El tiempo que tenemos | Review

Sostenida por dos excelentes interpretaciones llenas de carisma y química, lo nuevo de John Crowley es una película de romance que viaja a través del tiempo y que aborda temas ya conocidos como la madurez.
El tiempo que tenemos (2024)
Puntuación: ★★★
Dirección: John Crowley
Reparto: Andrew Garfield, Florence Pugh, Grace Delaney, Lee Braithwaite y Aoife Hinds
Estreno en cines 

Andrew Garfield y Florence Pugh ofrecen interpretaciones sensibles y llenas de carisma como una pareja cuya historia se presenta en un rompecabezas. Cuya estructura de montaje es donde mejor funciona la película, ya que cada fase de su noviazgo dialoga con las demás. El director de Brooklyn, John Crowley, intenta crear una obra conmovedora y vitalista, pero su torrente de clichés melodramáticos hace que el filme no ofrezca nada nuevo, quedándose solo en algo correcto.

El tiempo que tenemos nos presenta a Tobias (Garfield) y Almut (Pugh), quienes al comienzo de la película están lidiando con la preocupante noticia de que el cáncer de ovario de Almut, que anteriormente estaba en remisión, ha regresado. Mientras crían a una hija pequeña, debaten cuán agresivos deberían ser en la búsqueda de tratamiento, y Almut sugiere que tal vez, en lugar de intentar la quimioterapia (que no tiene garantía de éxito), deberían simplemente disfrutar del tiempo que les queda juntos antes de que ocurra lo inevitable.

Mientras discuten estas opciones, la película retrocede a otros períodos de tiempo, incluido su primer encuentro (cuando ella lo atropelló accidentalmente con su auto) y los meses previos al nacimiento de su hija. El tiempo que tenemos alterna repetidamente entre estas historias, aunque el énfasis está en el día actual, cuando Almut, una reconocida chef, es invitada a participar en un prestigioso concurso de cocina. Pero ¿es ese el mejor uso de su tiempo, dado su diagnóstico? Es esta reflexión la que explora la película, incluso llegando a una escena en la que la pareja discute el tema, subrayando de manera directa y sencilla la idea central.

Crowley, trabajando con un guion del dramaturgo Nick Payne, se reúne con Garfield, su protagonista en Boy A, para un drama romántico que cuenta con muchos momentos dulces y ligeramente divertidos. En las primeras etapas de la película, los espectadores pueden preguntarse si están viendo realidades paralelas en las que Tobias y Almut se encuentran de maneras únicas. Pero, con el tiempo, queda claro que se trata de la misma historia, y los realizadores nos animan a notar las similitudes en la relación entre los personajes a lo largo del tiempo. Tobias es un tipo tímido y cauteloso, que toma abundantes notas antes de pronunciar tener siempre un discurso correcto a su mujer

, mientras que Almut vive la vida con desenfreno, sin dejar que nada se interponga en su camino. Incluso cuando le diagnostican cáncer, se niega a ceder.

Aun así, de alguna manera, los dos protagonistas encuentran un equilibrio y logran una vida juntos, aunque algunos matices de los personajes pueden sentirse un poco simplistas. Garfield aporta una fragilidad emocional a Tobias, quien quiere cuidar de Almut a pesar de su resistencia a su comportamiento de “caballero blanco” bien intencionado. Mientras tanto, Pugh tiene el papel más complicado, interpretando a esta ambiciosa chef que se encuentra en la posición de tener que elegir entre la familia y la carrera, a pesar de estar muriendo.

Lamentablemente, el tono agradable de El tiempo que tenemos, acentuado por canciones de indie-pop de The xx y Wolf Alice en la banda sonora, se ve socavado por una estructura narrativa que, si bien inicialmente es inteligente e incluso fresca, luego olvida ese detalle, y crea largos momentos lineales. Somos muy conscientes de que contar esta historia de manera convencional habría dejado en evidencia lo cliché y trillada que es, y que, pese a toda su originalidad formal, no puede superar ese aspecto. Además, Crowley y Payne siempre terminan llegando a esos momentos cursis.

Eso sí, no se puede negar que la cinta tiene una atmósfera agradable, lo que la hace disfrutable de ver, adornada por la química instantánea entre Garfield y Pugh, que hace que uno nunca dude de por qué sus personajes terminan juntos.

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