Marty Supremo | Review

Marty Supreme confirma a Josh Safdie como el Safdie más cercano y consciente del legado scorsesiano, trasladando ese frenetismo moral al terreno del biopic deportivo. La actuación de Timothée Chalamet es la clave para sostener la empatía con un personaje profundamente antipático.
Marty Supremo (2025)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Joshua Safdie
Reparto: Timothee Chalamet, Gwyneth Paltrow, Odessa A’zion, Kevin O’Leary, Tyler Okonma, Fran Drescher y Abel Ferrara

**Vista en screening de prensa** 

A estas alturas es innegable que el sello del gran Martin Scorsese ha quedado impregnado en la cinematografía americana de los últimos tiempos. Todas aquellas películas de alta calidad de esta época siempre nos conducen a regresar a la filmografía del gran director proveniente de Flushing, New York.

Los hermanos Safdie quizás han sido quienes más han replicado la rama del estilo Scorsese de After Hours, Mean Streets: frenetismo puro, personajes moralmente cuestionables. Tras tomar caminos separados y con Benny intentando replicar un Raging Bull en tiempos de hambre, la otra mitad, Josh Safdie, ha decidido seguir por el rumbo scorsesiano que les dio fama.

Para el conocedor del estilo casi cocainómano de los Safdie, surge la pregunta: ¿cuál es la diferencia con respecto a otras propuestas del ahora separado dúo? Si bien todos los elementos ya conocidos (protagonista estafador, perdedor y odioso; situaciones favorables y adversas; personajes moralmente cuestionables; elementos gangsteriles) están presentes, ¿no es acaso una repetición o un déjà vu?

Quizás el elemento más distintivo es que fusiona el estilo con el subgénero de los biopics deportivos, basado en la historia de Marty Reisman, campeón de ping pong. Josh rompe las convenciones clásicas al tomarse demasiadas libertades creativas con respecto a su figura, lo que le permite crear una antítesis de los clichés clásicos de este tipo de cintas, al no retratar la historia como una donde el trabajo, el entrenamiento y la meritocracia a través del talento son la base de la construcción del ícono, sino como una donde la farsa y la estafa son las llaves del protagonista para conseguir los medios que le permitan demostrar su talento nato, derivado de un entorno caótico y desalentador, donde la violencia y la mentira son el pan de cada día.

Generalmente, los retratos de superación en contextos desfavorables tienden a pintar figuras que, a través del esfuerzo y de una muestra de contrapeso moral ante su entorno, logran sobreponerse. Marty está lejos de mostrar estos atributos: es odioso, molesto y, al contrario, es un producto de su propio contexto violento y deshonesto, que buscará, a través de esta personalidad, conseguir dinero para un boleto a un torneo de ping pong en Japón. Son esas mismas características las que le traen problemas; desde su lengua larga y su carácter odioso hasta, en parte, el escenario marginal en el que ha crecido. Nuestro protagonista luchará contra todo.

Es aquí donde reitero una vez más: todos los caminos conducen a Scorsese. Si bien respetando niveles, así como Martin en su momento recreó de manera cinematográfica la tensión y el espíritu del boxeo, Safdie hace, a través de Marty Supreme, lo mismo con el ping pong, abriendo varias partidas narrativas para su protagonista, con un grupo de personajes pintorescos y casi tan o igual de indeseables que el principal. Todo esto para intentar conseguir su objetivo, con idas y venidas donde, cuando parece que conseguirá el match point para ganar, se presentará una situación que le dará un revés.

El prólogo y el final, filmados con una precisión que combina planos generales y americanos con el fin de introducirnos en este juego, son un resumen de lo que tratará la película. Es ahí donde ese estilo de subidas y bajadas vertiginosas encaja a la perfección con la intención narrativa de recrear el ir y venir del ping pong. Es ahí donde Josh termina por ganarle por madriza a su hermano Benny, pues este último, en su reciente película The Smashing Machine, nunca pudo conectar la vibra de las MMA con el mundo del cine, ni a través de la narrativa ni de la cámara.

Por otro lado, la historia guarda un subtexto interesante sobre la creación de estas figuras y cómo surgen a través del mito, la farsa o incluso de los contextos más peculiares; pero también sobre cómo esa ambición por perseguir la gloria puede crear personajes capaces de realizar cualquier cosa por conseguir su objetivo. Todos estos elementos crean la figura de un personaje tan patético, tan idiota, pero con tantas desventajas, caídas y un espíritu de lucha inquebrantable que, a pesar de esa aura repulsiva, el público empatiza con él y desea que le salgan bien las cosas. Nada fácil escribir este tipo de personajes y generar reacciones. Una vez más, todos los caminos conducen a Scorsese.

Entre otros temas, la película destruye también el mito de la meritocracia y del triunfo del talento nato, reconociendo que muchas veces se necesita una combinación entre sumisión, suerte, privilegio y hasta relevancia nacional para poder triunfar.

Sin embargo, la cinta no está exenta de observaciones: no todas las partidas cierran de manera adecuada y algunas quedan inconclusas u olvidadas, así como un exceso de safdismo que puede llegar a ser cansado. Eso sí, el director, hasta el último minuto, respeta y lleva su propuesta hasta las últimas consecuencias.

Por otro lado, hay que destacar la estupenda actuación de Timothée Chalamet, quien demuestra una vez más la excelente escuela de dirección de actores de Safdie. Desde Dwayne Johnson hasta Robert Pattinson, el actor oriundo de New York, protagonista de Marty Supreme, se une a esta destacada lista de intérpretes que encuentran su punto más alto con estos directores. En un papel odioso pero, a su vez, carismático, no desentona al transmitir esa vibra vertiginosa del film y realza el espíritu de la película, mientras deambula entre el drama y la comedia. De las mejores actuaciones del año.

¿Es Marty Supreme uno de los mejores filmes norteamericanos de 2025? Sí, y una vez más, todos los caminos conducen a Scorsese, pues su influencia en el cine independiente sigue salvando el trasero de la calidad de una industria que, con su obsesión por convertir todo en franquicia, la está llevando al borde.

Marty Supreme es cine neoyorquino de autor puro, de esas películas que, aunque parecen seguir una fórmula ya prescrita por los cánones que marcaron el camino, sus creadores encuentran la forma de darle otra perspectiva, otra visión, para el disfrute del respetable.

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