Un recorrido por los documentales más impactantes de 2025, películas que son capaces de observar y cuestionar la realidad con profundidad. Los filmes seleccionados abordan desde la guerra y la política hasta procesos artísticos íntimos, ofreciendo un retrato lúcido del estado actual del mundo.
Año tras año, hemos asumido el compromiso consciente de ver más documentales, entendiendo el género no como un complemento del cine de ficción, sino como uno de sus espacios más urgentes y reveladores. El 2025 confirmó esa convicción: pocas formas cinematográficas fueron tan contundentes a la hora de confrontarnos con el estado del mundo, de la sociedad y de los sistemas políticos que nos atraviesan. Desde la crudeza del frente de guerra en Ucrania con 2000 Meters to Andriivka de Mstyslav Chernov, hasta el análisis profundo y alarmante de la política brasileña en Apocalipse nos Trópicos de Petra Costa, los documentales de este año no buscaron consolar, sino observar, registrar y, en muchos casos, incomodar.
También hubo espacio para miradas más íntimas y artísticas, como el viaje creativo de Yerai Cortés acompañado por Antón Álvarez, que demuestra cómo el documental puede capturar procesos emocionales y culturales sin perder fuerza ni honestidad. En conjunto, este top 10 reúne obras estrenadas tanto en plataformas como en cines y festivales —algunas aún inéditas para el público general— y refleja, quizá mejor que cualquier otro género en 2025, el pulso político y social de Latinoamérica y del mundo. Como cada año, la lista no está exenta de omisiones involuntarias de títulos que aún no he podido ver. Y aunque el orden no responde a una jerarquía estricta de “mejor a peor”, sí puedo afirmar que los primeros cinco documentales son, sin duda, mis grandes favoritos de este año.
10. ‘Mi mamá Jayne’ de Mariska Hargitay

09. ‘La vecina perfecta’ de Geeta Gandbhir

08. ‘La guitarra flamenca de Yerai Cortés’ de C. Tangana
La guitarra flamenca de Yerai Cortés es un documental que convierte el proceso creativo en un acto de exposición emocional y que encuentra su fuerza en la honestidad con la que se aproxima a su protagonista. Más allá de mi afinidad —inevitable— con la figura de C. Tangana, resulta evidente que su debut como director brilla cuando decide correrse del centro y observar. La película no es un retrato convencional ni un ejercicio de lucimiento autoral, sino un viaje íntimo en el que Yerai Cortés enfrenta su historia familiar a través de la música, usando la guitarra como archivo, herida y redención. Rodada con una sensibilidad que mezcla la aspereza del celuloide con una cercanía casi confesional, el filme se mueve entre el documental musical y el poema visual. Lo más valioso está en esos momentos donde el relato se suspende para dejar hablar a los acordes, a la cultura gitana y a los silencios cargados de pasado. Tangana entiende que hay dolores que no se explican: se cantan. Y en esa renuncia a la explicación fácil, el documental encuentra su mayor potencia, proponiendo una reflexión sobre el trauma, la memoria y la posibilidad —siempre frágil— de sanar a través del arte.

07. ‘Black Box Diaries’ de Shiori Itō
Shiori Itō convierte su propia experiencia de agresión sexual en una investigación implacable que expone la opacidad, el machismo estructural y la corrupción política incrustada en el sistema judicial japonés. La película avanza como un diario de resistencia, construido a partir de grabaciones, archivos y testimonios que rehúyen cualquier forma de morbo para apostar por una honestidad frontal, casi insoportable por momentos. Lo que hace a este documental especialmente poderoso no es solo la crudeza del relato, sino la valentía de Itō al negarse a ser silenciada y al transformar su dolor en una herramienta política. El título funciona como una metáfora precisa: un sistema cerrado, hermético, que revictimiza y desalienta la denuncia. Sin embargo, frente a esa caja negra institucional, la voz de Itō se abre paso como un acto de desobediencia y de esperanza. Black Box Diaries es un testimonio humano demoledor y necesario, una obra que obliga a mirar de frente la violencia de género y a cuestionar las culturas del silencio que la sostienen.

06. ‘Cover-Up’ de Mark Obenhaus y Laura Poitras

05. ‘Mr. Nobody contra Putin’ de David Borenstein y Pavel Ilyich Talankin

04. ‘Cutting Through Rocks’ de Mohammad Reza Eyni y Sara Khaki

03. ‘Apocalipsis en los trópicos’ de Petra Costa
Petra Costa vuelve a mirar a Brasil desde un lugar incómodo, allí donde la política deja de discutirse y empieza a predicarse. Apocalipsis en los trópicos no funciona como una secuela directa de Al filo de la democracia, pero sí como su prolongación natural: si aquella retrataba el colapso institucional, esta se concentra en una de las fuerzas que aceleraron ese derrumbe, la alianza entre poder político y fanatismo religioso. A través de imágenes que chocan entre sí —oraciones multitudinarias, fosas comunes durante la pandemia, discursos de salvación superpuestos a la muerte y el abandono— Costa construye un ensayo lúcido sobre cómo la fe, despojada de su dimensión espiritual, se convierte en una herramienta de control y legitimación del autoritarismo. El retrato de figuras como Silas Malafaia no busca el escándalo fácil, sino evidenciar un modelo de poder que ya no opera desde los márgenes, sino desde el centro mismo del Estado. Sin caer en el desprecio hacia los creyentes, el documental distingue con claridad entre fe y manipulación, y amplía su mirada hacia un fenómeno regional que atraviesa América Latina.

02. ‘2000 metros hasta Andriivka’ de Mstyslav Chernov
Una distancia mínima puede convertirse en una eternidad cuando se mide en cuerpos, miedo y desgaste. 2000 metros hasta Andriivka construye su relato sobre esa paradoja brutal: un kilómetro y medio de bosque que concentra meses de combate, decenas de muertes y una sensación persistente de estancamiento. Chernov no filma la guerra de Ucrania desde la épica ni desde el análisis estratégico, sino desde la experiencia física inmediata del frente. El bosque —arrasado, minado, vigilado por drones— deja de ser paisaje para transformarse en un no-lugar donde todo conspira contra la vida. La decisión formal de acompañar a un pelotón con cámaras en los cascos borra cualquier distancia entre espectador y combatiente: la cámara corre, se agacha, respira, tiembla. No observa la guerra, la padece. La edición y el diseño sonoro refuerzan esa inmersión asfixiante, subrayando la repetición absurda de avances mínimos y pérdidas irreparables. Chernov evita el discurso político explícito, pero su postura es clara: mostrar la futilidad del combate y el costo humano imposible de justificar.

01. ‘Orwell: 2+2=5’ de Raoul Peck
