En un ejercicio poco audaz de reciclaje fílmico, la nueva adaptación del gran clásico de Disney fluye sin grandes contratiempos, pero sin ofrecer nada nuevo.
Blanca Nieves (2025)
Puntuación: ★★½
Dirección: Marc Webb
Reparto: Rachel Zegler, Gal Gadot, Andrew Burnap, Andrew Barth Feldman, Tituss Burgess, Martin Klebba, Jason Kravits, George Salazar, Jeremy Swift y Patrick Page.
Estreno en cines
En el ya lejano año de 1937, se estrenó Blanca Nieves y los siete enanitos, la primera película animada de Walt Disney. Gracias a sus imágenes icónicas y a sus entrañables números musicales, esta obra ha logrado perdurar en el tiempo, convirtiéndose en una parte fundamental del imaginario colectivo y de la cultura pop.
Como era de esperar, en la actualidad es común ver cómo las grandes compañías, en lugar de arriesgarse con propuestas originales, apuestan por explotar propiedades intelectuales ya conocidas, confiando en que el reconocimiento del público garantice el éxito en taquilla. En esta línea se encuentra la nueva adaptación de Blanca Nieves, dirigida por Marc Webb, quien previamente estuvo a cargo de películas como The Amazing Spider-Man y 500 Days of Summer. Webb se embarca en la tarea de adaptar con fidelidad la obra original, algo que, en mayor o menor medida, consigue.
La Reina Malvada preguntándole al Espejo Mágico quién es la más bella, los enanos trabajando en las minas de diamantes mientras cantan y bailan, un príncipe galante, la manzana envenenada y los tiernos animales del bosque son elementos presentes en esta versión. Sin embargo, el respeto excesivo por la película original impide que la historia aporte algo novedoso. Aunque se percibe el esfuerzo por mantener el corazón del clásico, la falta de innovación dificulta la conexión con la narrativa.

Uno de los aspectos más destacados de la película es la actuación de Rachel Zegler, quien logra apropiarse del personaje de Blanca Nieves gracias a una interpretación más activa y empoderada de la protagonista. Su desempeño en las escenas de canto y danza es sobresaliente, lo que justifica su elección para el papel y demuestra que la controversia en torno a su casting era infundada.
En cuanto a la trama, Blanca Nieves nos presenta a una joven princesa cuyo reino ha caído bajo el dominio de su madrastra, la vanidosa y cruel Reina Malvada, interpretada por una desafortunada Gal Gadot. A diferencia de la versión animada, aquí Blanca Nieves no es solo una doncella indefensa, sino una heroína con mayor agencia y determinación. Criada en el palacio pero constantemente menospreciada, sueña con restaurar la paz y la justicia en su hogar. Cuando el Espejo Mágico confirma que ha superado en belleza a la Reina, esta ordena su asesinato. Sin embargo, el cazador encargado de la tarea siente compasión y la deja escapar al Bosque Encantado, donde encuentra refugio en una cabaña habitada por un grupo de marginados. Aquí se presenta una de las modificaciones más significativas: los enanos ya no son los mismos personajes de la película original, sino que tienen personalidades distintas y un enfoque más bélico, lo que resulta relevante para el desenlace de la historia.
Ahora bien, la actuación de Gal Gadot se encuentra en una dimensión paralela, y no en el buen sentido. Su interpretación es insípida y carente de fuerza, lo que hace que su presencia en pantalla no genere el impacto esperado para un villano central. Cada vez que aparece, el ritmo de la película decae, volviéndose tediosa. A esto se suma una calidad de efectos especiales que deja mucho que desear, una paleta de colores deslucida y una fotografía genérica. La música, por otro lado, logra emocionar, sobre todo en las escenas icónicas del clásico.
Mientras que en la versión de 1937 Blanca Nieves era una damisela en apuros, aquí se la presenta como una joven que se entrena, aprende a defenderse y lidera una rebelión contra la Reina Malvada. Sin embargo, esta reinterpretación de su papel se siente forzada y poco inspirada, explorando de manera superficial valores como la justicia y la autoconfianza. El final, lejos de ofrecer una resolución satisfactoria, resulta anticlimático y decepcionante, arruinando una experiencia que ya de por sí era poco disfrutable.