Jonathan Glazer retrata la banalidad del mal centrándose en la vida doméstica de una familia Nazi liderada por el comandante de Auschwitz, un filme busca reflejar el horror indirectamente.
FICM 2023 | La Zona de Interés (2023)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Jonathan Glazer
Reparto: Christian Friedel, Sandra Hüller, Ralph Herforth, Imogen Kogge y Daniel Holzberg
Jonathan Glazer, adapta libremente la novela de Martin Amis, haciendo una película que, a pesar de ser técnicamente brillante, el filme es una incómoda película sobre el Holocausto, donde Glazer vuelve a marcar su estilo para hacer un retrato de la domesticidad nazi a la sombra de las chimeneas de un campo de concentración, lo que sorprende es su ejecución objetiva y fría que evita la retórica falsa, dejando el máximo espacio para la respuesta imaginativa y emocional del público.
La zona de interés es una película desafiante más que convencionalmente provocativa, pero una visualización esencial y una obra que será un factor vital para crear un foco de discusión tanto en el mundo cinéfilo como más allá.
La zona de interés, cuyo título hace referencia a ‘Interessengebiet’, la denominación oficial del área alrededor del campo de Auschwitz. Pero, así como Glazer reconfiguró la novela de Michel Faber para Under the Skin, esta película también tiene una relación libre del libro de Amis, despojando sus múltiples intrigas y su sardónico humor negro para crear un enfoque minimalista y más estrictamente severo en su tema central, haciendo que el espectador capte sin metáforas ni nada el retrato despreocupado de la familia Nazi.
La película muestra la vida doméstica del comandante de Auschwitz, Rudolf Höss (Christian Friedel) y su esposa Hedwig (Sandra Hüller), quienes han creado un hogar acogedor y lujoso para ellos y sus hijos en las afueras del campo de concentración de Auschwitz. La película revela gradualmente la naturaleza de su idilio: al principio, vemos una toma serena y pictórica de la pareja y sus cinco hijos junto a la exuberante orilla de un río, mientras nadan. Cuando regresan a casa nos damos cuenta de los indicadores de quiénes son, dónde y cómo viven: los sirvientes que van y vienen (algunos claramente prisioneros del campo), eventualmente las torres de vigilancia y las chimeneas fuera del dominio supuestamente edénico de la familia.
La película está en su mayoría construida con planos distantes y compuestos geométricamente que a veces recuerdan el trabajos de Michael Haneke; ofreciendo una evocación fragmentaria de la vida cotidiana en la casa de los Höss. Los niños juegan, Rudolf lee cuentos a sus hijas antes de dormir, la familia disfruta de su piscina, Hedwig cuida sus flores y muestra con orgullo su “jardín paradisíaco” a su madre visitante (Imogen Kogge). Poco a poco, emergen elementos más sombríos, aunque, desde el principio, la oscuridad es siempre evidente como el reverso de la “normalidad” casi suburbana que se muestra.
La película aborda constantemente nuestra conciencia de lo que sabemos sobre el Holocausto, sin tener que decirnos ni mostrarnos demasiado. En todo caso, es incluso más dura y cruda que el Hijo de Saúl al negarse a mostrarnos lo indemostrable e impensable, ya que todo eso permanece fuera de nuestra vista y solo escuchamos los ruidos que vienen detrás de los muros del campo; es por eso que la toma de la silueta de Höss mirando al cielo mientras ve las chimeneas expulsando humo, es más fuerte que cualquier película de terror.
La mayor fuerza del filme luego de la dirección de Glazar es el extraordinario diseño de sonido, ya que casi siempre nos hace conscientes, a veces casi subliminalmente, de la violencia y la masacre fuera de la vista, mezclando disparos, gritos y chillidos distantes, el zumbido subsónico de la maquinaria de la muerte. La barrera entre lo que se ve y lo que no se ve, entre lo que se escucha, se convierte en una figura de la mentalidad nazi, con las atrocidades del sistema de campos siempre a la vista. Quienes son cómplices de ellos se las ingenian para saber y al mismo tiempo no saber lo que se hace en su nombre. Hedwig, por supuesto, es más que cómplice y se presenta como un monstruo absoluto: descarga su ira contra sus sirvientes y se enfurece con Rudolf cuando se entera de que lo trasladarán a Berlín, indignada ante la idea de perder la casa de sus sueños.
La mayor parte de la película se compone de momentos breves y episódicos de la vida hogareña de los Höss, todo construido con el meticuloso diseño de producción de Chris Oddy, cubriendo cada rincón de su opresivamente e idílica vida. La música intermitente de Mica Levi es sobria e inquietante, desde explosiones rítmicas bajas, casi gástricas, hasta el coro que concluye la película. La fotografía a menudo tiende a mantenernos alejados de los personajes, lo que significa que esta no es una película convencional de actores.
La película toma un giro arriesgado en su tramo final, mostrando a Höss en los pasillos del poder de Berlín, involucrado en la administración burocrática sombríamente mundana. Pero las enigmáticas tomas finales de él en medio de austeros corredores de mármol son un estímulo más revelador para el juicio interpretativo del espectador.