Alauda Ruiz de Azúa deconstruye el concepto de núcleo familiar bajo una mirada emocionante y llena de humanidad, marcando un debut promisorio de la joven realizadora.
Cinco lobitos (2022)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Alauda Ruiz de Azúa
Reparto: Laia Costa, Susi Sánchez, Ramón Barea, Mikel Bustamante, José Ramón Soroiz, Amber Williams, Lorena López, Leire Ucha, Elena Sáenz, Asier Valdestilla García.
Disponible: Filmin
La idea de realizar películas enfocadas en la vida cotidiana de familias comunes y corrientes es conocida, debido a la gran cantidad de proyectos que se mueven dentro de esta premisa, aunque pocas veces nos encontramos con obras dotadas de creatividad y un norte tan fijo como “Cinco lobitos”, el primer largometraje de Alauda Ruiz de Azúa, directora prometedora que debuta por todo lo alto, ganando reconocimientos en festivales internacionales de prestigio como el Berlinae alemán o en el Festival de Málaga de su natal España.
La historia que se nos presenta es sencilla y directa, siguiendo los acontecimientos de la familia de Amaia, quien acaba de ser madre y no tiene una guía clara para cumplir con sus responsabilidades. Al ausentarse su pareja por trabajo unas semanas, decide volver a casa de sus padres, en un bonito pueblo costero del País Vasco, y así compartir la responsabilidad de cuidar a su bebé, aprendiendo de sus errores y buscando consejo mientras se revelan viejas grietas existentes en su núcleo.
Durante este relato no es necesario que sucedan grandes eventos para que la trama avance, la cámara de forma sutil y parsimoniosa, acompaña como un espectador más, el crecimiento de una niña y como su madre aprende los matices que implica criar a un ser humano, todo visto desde una óptica naturalista y enternecedora.
Los roces entre madre e hija son parte de la temática central del filme, pese al paso de los años el carácter y las diferencias intrafamiliares son constantes, por un lado otorgando capas de realismo pero por otro convirtiéndose en un recurso narrativo sobre utilizado en su afán de resaltar las dinámicas complejas que median entre seres humanos que comparten un espacio.
La ausencia de banda sonora o acompañamiento musical permite enfocarnos en el día a día de los personajes y su desarrollo dentro de una obra repleta de madurez y un poder emocional admirable, que no peca de pretenciosa al tocar temáticas simples y a la vez complejas como la comunicación o el amor, alejado del concepto romantizado, buscando un enfoque creíble, doloroso pero genuino.
El personaje de Amaia se encuentra atrapada en medio de las circunstancias, su vida como madre condiciona su futuro profesional y social, planteándose un dilema enriquecedor, el cual gira en torno a las posibilidades y aspiraciones de una mujer joven, quien desea avanzar pero no puede desentenderse de sus responsabilidades como madre e hija. Por momentos parece que el criar a una niña significa el fin de la independencia de una persona, aunque el filme se las arregla para encontrar una salidas satisfactoria a esta encrucijada.
Los pocos intérpretes tienen roles bien definidos, cada uno representa con acierto figuras características de un núcleo familiar, aunque gracias a la postura eficaz detrás de la cámara, adoptada por Ruiz de Azúa, sus interacciones dan forma a un ecosistema caótico, en donde cada miembro se ve forzado a rehacer su situación con el material disponible, lo que fomenta pequeños estallidos dramáticos, trazados con humanidad y cariño detrás de la escritura del guion.
El filme tiene este nombre gracias a una canción de cuna tradicional española, la cual cobra una relevancia especial, uniendo 3 generaciones con el fin de encontrar una comunión hermosa entre la vida y la muerte, contada desde el respeto y con momentos de brillantez, sumado a un final resonante, redondeando un nuevo acierto del cine español contemporáneo.