La película tailandesa preseleccionada para los próximos Premios Oscar es un viaje conmovedor y sorprendente sobre el paso del tiempo, los lazos que nos unen como seres humanos y el legado que dejamos atrás.
Cómo ser millonario antes de que muera la abuela (2024)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Pat Boonnitipat
Reparto: Putthipong Assaratanakul, Usha Seamkhum, Sanya Kunakorn y Sarinrat Thomas
Estreno en cines
Siguiendo un exitoso recorrido en salas de cine alrededor del mundo y recaudando cerca de 80 millones de dólares, la película “Cómo ser millonario antes de que muera la abuela” se encuentra en la prelista de 15 películas seleccionadas dentro de la categoría de Mejor Película Internacional para los próximos Premios Oscar.
Alabada internacionalmente y volviéndose viral, el filme sigue a M, un típico nini y holgazán que descubre que su abuela sufre una enfermedad terminal, lo que lo lleva a tomar la cruel decisión de acercarse a ella en sus últimos meses de vida para así quedarse con su patrimonio físico y económico.
Siguiendo ese argumento sencillo y directo, la historia se desarrolla de manera satisfactoria. Aunque sigue al pie de la letra los pasos y características de las obras Feel Good sobre personas enfermas, la película sabe utilizar al máximo sus recursos para que los golpes emocionales funcionen a la perfección, sorprendiendo sin alejarse de su premisa inicial.
El arco de M es particularmente atractivo, ya que su actitud despreocupada y un poco molesta nunca desaparece. Sin embargo, a través de acciones concretas y gestos específicos, resulta sencillo identificar cómo su corazón se ablanda y comienza a desarrollar lazos genuinos con la estrella de la película: la abuela, interpretada de manera brillante por Usha Seamkhum. Ella encarna con ternura la nobleza detrás del proceso normal del envejecimiento, siendo testaruda y entretenida en niveles iguales.
A través de escenas discretas acompañadas por un piano casi omnipresente, la dirección de la película sabe “manipular” de manera inteligente a la audiencia. Sus personajes son creíbles, actúan como personas reales y sus motivaciones resultan tan cotidianas como indignantes, realizando una exploración sobre la familia que siempre guarda un halo de esperanza.
El tiempo es subjetivo. Puede resultar cruel que las personas en sus últimos momentos se encuentren rodeadas de atención por lástima y no tanto por simpatía, viendo a los adultos mayores como loterías o cosas, ignorando todo lo que hicieron durante su vida. M, al compartir tiempo con su abuela, no solo aprende a amarla, sino que también desarrolla una profunda sensibilidad hacia el dolor ajeno, algo que resulta conmovedor.
Otro acierto del filme radica en su manera de representar la cultura tailandesa, una que resulta extraña en Occidente. Tener la oportunidad de conocer los ritos detrás de la muerte y sus conceptos del más allá es una experiencia especial. La abuela desea tener una tumba hermosa para que sus familiares quieran seguir visitándola por muchos años más. También quiere que su querido nieto consiga un buen trabajo e, incluso, sigue cuidando de sus hijos malagradecidos. No faltan detalles que pueden emocionar hasta al más frío de los espectadores, como la forma en que los domingos se arregla y parece esperar con ansias una visita o un almuerzo sin pedirlo expresamente.
En resumidas cuentas, la película es un ejemplo de que se puede contar una historia conocida, que podría parecer poco novedosa, de la manera correcta. Su relación conmovedor no se siente forzado y logra rendir homenaje desde un enfoque esperanzador a la vejez y todo lo que ello conlleva.