Corina es una delicada comedia dramática sobre una joven correctora de estilo que, atrapada en una rutina marcada por la agorafobia, debe salir de su zona de confort tras un error editorial. Naian González brilla con una actuación sutil y profundamente conmovedora.
Corina (2024)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Urzula Barba
Reparto: Naian González Norvind, Cristo Fernández, Carolina Politi y Mariana Giménez
Disponible en Prime Video
En su primer largometraje, Corina, la directora Urzula Barba Hopfner realiza una incursión delicada y profundamente humana en la psique de una mujer que ha hecho del lenguaje una forma de contención emocional, y de la rutina, un refugio. La película —ambientada en la Guadalajara del año 2000— conjuga con una sensibilidad notable el humor, la introspección y el absurdo suave de la vida cotidiana. Su protagonista, interpretada de forma luminosa por Naian González Norvind, es presentada desde la primera línea como “la correctora de estilo de su propia vida”, una metáfora que sostiene la estructura del relato con elegante coherencia. Corina no solo corrige los textos ajenos, también intenta reescribir el guion de su existencia, aunque esté marcada por el encierro, la ansiedad y el miedo a lo imprevisible.
La cinta nos sitúa en un universo contenido, casi claustrofóbico, donde la protagonista habita con su madre agorafóbica, y cuya geografía vital se limita a unas pocas cuadras: su casa, el supermercado, y el sótano del edificio donde trabaja como correctora editorial. Este encierro, sin embargo, lejos de ser opresivo, es tratado con una calidez inusual, teñido de una suerte de melancolía juguetona que se traduce en la estética fellinesca del personaje: Corina es una figura con aura de clown moderno, tragicómica, que camina por los mismos trayectos día tras día, repitiendo rituales con meticulosidad casi religiosa.
El punto de quiebre del personaje llega cuando un error —un malentendido entre los textos que Corina reescribe por las noches y el material “oficial” del autor estrella de la editorial— desencadena una crisis profesional. El final que ella imaginó y redactó para una novela es enviado por accidente a la imprenta. Ese error obliga a Corina a romper su rutina y emprender un viaje físico y simbólico hacia el exterior, hacia lo otro, hacia el mundo. Es aquí donde la película encuentra su corazón narrativo: no se trata solo de una corrección editorial, sino de una confrontación con la propia vida. Es una “coming of age” tardía, una historia de maduración en la adultez joven, donde la protagonista debe afrontar sus miedos para corregir, sí, pero también para crear.
La dirección de Hopfner brilla en su capacidad para manejar un tono híbrido: a medio camino entre la farsa ligera y el drama existencial cotidiano. La película nunca cae en la caricatura, aunque coquetea con arquetipos reconocibles: el editor neurótico que fuma compulsivamente, la directora del periódico que alterna rudeza con afecto, y el primo recién llegado —interpretado con calidez por Cristo Fernández—, que lentamente se convierte en catalizador del cambio para Corina. Esta galería de personajes secundarios está construida con pinceladas precisas y un agudo sentido de observación, que recuerda por momentos a los universos narrativos de Aki Kaurismäki o de Miranda July.
Naian González Norvind entrega una actuación profundamente contenida y cargada de detalles. Corina es un personaje cuya evolución no se articula mediante discursos, sino mediante gestos apenas perceptibles: una mirada sostenida más de lo habitual, una sonrisa que asoma tímidamente, un leve cambio en la postura corporal. Es una actuación que exige atención y sensibilidad, y que a cambio ofrece una gama emocional conmovedora.