Juliette Binoche y Vincent Lindon se entregan brillantemente en un intrigante triángulo amoroso dirigido por Claire Denis que pone de relieve las emociones incompatibles que coexisten en una aventura.
Con Amor y Furia (2022)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Claire Denis
Reparto: Juliette Binoche, Vincent Lindon, Grégoire Colin, Bulle Ogier y Mati Diop
Disponible: Estreno en cines
Claire Denis es una cineasta tan impredecible que siempre nos logra sorprender tanto para bien como para mal. Después de su drama de ciencia ficción altamente experimental High Life (2018), estrenó Stars at Noon, un filme un tanto con fallido sobre la vida en Centroamérica; pero el 2022 no solo presentó ese filme, también llegó con la cinta Amor y Furia un drama que habla sobre la vida marital burgués, un tema muy presente en el cine francés.
Protagonizada por Juliette Binoche y Vincent Lindon, la cinta está ambientada en un suburbio a las afueras de París y sus afueras, el filme trata sobre una pareja de mediana edad, Sara (Binoche) y Jean (Lindon), que han vivido juntos durante diez años y que, según establecen las secuencias iniciales, todavía están apasionadamente enamorados. Ella es locutora de radio, él es un ex profesional de rugby que ha pasado un tiempo en prisión; también es padre de un adolescente llamado Marcus, este vive con su abuela Nelly (Bulle Ogier). Pero los destinos de Jean y Sara están vinculados por el ex de ella, François (Grégoire Colin, habitual de Denis), que todavía tiene un lugar en su corazón y en su libido: solo tiene que verlo y se desencadena una ráfagas de pánico tembloroso.
Mientras tanto, François está iniciando un negocio para la contratación de jóvenes talentos deportivos y quiere que su antiguo compañero Jean trabaje con él. Gran parte de la ironía dramática proviene de la voluntad de Jean al dejar que François vuelva a su vida y a la de Sara; lo cual va generar muchos conflictos en la vida del matrimonio, situación que los pondrá en jaque.
La trama como tal se enfoca en las emociones del matrimonio y en como van liberando esa energía que los agobia, pero el problema del guión radica en la forma en que Denis y Angot presenta a François, este permanece algo nebuloso en todo momento, posiblemente porque Colin no es una presencia tan impactante al nivel de sus coprotagonistas o porque simplemente el guión no le dan mucho con lo que trabajar; pero en todo caso cuando François aparece se nos muestra como un acechador sombrío, uno que emerge como un depredador sonriente, seguro de su poder sobre Sara, siendo ese su principal atractivo.
Un punto interesante es como la cinta juega con los extremos emocionales que se muestran, unos que parecen tener más que ver con los códigos del drama psicológico francés que con la forma en que las personas podrían comportarse en las relaciones reales; Binoche y Lindon se entregan a sus personajes, incluso se puede decir que los dos actores están a un nivel mucho más elevado que la propia cinta, un nivel de alerta y matiz que da sus frutos en un enfrentamiento emocional completamente bergmaniano.
El principal lastre de la cinta o menos importante, es cuando la cinta se enfoca en la relación de Jean con su hijo, cuyas necesidades y problemas están llevando a su abuela al límite, dicha trama se siente desconectada al arco principal, y nunca termina de repercutir como intenta ser.
La dirección de Denis es más que brillante, ella saca fuego en un material evidentemente es un material de base genérico, el material familiar de la angustia urbana educada: no sorprende cuando, en un momento, Sara suspira: “Aquí vamos de nuevo, – amor, miedo, noches de insomnio…” Sin embargo, la ejecución estilística de la cineasta trae un sorprendente conjunto de dinámicas: cortes rápidos, trabajo de cámara inquieto y el uso repetido de primeros planos ajustados, a veces tan completos que los actores están realmente frente a nosotros.
La música de Tindersticks genera un tono de inquietud, al aplicar el uso de unas cuerdas nerviosas en los momentos domésticos que parecen más inocuos, mientras que el leitmotiv dramático de las llamadas telefónicas arrebatadas con cautela, a menudo vislumbradas a través de las ventanas, refuerza la danza cautelosa y conspiradora que los personajes tejen entre sí.