‘El Amateur’ intenta ser un thriller de espionaje con tintes morales, pero se queda corto en desarrollo emocional y profundidad narrativa. Aunque ofrece algunas secuencias visuales interesantes.
El Amateur (2025)
Puntuación: ★★
Dirección: James Hawes
Reparto: Rami Malek, Laurence Fishburne, Rachel Brosnahan, Caitriona Balfe, Holt McCallany, Jon Bernthal y Julianne Nicholson
Estreno en cines
El Amateur, dirigido por James Hawes —quien previamente se encargó del emotivo drama biográfico One Life sobre Nicholas Winton—, intenta adentrarse en el terreno del thriller de espionaje con una propuesta de acción contenida y reflexiones morales superficiales. Basado en el bestseller homónimo de Robert Littell, ya adaptado anteriormente en la década de los ochenta, el filme presenta a Rami Malek en el papel del analista de la CIA Charles Heller, un personaje que rompe con los estereotipos del espía tradicional al ser introducido como un nerd solitario, alejado del perfil del agente endurecido por el campo de batalla.
La premisa gira en torno a la tragedia personal de Heller, cuya esposa muere en un atentado terrorista en Londres. Frustrado por la aparente inacción de la agencia y sospechando un encubrimiento institucional, el protagonista chantajea a sus superiores con la amenaza de divulgar operaciones encubiertas si no lo entrenan para convertirse en asesino. Su motivación: vengar la muerte de su esposa por mano propia. Esta transformación forzada —que en teoría debería servir como el núcleo emocional del relato— carece del desarrollo psicológico necesario para que resulte convincente o, al menos, comprensible. El coronel Henderson, interpretado con dignidad contenida por Laurence Fishburne, se convierte en su reticente mentor, pero incluso esta relación carece de la tensión y profundidad emocional que el conflicto sugiere.
Visualmente, la película emula el estilo robusto y visceral de franquicias como Bourne o Misión: Imposible, pero sin alcanzar su nivel de sofisticación técnica o narrativa. Hay destellos de entretenimiento en algunas secuencias, como una elaborada escena de acción en una piscina suspendida entre dos rascacielos —ubicada ficticiamente en Madrid, aunque rodada en Londres—, que ofrece un momento visualmente atractivo pero desligado emocionalmente del resto del relato. También hay guiños que rozan lo absurdo, como cuando el protagonista consulta un tutorial de YouTube para aprender a forzar una cerradura, lo cual socava la tensión dramática y pone en tela de juicio la credibilidad del personaje.

Sin embargo, el problema más significativo del filme reside en la falta de claridad respecto a la brújula moral del protagonista. A pesar de su objetivo de venganza, Heller parece aferrarse a una noción de superioridad ética que nunca es verdaderamente puesta a prueba. El guion evita explorar el dilema de hasta qué punto está dispuesto a ir para obtener justicia, o si sus acciones lo acercan más a los mismos extremistas que busca castigar. Este vacío moral no solo impide que el espectador conecte con su causa, sino que también neutraliza cualquier intento de crítica geopolítica o introspección institucional. La confrontación final con el villano carece de fuerza dramática y se desarrolla mediante un intercambio de ideas confuso, casi abstracto, que no resuelve ni eleva el conflicto central. Todo queda al poder del guion.
En cuanto a la actuación de Rami Malek, su presencia escénica sigue siendo atractiva, con un estilo contenido y poco convencional que funciona mejor en papeles introspectivos o excéntricos, al más puro estilo de Mr. Robot. No obstante, en este caso, sus momentos de angustia emocional resultan forzados y desconectados del tono general del filme. Su interpretación carece de la intensidad requerida para encarnar la transformación de un civil dolido en un agente letal. A su lado, Holt McCallany ofrece uno de los pocos puntos de energía genuina en el filme, interpretando con carisma al pragmático jefe de la agencia, un personaje cínico que parece extraído de una película mucho más efectiva. De los personajes femeninos no hablar, todos son superficiales y vacíos, son simplemente peones.
El Amateur tiene los ingredientes para una exploración más ambiciosa del trauma, la ética de la venganza y los excesos del aparato de inteligencia occidental, pero opta por una narrativa superficial que se diluye entre clichés de acción y una construcción emocional vacilante. El resultado es un thriller que pretende ser reflexivo sin comprometerse con ninguna de sus preguntas más urgentes, quedándose a medio camino entre el espectáculo y el análisis crítico.