‘El Juicio del perro’ es una sátira judicial que examina las contradicciones morales y políticas contemporáneas a través del juicio de un perro condenado a eutanasia.
El juicio del perro (2024)
Puntuación: ★★★
Dirección: Laetitia Dosch
Reparto: Laetitia Dosch, François Damiens, Jean-Pascal Zad y Pierre Deladonchamps
Festival de cine francófono
El Juicio del perro marca el debut como directora de la actriz franco-suiza Laetitia Dosch, quien también protagoniza la película en el papel de Avril, una abogada especializada en causas perdidas. La narración se articula en torno al juicio de Cosmos, un perro reincidente condenado a eutanasia tras haber mordido gravemente a una mujer. Inspirada en hechos reales y ambientada en Lausana, la película se presentó en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes 2024.
Desde su premisa, el film establece una dialéctica entre la legalidad y la moralidad, abordando cuestiones fundamentales sobre la relación entre humanos y animales, la justicia y la naturaleza de la empatía social. Dosch construye una fábula judicial que, en un primer momento, adopta el tono de una comedia absurda, en la que la protagonista argumenta que Cosmos es “alguien” y que el ordenamiento jurídico lo trata injustamente como una “cosa”. Sin embargo, conforme el relato avanza, la narrativa adquiere matices más densos al revelarse que la víctima del ataque es una trabajadora doméstica migrante, cuya desfiguración por la mordedura del can pone en entredicho la lógica inicial de la defensa y expone tensiones sociopolíticas subyacentes.
Además el tribunal se convierte en un microcosmos donde se condensan debates contemporáneos que van desde el movimiento #MeToo hasta la crisis ecológica y el auge de los discursos populistas. Dosch, con aguda ironía, desnuda las contradicciones de una sociedad que oscila entre la defensa ferviente de ciertas causas y la indiferencia selectiva hacia otras. En este sentido, el film no se limita a una crítica del sistema judicial, sino que se erige como una exploración metacinematográfica sobre la representación y la manipulación mediática de los debates morales contemporáneos.

Dosch, en su doble rol de directora y actriz, logra transmitir la fragilidad de una protagonista que oscila entre la convicción y la duda, mientras que François Damiens, como el dueño del perro, equilibra comicidad y desesperación. Anne Dorval, en el papel de la fiscal, encarna con sutil ferocidad los excesos de una justicia cada vez más permeable a la opinión pública. Este entramado de interpretaciones dota a la película de una riqueza dramática que sostiene su compleja estructura narrativa.
Visualmente, Dosch opta por un lenguaje cinematográfico que combina la estilización de los filmes pedagógicos hollywoodenses de los años 50 con una puesta en escena minimalista, donde el tribunal se erige como un espacio simbólico de confrontación ideológica. El plano final, en el que el silencio de los animales contrasta con la cacofonía humana, refuerza la idea de que, en el fragor de las disputas discursivas, la verdadera esencia del conflicto se diluye.
No obstante, el film no está exento de ciertas inconsistencias. La fusión de comedia y drama, si bien efectiva en gran parte del metraje, por momentos genera una disonancia tonal que puede percibirse como fragmentaria. Asimismo, la acumulación de temáticas abordadas, lejos de consolidar una crítica unificada, corre el riesgo de dispersar el foco narrativo, dejando algunos puntos sin la profundidad que merecerían.
En síntesis, El Juicio del perro se erige como una obra audaz y provocadora que interroga, con inteligencia y mordacidad, las paradojas del pensamiento progresista contemporáneo. Laetitia Dosch se perfila como una voz a seguir, no solo por sus discursos, sino porque logra crear una fábula política que, más allá de sus imperfecciones, consigue estimular la reflexión y el debate.