La nueva comedia romántica con tintes de thriller de Nicolas Bedos plantea un misterio que termina por decepcionar en sus giros de guion.
La Farsa (2022)
Puntuación: ★★★
Dirección: Nicolas Bedos
Reparto: Pierre Niney, Marine Vacth, Isabelle Adjani, François Cluzet, James Wilby, Laura Morante y Emmanuelle Devos
Disponible: Prime Video
El cine francés no para de estrenar producciones año tras año, algunas mejores que otras, pero siempre rigiéndose bajo unos códigos que otorgan uniformidad a las producciones de la región como lo son la necesidad de incluir amor y deseo en sus historias, aprovechar las bellas ciudades y escenario de su país, colocar estrellas e intérpretes conocidos, tener una estética innovadora o realizar referencias al arte. Partiendo de esta idea, Nicolas Bedos ofrece La Farsa, su más reciente producción, la cual fue seleccionada en el pasado Festival Internacional de Cannes.
La trama de la cinta es bastante directa, planteando una red de mentiras y chantajes que se disfraza de comedia romántica, en donde Adrien (interpretado por…) es un joven y prometedor bailarín cuya carrera se vio truncada de forma abrupta por un trágico accidente, quien bajo el cuidado de Martha, una antigua actriz de cine. Un día, Adrien conoce a la hermosa Margot, una estafadora con quien se asocia para cometer un delito, el cual escalará hasta llegar a consecuencias impredecibles relacionadas con manipulaciones amorosas y engaños por partida doble al mejor estilo del cine francés contemporáneo.
Al igual que en sus trabajos previos, Bedos plantea la historia bajo un carácter elegante y de aspecto suntuoso, utilizando hermosas locaciones donde la cámara se mueve de forma estilizada mientras persigue a sus protagonistas, cuyas verdaderas intenciones no quedan del todo claras y las emociones genuinas y los engaños astutos se sirven en el mismo plato.
Uno los tópicos más recurrentes del filme es el alcance del arte y cuando este deja de ser una manifestación de belleza y complejidad, pasando a ser más como una mentira en sí mismo, engañando a propios y extraños, quienes firman un contrato entre artista, vendedor y consumidor, mientras el resto de mundo deja de formar parte de la ecuación. Como elemento argumental, sin duda es una idea llamativa, aunque conforme el relato avanza, el punto inicial se pierde ante la necesidad de incluir giros de guion forzados que aportan poco o nada a la trama.
Ahora bien, el tono es principalmente cómico, renunciando a los aspectos más realistas que se podrían aprovechar en sátiras de esta índole, donde los pobres o menos favorecidos tratan de vivir a costa de los ricos, sin entrar en la profundidad visual/argumental que Ruben Östlund o Bong Joon-ho, por mencionar dos nombres propios del cine contemporáneo, le otorgan a sus relatos. El problema está en que la película transita una monotonía entre la comedia y el drama con toques de ironía, cuya mezcla no ofrece algo de sustento para el espectador, siendo un producto ya conocido para los amantes del cine.
El filme se plantea como una especie de slow burn dentro de la costa azul, cuya intensidad va in crescendo hasta desencadenar en un clímax narrativo algo confuso en el tercer acto, el cual termina por decepcionar, ya que el planteamiento de ideas a lo largo de sus más de dos horas requería de un impacto considerable para hacer que el viaje y la inversión de tiempo valiera la pena, algo que en línea generales no se consigue, dejando a La Farsa como una comedia francesa más, que no destaca ni se aleja de lo esperable de este tipo de cine.