Sin dudas uno de los musicales más fascinantes, al mismo tiempo grotesco y a menudo divertido sobre unos gemelos que intentan reunir a sus padres, una película que será una prueba de resistencia para muchos. Pero su estatus de culto la pondrá en el radar en los próximos años.
Dicks: The Musical (2023)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Larry Charles
Reparto: Aaron Jackson, Josh Sharp, Bowen Yang, Nathan Lane, Megan Mullally y Megan Thee Stallion
Disponible: VOD Google Play
Una película que nació con la fina idea de enfurecer a los conservadores religiosos, homófobos y cualquier otra persona que pueda ofenderse fácilmente, Dicks: The Musical es un juego divertido que se desarrolla con bastante picardía y descaro hasta llegar a un final cuyo mejor adjetivo es el término: sacrílego.
Adaptando su obra de teatro para la pantalla grande, los escritores y compositores Aaron Jackson y Josh Sharp interpretan a unos machos alfa misóginos que descubren que son hermanos gemelos, lo que los lleva a reunir a sus padres divorciados por primera vez en décadas. El director Larry Charles enfatiza los valores de producción deliberadamente baratos y los tropos musicales chirriantes, creando una película queer repleta de canciones que satiriza los musicales y la masculinidad tóxica con igual entusiasmo. Sin embargo, la energía cómica inicial resulta difícil de mantener incluso con una duración corta, ya que los chistes comienzan a resultar tensos y los números se vuelven aburridos.
La trama está ambientada en Nueva York, donde viven Trevor (Jackson) y Craig (Sharp), dos hombres mujeriegos absolutamente seguros de sí mismos que creen que el mundo es suyo. Ambos son los dos vendedores principales de una misma empresa, estos se conocen por primera vez cuando sus sucursales se fusionan, al momento de conocerse se dan cuenta de que son gemelos idénticos y que lo más probable fue que fueron separados al nacer.
Una indicación del humor sarcástico de Dicks es que los dos actores no se parecen casi nada, pero Dios, interpretado por Bowen Yang, exige que simplemente compremos ese detalle. Cada uno ha sido criado por un solo padre, y ambos conspiran para reunir a su madre Evelyn (Mullally) y a su padre Harris (Lane) para que finalmente todos puedan ser una familia.
Lo que hace a Dicks: The Musical brillante es que la película es muy autoconsciente de su absoluta artificialidad sacada del cine de Serie B, ya sea a través de tomas horriblemente anticuadas de la ciudad de Nueva York o en la absurda producción, cuyo diseño emula el mensaje “¡Vamos a montar un espectáculo!” sacado de los teatros secundarios que están a las afuera de Broadway; incluso el guion están consiente de todo que se atreve a burlarse de su propia existencia haciendo chistes a lo interno, como cuando se comenta la mala calidad de las pelucas de los personajes, y uno de los mejores chistes visuales de la película, que es demasiado bueno para estropearlo, involucra a títeres hilarantemente baratos que inexplicablemente se volverán vitales para la trama.
El punto fuerte de la cinta son las canciones, mismas que son bastante fuertes, con melodías sólidas y letras inteligentes de los coautores Jackson, Sharp y Karl Saint. Los puntos musicales son sus mejores momentos, pero se debilitan hacia el clímax del filme, cosa que es mucho decir cuando estamos hablando de una película de 86 minutos; pero los primeros actos son una delicia, más cuando se burla de los hombres blancos heterosexuales.
Mullaly y Lane son ciertamente enérgicos y muestran su talento teatral con grandes actuaciones y cantos robustos. Pero sus personajes son decepcionantemente de una sola nota: Mullaly interpreta a una mujer mayor “loca” que pierde la cabeza, mientras que Harris simplemente dice que ahora se acuesta con hombres. Entre todos los personajes que vamos conociendo está el de Megan Thee Stallion, que solo aparece en dos ocasiones, pero su segunda aparición se roba la película con una canción que bien debería ser nominada al Oscar.
La cinta en todo momento es una crítica social en forma de sátira hacia las conductas que dicta la sociedad, pero al mismo tiempo es una burla a la industria de Hollywood, ya que desde que inicia la película, se le informa al público que Jackson y Sharp son hombres homosexuales que interpretan personajes heterosexuales, y se les elogia sarcásticamente por lo “valientes” que son, detalle que marca que Dicks no solo apunta a los sentimientos anti-LGBTQ en la sociedad, sino también a las formas en que Hollywood se colma de elogios por las más leves insinuaciones de diversidad que permite en sus películas.