Sostenida por una Anne Hathaway magnética, este thriller neo-noir de William Oldroyd sigue la historia de una chica que queda deslumbrada por su glamurosa colega de trabajo.
Mi nombre era Eileen (2023)
Puntuación: ★★★
Dirección: William Oldroyd
Reparto: Thomasin McKenzie, Anne Hathaway, Shea Whigham, Marin Ireland y Owen Teague
Disponible en MAX
La nueva película de William Oldroyd desde su ópera prima, Lady Macbeth, es una película que camina en las líneas del neo-noir que está ambientada en los años 60, sigue la vida de una torpe joven (Thomasin McKenzie) que queda fascinada por una sofisticada nueva compañera de trabajo (Anne Hathaway) en un centro para delincuentes juveniles de Massachusetts. McKenzie interpreta a Eileen, una chica retraída y poco experimentada, que no es de extrañar que esté fascinada por la rubia descarada Rebecca cuando llega a trabajar en el centro penitenciario.
William Oldroyd crea una trama tensa que se sostiene por unas actuaciones comprometidas en esta adaptación de la novela de Ottessa Moshfegh que recorre sus ritmos de thriller psicológico aunque el resultado final es un tanto desigual, como que hay algo en la trama que no termina de funcionar al cien.
Eileen lleva una existencia sin futuro. Sus días transcurren en torno a su trabajo como secretaria en la prisión juvenil local antes de cambiar las dos botellas vacías de licor de su padre (Shea Wigham), un policía retirado. En lugar de estar agradecido porque su hija lo cuide, esté solo le ofrece una fuente constante de desaires, cuando no está borracho aterrorizando al vecindario blandiendo su arma. La vida de la chica está marcada por breves momentos de fantasía sexuales con su guarda de la prisión, o con pensamientos más oscuros recorren su cabeza; esto es clave para ir comprendiendo hacia dónde se dirige la historia, ya que, como todo está contado desde el punto de vista de Eileen, esto nos podría decir su mucho del acto final.
Rebecca Saint John, el personaje de Hathaway, es una mujer elegante, su peinado y maquillaje son perfectos, y la hacen parecer una femme fatale, es el polo opuesto del look tímido de Eileen, que se especializa en prendas de punto bordadas de gran tamaño. Rebecca comienza a interesarse por el caso del recluso Lee Polk (Sam Nivola), que ha asesinado a su propio padre policía, al mismo tiempo que inicia una amistad con Eileen que pronto se convertirá en una obsesión para la mujer más joven.
McKenzie sigue demostrando que es una de las mejores de su generación, y aquí en Eileen deslumbra con su mirada inocente, ya que el filme dice mucho más de lo que parece a simple vista, nótese en la forma que el personaje va cambiando su ropa cuando conoce a Rebecca, y es gracias a McKenzie que podemos ir entendiendo la psicología del personaje.
Pese a todos los esfuerzos del cineasta en busca de elevar esta historia que está narrada por un personaje poco confiable, la cinta es intrigante, pero su ritmo y tono en ocasiones provoca que el espectador se distraiga.