historia deportiva clásica sobre superación y segundas oportunidades en la Fórmula 1. Aunque su trama es predecible, brilla por su espectacular dirección, fotografía y diseño sonoro.
F1: La película (2025)
Puntuación:★★★★
Dirección: Joseph Kosinski
Reparto: Brad Pitt, Damson Idris, Javier Bardem y Kerry Condon
Estreno en cines
El género deportivo es uno que genera bastante inspiración por sus temáticas positivas de superación personal y por mostrar lo que se puede lograr con la dedicación necesaria para alcanzar cualquier meta. Y, como en los deportes reales, tenemos diferentes subramas, como las películas de baloncesto, tenis, boxeo y otras disciplinas. Aunque tendemos a olvidar que el automovilismo cuenta como deporte y tiene muchas películas que abordan este tema, como es el caso de la última película de Joseph Kosinski con una de las últimas grandes estrellas de cine.
Esta es la historia de Sonny Hayes (Brad Pitt), un veterano piloto de carreras deportivas que, después de un accidente en el Gran Premio de España, abandonó la Fórmula 1. Ahora, en el presente, se reencuentra con su viejo amigo y socio Ruben Cervantes (Javier Bardem), quien le propone regresar al mundo de la Fórmula 1 si acepta entrenar al novato Joshua Pearce (Damson Idris) para así salvar la compañía de Cervantes.
Joseph Kosinski, nos ofrece una historia deportiva cargada de adrenalina sobre rivalidades, confrontaciones, legado y la pasión que despierta estar en la competencia de autos de carrera más importante y famosa del mundo.
La narrativa recupera el espíritu de las producciones de los años 90 para contarnos esta historia sobre una estrella fugaz que se esfumó tan rápido como ascendió en el mundo del automovilismo. Al mismo tiempo, nos muestra el crecimiento y aprendizaje de este novato que debe aprender a moverse mejor en la pista.
En el mundo cinéfilo había grandes expectativas por el nuevo proyecto de Kosinski, después del rotundo éxito de Top Gun: Maverick en 2022. Aquí vuelve a reunirse con el mismo equipo de su proyecto anterior: el legendario Jerry Bruckheimer, el cinematógrafo Claudio Miranda, el compositor Hans Zimmer y el guionista Ehren Kruger.

Destaco al guionista porque Kruger se ha mantenido escribiendo secuelas de películas famosas y varios remakes como The Ring. Por ende, se nota que la historia original creada no es la más inspirada.
Quizás el punto débil de la obra es que la historia sigue un esquema que ya hemos visto en diferentes películas, especialmente en las deportivas de los 90: tenemos a un veterano experto que se alejó de su pasión, se le presenta una oportunidad para volver a la cima, tiene un compañero joven y talentoso que crea una rivalidad que se transforma en compañerismo, etc. Es una historia predecible, pero que tiene encanto gracias al carisma de los personajes y a su relato claro y conciso.
No revoluciona el panorama deportivo, pero sabe aprovechar al máximo los arquetipos de personajes. Incluso la relación entre Hayes y Pearce tiene muchos paralelismos con la de Maverick e Iceman en el Top Gun original: personajes arrogantes y algo egocéntricos que aprenden a ser mejores y mantienen ese factor de genialidad por sus capacidades en el deporte.
Otro punto es que, en el tercer acto, se introduce una pequeña subtrama de villano corporativo para elevar los riesgos. Algo innecesario, ya que desde el principio sabemos qué pasará si pierden, pero funciona como una pizca de antagonismo puro para tener claro a quién derrotar, aunque no tenga un peso real a lo largo de la película.
En la dirección, Kosinski recupera su técnica de múltiples cámaras —como hizo en las cabinas de Maverick— ahora en los autos de Hayes, haciéndonos partícipes de la acción. Las secuencias de carreras son de otro nivel: se siente la emoción y se juega mucho con el montaje para ofrecer diferentes tipos de acciones que nos mantienen al borde del asiento. La puesta en cámara es clásica, con primeros planos, planos generales y detalles que cambian de perspectiva desde un lado del auto o la parte trasera, alineándose con los teleobjetivos y las tomas dentro de la carrera (evidente por el cambio de resolución entre las cámaras de cine y las especializadas de alta velocidad).
Un trabajo exigente para el cinematógrafo Claudio Miranda, quien logra mantener la calidad constante entre las tomas de carrera y las secuencias más tranquilas entre personajes. Esto se logra con un enfoque claro, con pocos desenfoques, y una paleta de colores neutros entre blancos y negros, que en cualquier otra obra sería aburrida, pero aquí resulta elegante gracias a la naturalidad de las tomas sin excesiva estilización.

La música de Hans Zimmer vuelve a destacar. No es su mejor trabajo —se perciben ecos de otros temas como Gladiador o Piratas del Caribe—, pero eso no le resta mérito al tono grandilocuente que busca el relato, con sus momentos orquestales y toques techno que aportan a un diseño sonoro envolvente, junto a los motores que nos hacen sentir dentro de la pista.
Brad Pitt reparte carisma al estilo Paul Newman, transformando a un personaje que podría ser un antipático fracasado en un vaquero veterano que muestra por qué fue una gran promesa. Su relación romántica con Kerry Condon funciona bien, así como la amistad con Javier Bardem, que brilla en varios momentos. Pero lo más destacable es la rivalidad/compañerismo que forja Damson Idris, cuyo desarrollo es interesante por cómo muestran su historia y motivaciones: no es un chico malcriado, sino un hombre decidido a hacerse un nombre en el mundo de las carreras profesionales. Todo esto se complementa con el entrenamiento real que tomaron para conducir estos autos, guiados por Lewis Hamilton (piloto real de Fórmula 1 y productor de la película).
F1 la película es una de las mayores propuestas del año, con un presupuesto de aproximadamente 300 millones de dólares (sin contar publicidad), y se nota cómo se invirtió todo en el equipo técnico, el diseño de producción, las locaciones (filmadas en las pistas reales de la competencia, aprovechando los periodos de descanso) y los efectos visuales de última generación. Es una historia segura, que sigue los esquemas de otras tramas deportivas, pero que se arriesga en la espectacularidad de sus secuencias de carreras por su realismo, con autos reales, accidentes y todo.
Con una dirección grandiosa, buena fotografía, increíble diseño sonoro, efectos visuales, diseño de producción y un reparto que brilla en conjunto. Esta película es un blockbuster de antaño, que recupera la sangre, sudor y lágrimas para crear una experiencia única en la gran pantalla, con una historia sencilla en la que todos podemos sentirnos identificados y con un final lleno de positivismo y emoción para aquellos dispuestos a ponerlo todo en juego para demostrar que son los mejores. Sin duda, una de las mejores propuestas que nos ha dado Hollywood este año.