Con una campaña de publicidad, engañosa lo nuevo de Matthew Vaughn es una película que intenta ser divertida e inteligente con una metanarrativa que termina siendo aburrida, tonta, predecible y por sobre todo nada relevante.
Argylle: Agente secreto (2024)
Puntuación: ★½
Dirección: Matthew Vaughn
Reparto: Bryce Dallas Howard, Sam Rockwell, Bryan Cranston, Catherine O’Hara, Henry Cavill, Sophie Boutella, Dua Lipa, Ariana DeBose, John Cena y Samuel L Jackson
Estreno en cines
Por más intrincada e interesante que se nos pueda vender, la nueva película repleta de caras famosas de Matthew Vaughn lanza a los espectadores a una sucesión de giros y más giros en la trama, la cinta nunca logra ser satisfactoria ni emocionante. El filme cuenta la historia de una novelista de espías de gran éxito que se ve envuelta en un intrincado juego espionaje que pone su vida de cabeza; pese a que la obra logra algunos momentos divertidos, un elenco impresionante con escenarios explosivos, el cargado nudo que arma no le termina de ayudar como el director quiere creer.
Estamos muy conscientes que esta review o las de los otros colegas disuade al público cuando Argylle llegue a los cines de todo el mundo, ya que la campaña de mercadeo del filme ha estado vendiendo algo que se ve muy atractivo utilizando las dos caras más famosas, pero la pregunta será en como lo va a tomar el público cuando vean el resultado, ya que se les vendió algo que no es.
La película se ha posicionado durante mucho tiempo como una adaptación del libro de la novelista debutante Elly Conway, de quien se sabe poco o nada, pero la verdad es que todo puede ser un poco más meta. Una secuencia inicial vívidamente colorida en Grecia prepara el escenario, mientras el hábil superespía internacional Argylle (Henry Cavill) se involucra en una persecución al estilo Bourne a través de tejados y calles sinuosas en un intento de capturar a la criminal Lagrange (estrella del pop Dua Lipa). Sin embargo, después de que Argylle y su bromista compañero Wyatt (John Cena) finalmente consiguen a la chica, Vaughn y el guionista Jason Fuchs cortan para revelar que la escena, de hecho, está siendo escrita por la autora Elly Conway (Bryce Dallas Howard) desde la comodidad de su casa.
Elly está trabajando en su quinta novela de Argylle (de hecho, está luchando con escribir el final) y la serie enormemente popular la ha convertido en una estrella internacional. Sin embargo, su aislada casa al norte del estado de Nueva York, en la que vive sola con su lindo y expresivo gato Alfie, insinúa un carácter más solitario. Pero un día su vida da un giro cuando conoce al agente secreto de la vida real Aidan (Sam Rockwell), quien afirma que la está protegiendo de un sindicato criminal del mundo real que siente que las tramas de sus libros se han vuelto demasiado cercanas y reales. Después de que Aidan y Elly escapen de un tren perseguidos por posibles asesinos, se embarcan en un viaje global para exponer al sindicato y sus nefastas actividades, con Alfie acompañándolos en un ‘catpack’ especialmente personalizado como lo usa Taylor Swift en la vida real.
El resto de la trama implica grandes spoilers, pero basta decir que la película se apoya en gran medida en los clichés del género (cruces y traiciones, cuestiones de identidad y confianza) para tejer una historia complicada con más giros que un trompo, todo con el fin de llegar a un desenlace jalado de los pelos. Sin embargo, a pesar de todos sus intentos de sorprender y sobre sorprender, muchos espectadores sin duda se darán cuenta de lo que está sucediendo mucho antes de lo esperado. Vaughn no es un director conocido por su sutileza y no puede resistirse a dejar migajas del tamaño de una roca.
Aun así, la sutileza no es el nombre del juego en este vehículo de acción grande y vistoso. A la cabeza, Bryce Dallas Howard logra sostener en sus hombros el peso del filme como la encantadora como Elly, de modales apacibles, pero inseguros, quien poco a poco comienza a encontrar su confianza en sí misma mientras se ve obligada a vivir una vida fuera de sus libros. Lo mejor del filme es la genuina química entre ella y Rockwell, siendo sinceros aguantamos el circo por ellos dos, y por querer ver como termina el juego tonto que crea el cineasta.
Un punto a favor es el uso del recurso metanarrativo del filme, pero ni esa dicotomía entre lo real y lo imaginado es la parte más interesante de la película, pero ni eso logra salvar un guion tan mal ejecutado, con personajes solo siendo peones de un tablero que solo tiene un fin, que es llegar a la ridícula escena postcréditos, ya que Argylle no está tan interesado en explotar esa veta potencialmente rica, sino más bien en crear un espectáculo visual y grandilocuente cumpliendo con todos los requisitos del género: ubicaciones, un montaje trepidante, escenas coreografiadas por expertos, acrobacias que desafían a la muerte y amplios efectos visuales (sobra de decir el terrible CGI), todo muy atractivo, pero al final no tiene nada nuevo que ofrecer o decir, y termina siendo un filme desechable.