Lo nuevo de Genndy Tartakovsky es una comedia animada irreverente que combina humor vulgar con una ternura inesperada. La historia sigue a Bull, un perro que vive su última noche de libertad antes de ser castrado, en una aventura que alterna entre sátira sexual y observación del comportamiento animal.
Despelote (2025)
Puntuación:★★★½
Dirección: Genndy Tartakovsky
Voces: Adam DeVine, Idris Elba, Kathryn Hahn, River Gallo y Fred Armisen
Disponible en Netflix
Con Despelote, Genndy Tartakovsky entrega una comedia animada que se mueve con descaro entre lo escatológico y lo entrañable, una mezcla que no siempre es fácil de sostener pero que aquí encuentra un equilibrio sorprendentemente eficaz. La premisa es tan sencilla como ingeniosa: Bull (Adam DeVine), un perro doméstico de energía inagotable y obsesiones poco discretas, descubre que a la mañana siguiente será castrado. Ante tal ultimátum, sus amigos —interpretados con la voz de Idris Elba, Fred Armisen y Bobby Moynihan— lo arrastran a una última noche de desenfreno canino.
La trama podría haberse quedado en un simple festival de humor vulgar, y sin embargo Tartakovsky la trata como un diamante tallado: cada faceta se ilumina con un tipo distinto de gag, ya sea la sátira sexual en clave de comedia de colegas al estilo Apatow o la simple observación juguetona del comportamiento animal. El director alterna con naturalidad entre momentos de antropomorfismo puro y situaciones en las que los personajes vuelven a ser perros, con todos sus instintos y manías. Esta oscilación constante entre lo humano y lo animal se convierte en uno de los motores cómicos más efectivos del filme.
La animación, dibujada a mano con un estilo que evoca clásicos como Tom y Jerry, añade una capa de ironía: la dulzura visual de la técnica contrasta con los diálogos cargados de groserías y referencias sexuales, generando un efecto de choque que intensifica la risa. Tartakovsky aprovecha así la libertad de la animación 2D, demostrando que el formato aún puede ofrecer frescura y audacia en una industria saturada de CGI.
Pero Despelote no se limita a ser un catálogo de chistes verdes. En su núcleo late una comedia romántica: Bull está perdidamente enamorado de Honey (Kathryn Hahn), una elegante perra de exhibición que cree inalcanzable. La amenaza de perder su “virilidad” funciona aquí como metáfora sobre el miedo a perder la identidad al sentar cabeza. El filme se convierte entonces en una reflexión ligera pero sincera sobre el valor propio y la autoaceptación, sin abandonar su espíritu irreverente.
El conjunto funciona especialmente bien en un contexto doméstico, con amigos y algo de comida a mano, más aún gracias a su estreno en streaming tras el abrupto cambio de planes de Warner Bros. y su rescate por Sony Pictures Animation. No obstante, si bien los personajes secundarios —como el boxeador traumatizado de Elba— aportan momentos memorables, la película no profundiza lo suficiente en ellos como para dejar una huella emocional duradera.
En última instancia, Despelote es un festín de humor crudo y corazón blando, capaz de sorprender tanto a quienes busquen risas fáciles como a los que aprecien la animación artesanal. Tal vez no sea una obra a la que uno regrese con frecuencia, pero sí una de esas rarezas que, una vez vistas, dejan el deseo de que el 2D tradicional tenga un lugar más sólido en el panorama animado contemporáneo.