Emilia Pérez | Review

Emilia Pérez presenta una trama original sobre un criminal que desea cambiar de género, pero su desarrollo resulta superficial y sensacionalista. A través de decisiones cuestionables, junto con un enfoque caricaturesco de temas complejos como la violencia en México y la identidad de género, la cinta no logra transmitir empatía ni profundidad.
FICM 2024 | Emilia Pérez (2024)
Puntuación: ★★
Dirección: Jacques Audiard
Reparto: Karla Sofía Gascón, Zoe Saldana, Selena Gomez, Adriana Paz y Édgar Ramírez

Dejando a un lado cualquier pretensión o prejuicio, la trama de un criminal que quiere convertirse en mujer suena bastante original y, cuando menos, deja a un lado la polémica sin dejar indiferente a nadie. Sin embargo, que una idea sea original no hace automáticamente buena una cinta. Puedes tener la semilla más exótica del mundo, pero si no le das un buen tratamiento y cuidado, es probable que ni siquiera dé fruto. Emilia Pérez es un ejemplo perfecto de esto y de cómo una serie de decisiones tanto de estilo como de guion pueden contribuir aún más al desastre.

El primer error grave de la cinta de Jacques Audiard es la parte musical. Aunque hay que reconocer que la melodía es decente en la mayoría de las piezas, la armonía y la letra no terminan por cuajar, dando más la sensación de estar declamando un diálogo que de cantar. Pocos son los números musicales que se salvan, siendo quizás la excepción la canción de la hija de Manitas y la pieza final. Incluso la letra da la sensación de haber sido traducida con Google, por lo fría y poco natural que resulta.

¿Pero el guion al menos es original y único? Lastimosamente, no. De entrada, las incoherencias narrativas comienzan desde el minuto uno (¿por qué un jefe de una de estas organizaciones necesitaría a un abogado para un cambio de operación?), reflejando lo poco elaborado de los personajes y la incoherencia de sus sucesos, especialmente la escasa exploración o justificación que se da a la transformación de Manitas en Emilia Pérez, dándolo casi por antonomasia. Este agujero, junto con muchas otras perspectivas sobre problemáticas sociales, puede deberse a la perspectiva extranjera que no conoce el contexto completo de la violencia en México, y en su intento de empatizar termina por hacer un retrato caricaturesco y superficial de temas sensibles.

Emilia Pérez

Podríamos justificar a los creadores bajo este manto de perspectiva extranjera, pero recordemos que parte del trabajo de un guionista o escritor es investigar o, al menos, en el proceso creativo, involucrar o pedir apoyo a personas que viven más de cerca el contexto que quieren describir. Un grave error que Emilia Pérez carga, porque incluso desde su producción, fuera de Karla Gascón, hay pocos mexicanos involucrados.

Aparte del desconocimi

ento, el enfoque a veces raya en la falta ya no solo de empatía, sino de sentido común. El ejemplo lo tenemos en el arco de las desapariciones, donde Emilia Pérez funda una asociación para buscar personas desaparecidas con el objetivo de redimirse, un problema del que directa o indirectamente fue responsable y del cual el guion nunca muestra arrepentimiento. ¿Y por qué se muestra esta falta de lógica? Es como hacer una cinta sobre los desaparecidos durante alguna dictadura y presentar a los líderes políticos responsables de estos horribles sucesos como personas que de la noche a la mañana se dedican a buscar los cuerpos, sin mostrar arrepentimiento ni culpa e ignorando la conexión entre la búsqueda y la responsabilidad de quien la ejerce. ¿Verdad que sería sumamente ofensivo para aquellos que han vivido estos eventos? Ni siquiera porque Francia está cerca de países que han vivido acontecimientos similares hay un gramo de empatía.

Y, bueno, incluso el tema del transexualismo no se libra de tener una óptica superficial. ¿Verdaderamente alguien cree que se conseguirá empatía de este colectivo reduciendo el proceso de transformación a un musical donde parece un mercado mundial de partes? O que ni siquiera haya una exploración del porqué Manitas busca convertirse en mujer. Lo peor es que esto se pudo haber arreglado de una manera tan simple: si en la transformación de Emilia hubiera habido un trasfondo psicológico, habría abonado en el “por qué”. Incluso era tan simple como asociar su masculinidad a su lado criminal o mostrar un lado humano de Manitas que precediera y justificara su transformación en Emilia. Pero no, ni de lejos los escritores alcanzan este nivel.

Emilia Perez

Y es que en Emilia Pérez todo es tratado de manera superficial; no hay un trasfondo sobre por qué un individuo buscaría hacer un cambio de género, tampoco sobre la violencia en un país o sus causas, ni sobre sus propios personajes. En momentos parece buscar apelar a un auténtico sensacionalismo para salir bien librados.

La pésima elección de casting de Selena Gómez, quien tiene uno de los peores números musicales de la película y, además de tener un perfil histriónico limitado, se ve todavía peor al no dominar el español y tener un acento “spanglish”, es una muestra del poco conocimiento que los involucrados tuvieron en la película. Al punto de que ni siquiera investigaron un poco sobre su carrera o sus orígenes, o quizás la elección obedece más a un tema de marketing o de llamar la atención.

Fuera de Karla Gascón y una fotografía estéticamente bella, no hay nada más que rescatar de una cinta que desde su concepción es un retrato superficial de varios temas (que deberían ser tratados con mayor sensibilidad) y cuyo único objetivo parece ser sensacionalista en todas sus formas: desde la elección de artistas mediáticamente populares, aunque no encajen, hasta la forma en que plasma sus tópicos. Un intento grosero de un extranjero de “intentar” entender su perspectiva sobre un problema ajeno y de imponerlo como “salvador”, “transgresor” y “único”. ¡Gracias por nada, Francia!

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