La nueva entrega de la longeva saga no termina de capturar en su misión de entretener, dentro de una franquicia que muestra desgaste y lucha por justificar su existencia.
Ghostbusters: Apocalipsis fantasma (2024)
Puntuación: ★★½
Dirección: Gil Kenan
Reparto: Paul Rudd, Carrie Coon, Finn Wolfhard, Mckenna Grace, Kumail Nanjiani, Patton Oswalt, Celeste O’Connor, Logan Kim y Bill Murray
Disponible: Estreno en cines
Aunque parezca difícil de creer, hace 40 años se estrenó Ghostbusters, comedia sobrenatural de culto, la cual marcó una época gracias a una conjunción de ideas que le han permitido sobrevivir dentro de la memoria colectiva de aquellos lejanos años 80, tales como creatividad, gags tontos y efectivos, efectos especiales caros y novedosos sumado a un enfoque que le permitía ser accesible para jóvenes y adultos. El éxito fue tal que le permitió evolucionar a una franquicia, donde ninguno de los suceros ha sido capaz de emular el éxito de la entrega original.
Ahora, en este 2024 se estrena Ghostbusters: apocalipsis fantasma, secuela directa de la primera película y de Ghostbusters: Afterlife, ambas realizadas por Jason Reitman, hijo de Ivan Reitman, quien busca no solo relanzar su obra sino también rendir homenaje al legado de los filmes previos. En esta entrega, la familia Spengler regresa a la icónica estación de bomberos de Nueva York, donde, para sorpresa de nadie, se topan con los Ghostbusters originales, quienes han establecido un laboratorio ultrasecreto para llevar la caza de fantasmas a un nuevo nivel. Este reencuentro con el cast original sirve como pretexto para que la nueva (y poco atractiva) generación de cazafantasmas se embarque en una aventura, todo para derrotar un espectro ancestral que amenaza con establecer una nueva era del hielo.
Para comenzar, el filme de casi dos horas, tarda mucho tiempo en arrancar la verdadera acción, dedicando una parte importante del metraje a expandir el lore de los fantasmas, todo esto para darle un contexto atropellado al temible villano de la película, un dios ancestral de nombre Garraka (parece sacado de una película de terror sangrienta), quien tras ser liberado de su confinamiento en un orbe, supone un riesgo lo suficientemente grande como para justificar una reunión que, si bien está repleta de nostalgia y no es un fallo garrafal, termina siendo una historia mediocre donde las excusas argumentales están a la orden del día.
Los personajes entran y salen de la trama por antojo, ahora Gary (Paul Rudd) y Callie (Carrie Coon) son pareja, lo cual podría suponer una oportunidad de darle algún tipo de profundidad a la historia, pero en líneas generales el reparto parece estar cumpliendo con un contrato en lugar de actuar con esmero, en pro de que el trabajo final se convierta en algo digno y que no funcione solamente como una máquina de generar dinero.
Se agradece que, a diferencia de su entrega predecesora, esta obra se aleje del estilo de “easter egg hunt”, donde aquel relato parecía más un intento de resolver puzzles, en este caso, desde la estética y puesta en escena, se intenta recoger elementos de la original al mezclar enfrentamientos contra espíritus, mitología al rededor de los mismos y la creación de una dinámica de grupo y camaradería, pese a que la cantidad de personajes sea demasiado grande, por lo que cada arco está algo apresurado y los desenlaces se vuelven predecibles luego de alcanzada la hora de película
Está claro que luego de los más de 200 millones de dólares de Afterlife la secuela no se iba a retrasar demasiado, el nombre y sello de los cazafantasmas vende, pero desafortunadamente, en este caso particular, la franquicia no parece tener más jugo artístico para exprimir. Los efectos visuales cumplen y son emocionantes, pese a que por el pobre guion, como espectadores estemos siendo expulsados de la narrativa de la película constantemente. Ghostbusters: apocalipsis fantasma cumple con el mínimo para los fans, tiene comedia y referencias constantes, su visionado requiere 0 esfuerzo y es muy olvidable, por lo que resulta razonable que vuelva a rendir bien en la taquilla.