Pierre Niney se mete en la piel del icónico Edmond Dantès en esta nueva adaptación trepidante e impresionante de ‘El Conde de Montecristo’ de Alexandre Dumas.
El Conde de Montecristo (2024)
Puntuación: ★★★★½
Dirección: Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière
Reparto: Pierre Niney, Anaïs Demoustier, Bastien Bouillon, Laurent Lafitte, Patrick Mille, Anamaria Vartolomei, Vassili Schneider, Julien De Saint-Jean y Pierfrancesco Favino
Estreno en cines
Estamos muy conscientes de que ya hemos visto otras adaptaciones de la novela clásica de Alexandre Dumas, pero ninguna de esas había llegado a los niveles tan sólidos y disfrutables de esta nueva versión. Desde los decorados suntuosos y la banda sonora orquestal hasta las actuaciones audaces y el metraje abundante, todo aquí está tratado con un enfoque épico por parte de los guionistas y directores Matthieu Delaporte y Alexandre De La Patellière (que colaboraron en los guiones de las películas recientes de Los tres mosqueteros ). Esta nueva adaptación de la novela está construida al más puro estilo de la vieja escuela, donde los arcos de traición e intriga se desarrollan a lo largo de sus casi tres horas en una confusión de lucha con espadas, trajes gloriosos y disfraces faciales de goma protésica.
Es claro que esta última versión de la historia no se trata de una obra que tome riesgos cinematográficos ni de libertades narrativas. Es fiel al espíritu del material original, aunque no del todo fiel a la historia original; su enfoque apuesta por la calidad en lugar de la innovación. Aunque carece de algo del chisporroteo sexual, la picardía y la ambiciosa coreografía de lucha que tenían las películas de Los mosqueteros, probablemente sea la comparación más cercana en términos de potencial comercial.
Esta película comienza desde un punto alto, con un atrevido rescate en el mar por parte de Edmond Dantès (Pierre Niney) de una joven que le dice que se llama Angele, pero luego le pide que la olvide. Las acciones de Edmond lo enfrentan con el capitán del barco, el brutal y orgulloso Danglars (Patrick Mille). Edmond está confinado bajo cubierta, pero cuando Danglars se queja de la valentía temeraria del joven marinero ante el dueño del barco, el hombre despide a Danglars y asciende a Edmond a capitán en su lugar.
Con su nuevo estatus y sus ingresos, Edmond finalmente está en condiciones de casarse con el amor de su vida, Mercedes (Anaïs Demoustier). Pero en el altar, Edmond es arrastrado y acusado de traición. Gracias a las acciones nefastas de tres hombres –el ex capitán Danglars, agraviado; el amigo íntimo de Edmond, Fernand (Bastien Bouillon), que codicia a la encantadora Mercedes, y el escurridizo fiscal Gerard De Villefort (Laurent Lafitte), que tiene sus propios motivos para interferir en el caso–, Edmond está encarcelado sin juicio en una mazmorra de la prisión fortificada de la isla, el Château d’If.
Delaporte y De La Patellière se enfrentan al reto de adaptar una de las novelas más icónicas de la literatura universal. Sobra decir que salen muy bien parados, ya que lo hacen con una visión que mezcla un enfoque contemporáneo, pero respetando los elementos clásicos de la historia. La dirección es precisa, centrada en el desarrollo de los personajes y las emociones que impulsan sus acciones. Las decisiones estéticas, como la fotografía y el diseño de producción, enfatizan el contraste entre los diferentes escenarios de la película: la fría oscuridad de la prisión de If y el deslumbrante lujo del Conde.
El uso del color juega un papel crucial. Los tonos grises y oscuros predominan en los primeros actos, resaltando la desesperanza de Dantès en prisión. Cuando emerge como el Conde, la paleta se transforma en colores más vibrantes, reflejando el poder y la opulencia de su nueva identidad. Esta evolución visual es una metáfora clara del viaje emocional del protagonista.
El núcleo de la película sigue siendo la venganza, pero bajo la dirección de Delaporte y De La Patellière, esta versión de El Conde de Montecristo explora más profundamente los dilemas morales y la transformación psicológica de Dantès. A lo largo del filme, se refleja la ambigüedad ética de la búsqueda de venganza: ¿hasta qué punto el dolor justifica la crueldad? La película indaga en la idea de que la venganza puede ser una forma de justicia, pero también puede deshumanizar a quien la lleva a cabo.
Otro tema relevante que trata muy bien esta versión es la pérdida de la inocencia. Al inicio, Dantès es un joven lleno de esperanza, pero la traición lo transforma en una figura sombría y manipuladora. El proceso de convertirse en el Conde de Montecristo es, a la vez, un renacimiento y una destrucción de su antiguo yo. Esta evolución psicológica es el mejor aspecto tratado de la película, ya que se toma el tiempo necesario para ir desarrollando este aspecto del personaje.
El pilar que sostiene toda esta obra épica es la interpretación de Pierre Niney como Edmond Dantès. Niney captura de manera impecable el arco emocional del personaje, desde la ingenuidad inicial hasta la frialdad calculadora del Conde. En las escenas de la prisión, su actuación es particularmente intensa, logrando transmitir la desesperación y el sufrimiento de Dantès sin caer en la caricatura. Cuando finalmente asume la identidad del Conde, Niney muestra una compleja mezcla de arrogancia y vulnerabilidad, reflejando a un hombre cuya humanidad ha sido erosionada por la traición y el sufrimiento.
Por otro lado, todo el reparto secundario está a la altura del proyecto. Pierfrancesco Favino, en el papel del anciano prisionero Abbé Faria, ofrece una actuación sólida y llena de sabiduría. Faria es el mentor que guía a Dantès hacia la iluminación y le da las herramientas, tanto físicas como emocionales, para lograr su venganza. Favino aporta profundidad y gravedad al personaje, haciéndo no solo un maestro de escape, sino un hombre profundamente filosófico que deja una marca espiritual en Dantès. Mientras que Bastien Bouillon como Fernand De Morcerf, y Anamaria Vartolomei como Haydée, son dinamita pura en sus personajes; ambos ayudan a elevar cada escena en la que aparecen.
El guion, como mencionamos, es una adaptación fiel, pero con ligeras modificaciones inteligentes para hacer la historia más accesible al público contemporáneo. La estructura narrativa se mantiene en gran medida, pero la película opta por centrarse más en el dilema interno de Dantès, en lugar de simplemente narrar sus hazañas como Conde. Mientras que la novela original se extiende por varias décadas, la película acelera ciertos eventos para mantener la tensión dramática, aunque algunos puristas podrían lamentar la omisión de ciertos detalles de la novela.
El Conde de Montecristo de Matthieu Delaporte y Alexandre De La Patellière es una adaptación poderosa y emocional de la icónica novela de Alexandre Dumas. Con una dirección sólida, una estética visual cautivadora y actuaciones memorables, la película ofrece una exploración profunda de la venganza, la justicia y la redención. Pierre Niney brilla en el papel principal, dándole vida a un Edmond Dantès complejo y lleno de matices. Aunque algunos detalles de la novela se omiten o condensan, la película se mantiene fiel a los temas centrales y logra una narrativa cinematográfica épica, y sobra decir que es una de las mejores del año.