Denis Villenueve crea un verdadero espectáculo asombroso, una obra monumental especialmente a la hora de expandir el universo con grandes imágenes y personajes cada vez más fascinantes. Butler te atrapa con sus escenas y crea un personaje inquietante, Rebecca Ferguson es dinamita, pero la película es de Timothée Chalamet.
Dune: Parte dos (2024)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Denis Villeneuve
Reparto: Timothée Chalamet, Zendaya, Rebecca Ferguson, Josh Brolin, Austin Butler, Florence Pugh, Léa Seydoux, Stellan Skarsgård, Javier Bardem, Charlotte Rampling y Christopher Walken
Estreno en cines
Con Denis Villenueve no aplica eso que dicen que las segundas partes son malas, ya que su segunda entrega de la saga Dune supera cualquier expectativa en tono, tamaña y escala; es una obra monumental que aterriza con un estrépito que hace temblar a más de un espectador; es una alucinante épica de ciencia ficción cuyas imágenes hablan de fascismo e imperialismo, de resistencia, de la guerra, de la religión y del romance. La película es la continuación de la adaptación de la novela de Frank Herbert de 1965, y está escrita por Villeneuve en colaboración con el coguionista Jon Spaihts, incluso se puede decir que ambos toman referencias de otras películas como Gladiator de Ridley Scott en la (quizás inevitable) escena de combate dentro de un coliseo.
La trama vuelve a colocar su mirada al tema de la crueldad política secular, una que se encuentra con la lucha de los pueblos nativos en esos vastos y misteriosos paisajes planetarios. El diseño de sonido palpita y zumba en el torrente sanguíneo de esta película, lo que ayuda a elevar el extraordinario espectáculo visual.
Quizás el único, pero que pueda tener la película, es que el final no ofrece un cierre rotundo al que todos podríamos, tal vez ingenuamente, esperar y más teniendo en cuenta como había terminado la primera parte, ya esta nueva parte termina abriendo otra trama, que imaginamos que hay intencionalidad de adaptar la secuela que escribió Herbert Dune Messiah, que explora las implicaciones complicadas y siniestras del ascenso de Paul. Villeneuve, en entrevistas, ya ha expresado su ambición de convertir El Mesías en una tercera película, por lo cual los últimos treinta minutos, los acontecimientos de la película se sienten un poco apresurados. Pero, al final, nada de eso daña el estilo y la asombrosa exhibición de la película.
La obra de Herbert destripa la idea del destino heroico exponiéndose como una mentira construida por otros con fines de colonización y control. Paul Atreides (Timothée Chalamet) llega al planeta desértico de Arrakis por orden de su padre, solo para descubrir que es producto de generaciones de manipulación genética por parte de su madre, Lady Jessica (Rebecca Ferguson), y su clan de brujas espaciales llamadas Bene Gesserit. Su trabajo ha difundido rumores sobre un profeta, el Lisan al-Gaib, que guiará al pueblo nativo Fremen hacia la libertad de sus opresores.
En esta segunda parte, la Casa de Atreides ha caído, mientras Paul y Lady Jessica buscan refugio y, finalmente, la aceptación de una tribu Fremen y su líder, Stilgar (Javier Bardem). Paul añora a Chani (Zendaya), la guerrera Fremen que salió en sus sueños, pero sospecha las afirmaciones de que él es el tan esperado salvador de su tribu. Por otra parte, la princesa Irulan (Florence Pugh), hija del emperador Padishah (Christopher Walken), se preocupa por la inacción de su padre.
Chalamet y Ferguson toman todo lo majestuoso y digno de sus actuaciones y les aplican un aire más misterioso. Chani también es fundamental aquí, con un papel significativamente ampliado como centro moral de la película: Zendaya sostiene la película en la palma de su mano, con resolución y claridad. Por supuesto, los malos tradicionales todavía están aquí: el barón Harkonnen de Stellan Skarsgård regresa, todavía flotando en su pequeño y malvado camisón, y finalmente nos presentan a su sobrino y heredero de la casa Harkonnen, Feyd-Rautha.
Austin Butler lo interpreta sin rastro del acento de Elvis, se aleja de todos aquellos matices que lo llevaron al Oscar y que muchos han pasado criticándole; Butler entrega una personificación siniestra y seductora de Feyd-Rautha que compromete cada célula de su cuerpo, desde su cabeza calva hasta sus dientes manchados de tinta, a gruñir y matar a su paso por el universo. Butler limpia la mente de cualquier recuerdo de Sting con calzoncillos metálicos (de la famosa toma de David Lynch de 1984).
Es un panorama de extrañeza reluciente, ahora ampliado para incluir un elenco más grande, también tenemos a Léa Seydoux como la iniciada Bene Gesserit Lady Margot Fenring, que por lo pronto hace acto de aparición breve, pero que tendrá mucha más relevancia en el futuro, al igual que el pequeño y subliminal cameo de Anya Taylor-Joy.
Esta segunda película de Dune es excelente al mostrarnos todo un mundo creado, un universo distinto y ahora inconfundible, que probablemente será muy imitado por muchos en el futuro: un triunfo para el director de fotografía Greig Fraser y el diseñador de producción Patrice Vermette. La partitura de Hans Zimmer proporciona exactamente el tono adecuado que ayuda elevar las imágenes que vemos en pantalla con cada gusano de arena, pero son los momentos de silencio los que realmente dejan su huella.
No hay duda de que Chalamet entrega su mejor trabajo aquí, se nota un nivel de madurez y compromiso más elevado, sabe transmitir su papel protagonista de acción y romance con gran estilo, a pesar de que suceden tantas cosas, con tantos otros personajes, él nunca pierde su eje central.
Queda claro que Villeneuve muestra aquí mucha más ambición y audacia, y un verdadero lenguaje cinematográfico, que es casi imposible pensar que alguien más pueda hacer lo que el cineasta hace aquí (o de cualquier otra manera), Dune: Parte dos, nos dice que Villeneuve no ha terminado con Dune, incluso si ya ha dejado su huella en la historia del cine.