Avatar: Fuego y cenizas | Review

James Cameron regresa nuevamente el universo de Avatar con una entrega visualmente deslumbrante que introduce a la tribu de fuego y profundiza el conflicto emocional de la familia Sully. Aunque la historia abusa de subtramas y clichés ya conocidos.
Avatar: Fuego y Ceniza (2025)
Puntuación:★★★½
Dirección: James Cameron
Reparto: Sam Worthington, Zoe Saldaña, Stephen Lang, Oona Chaplin, Kate Winslet, David Thewlis, Britain Dalton, Jack Champion, Edie Falco y Sigourney Weaver
Disponible en cines

Seguimos con el luto que sufre la familia Sully por la tragedia de su primogénito. Mientras tanto, una nueva amenaza aparece: una tribu de fuego liderada por Varang (Oona Chaplin), una líder despiadada que quiere esparcir su fuego por el planeta, y el regreso de Quaritch (Stephen Lang), que complicará aún más las cosas en esta guerra contra Pandora.

Dirigida, coescrita y producida por James Cameron, la película nos ofrece una aventura de ciencia ficción que expande aún más su universo Na’vi, con nuevas amenazas y el desarrollo de los hijos de Sully en este vasto planeta que sigue fascinando a millones.

La narrativa mantiene la misma estructura de las entregas anteriores, solo que aquí vamos directo al conflicto bélico y a temas más oscuros, como la pérdida y la falta de fe que rodea a Neytiri. Se desarrollan múltiples líneas argumentales ya planteadas previamente: el origen de Kiri y su conexión con Eywa; la complicada relación entre Spider y Quaritch como padre e hijo; Jake tratando de proteger a su familia; y la inclusión de la tribu de fuego.

El elemento de la tribu de fuego es muy efectivo, ya que muestra una nueva faceta de los Na’vi. A diferencia de otras tribus, no están relacionados con la naturaleza, sino que buscan la destrucción y convertirse en la fuerza élite del planeta. Por ello, la conexión entre Quaritch y Varang funciona muy bien, junto con el tema de los avances tecnológicos —como las armas de fuego— en tribus primitivas y la forma en que las utilizan para la conquista de su propio pueblo.

El coronel Quaritch es el personaje más destacable de esta entrega. En la anterior era un villano movido únicamente por la venganza y la captura de Sully; aquí comienza a desarrollar su cuerpo Na’vi y su relación con los habitantes del mundo. Se implanta la duda de un posible arco de redención para futuras entregas. Asimismo, su relación con Varang permite explorar otras facetas emocionales, tanto como marine como padre. Es una fuerza amenazante con un propósito claro, pero que en momentos de duda no sabe qué camino tomar.

Otro gran personaje es Spider, interpretado por Jack Champion, quien toma un eje central en la historia y tiene momentos en los que brilla por su astucia y sensibilidad hacia el mundo de Pandora. Junto a él está Kiri, quien busca su lugar en el mundo y se conecta con la madre naturaleza para ayudar en este combate contra los humanos.

Los demás hijos de Sully tienen una participación clave, pero no cuentan con un desarrollo tan profundo como aparentan. Gran parte de la subtrama de Lo’ak ya se había mostrado en la entrega anterior y continúa de manera similar hasta el final, donde alcanza su objetivo. Lo mismo ocurre con la tribu del agua, que aporta poco a la trama general; en realidad, son los tulkun quienes destacan. Un problema recurrente sigue siendo la representación de los humanos: más allá de Quaritch, los demás se reducen a simples entes corporativistas cuyo único objetivo es matar a los Na’vi.

La historia, en general, es una mezcla de varias subtramas que no terminan de cuajar por completo. El mensaje ambientalista y la crítica a la militarización han estado presentes desde la primera entrega, y aquí simplemente se repiten. En cambio, el enfoque sobre el duelo, la venganza, el odio y la convivencia está muy bien trabajado. Ayuda que haya nuevos giros para que Jake y Neytiri sigan creciendo, aunque en esta ocasión no tienen el mismo peso que en películas anteriores.

Donde sí destaca plenamente es en el imaginario de ciencia ficción de James Cameron: sus robots, naves, biología y tribus del planeta conforman un espectáculo visual impresionante. Se acompaña del mejor 3D disponible, con una inmersión visual y sonora total. El CGI es impecable y, sin duda, uno de los grandes contendientes en la temporada de premios.

Otro punto fuerte es la dirección en las secuencias de acción, que se lucen especialmente en esta entrega. Hay planos alucinantes y un montaje rápido que transmite peligro y dinamismo. A la par, los momentos introspectivos poseen un alto nivel de composición visual, lo que los vuelve bellos y contemplativos.

Dos puntos a destacar: la fotografía utiliza 48 cuadros por segundo en ciertos momentos, lo que beneficia a los personajes en CGI, pero hace que los humanos se vean artificiales; y aunque el montaje es correcto, la edición presenta cortes bruscos hacia otras secuencias sin mucha explicación, lo que resulta algo desconcertante. Además, la duración es excesiva.

Como conclusión, si son fanáticos de la saga, la van a amar. Tiene múltiples guiños a las entregas anteriores y expande considerablemente a los nuevos personajes. Para los espectadores casuales, es disfrutable por su acción y su belleza visual.

La historia combina clichés conocidos con giros predecibles. Los protagonistas no tienen el mismo peso que en entregas pasadas y el exceso de subtramas alarga innecesariamente la narrativa. Los villanos Na’vi son de lo mejor de la película y la subtrama de Spider resulta muy interesante. El resto repite temas ya explorados en las películas anteriores, aquí solo más subrayados.

James Cameron nos entrega otro viaje visual increíble a su mundo de fantasía, repleto de clichés, conveniencias y deus ex machina literales. Con personajes sencillos y una temática muy vigente, la película destaca por su acción y la imaginación de sus criaturas. Es un capítulo más interesante que el anterior sobre Pandora y una apuesta segura para los fanáticos de la ciencia ficción que buscan tres horas de puro asombro visual.

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