Zachary Levi vuelve a demostrar ser uno de los peores actores de su generación al intentar ser el protagonista de una adaptación mal pensada del clásico libro ilustrado de Crockett Johnson.
Harold y su crayón mágico (2024)
Puntuación: ★
Dirección: Carlos Saldanha
Reparto: Zachary Levi, Zooey Deschanel, Lil Rel Howery, Benjamin Bottani, Tanya Reynolds y Jemaine Clement
Estreno en cines
A principios de este año, nos llegó la película Amigos imaginarios de John Krasinski, que desde su presentación ya olía a rancia, y la forma de interpretar a esos amigos imaginarios como algo endémico de los niños en edad escolar primaria en lugar de los niños pequeños tampoco terminó de funcionar, y ya sabemos como terminó en la taquilla; ahora un par de meses nos llega Harold y su crayón mágico, que camina en las mismas líneas que esa película de Krasinski.
Esta es una adaptación del clásico libro ilustrado de Crockett Johnson. En ella, el niño protagonista, Melvin (Benjamin Bottani), que parece estar en la etapa final de su educación primaria, pero aun así se refiere con seriedad a un perro imaginario que, según él, lo acompaña a todas partes. Se supone que es una reacción a la muerte de su padre; como en Amigos imaginarios, es en realidad una señal de alerta hacia los padres sobre como un niño puede afrontar un duelo, pero como podemos imaginar el guion trata este punto de forma superficial y engañosa.
La madre de Mel, Terri (Zooey Deschanel), lo anima con delicadeza a que haga amigos de verdad. Pero Harold (Zachary Levi), un recién llegado del mundo animado en 2D basado en las ilustraciones del libro, adopta la táctica opuesta y complace felizmente la creencia de Mel en su mascota inexistente cuando conoce a la familia por primera vez. Parece que se supone que debemos pensar que está conectando con el niño de una manera que otros adultos no saben, pero la forma en que Levi interpreta a Harold con una actitud tan agresiva y despreocupada no termina en ayudar al endeble guion, ya que esa forma entusiasta de Harold termina tirando un mensaje peligroso sobre los delirios que un niño puede estar afrontando.
Los que conocen el libro (y sus secuelas) se preguntarán: ¿no es Harold, como un bebé? La respuesta es básicamente sí: como se muestra en el libro, Harold es un niño en edad preescolar adorablemente regordete con un crayón mágico morado que da vida a todo lo que dibuja. En la película, Harold crece y se convierte en una especie de versión de dibujos animados de un hombre adulto, retozando con sus compañeros animales de creación propia, Moose (Lil Rel Howery) y Porcupine (Tanya Reynolds), y reconfortado por la presencia de su narrador invisible.
Cuando la voz del narrador desaparece, Harold y su crayón mágico deciden buscarlo en el mundo real. Al dar el salto a la acción en vivo, los animales se vuelven humanos, pero el crayón mágico todavía puede crear cualquier cosa que se le ocurra a su artista, y altera las vidas de Mel y Terri en el proceso.
Casi nada en Harold y su crayón mágico funciona. Los personajes ni siquiera tienen sentido en términos de lógica onírica; Tanya Reynolds, es la única que ofrece una buena interpretación en la película, ella logra conservar los gestos de un puercoespín en forma humana, mientras que Howery habla un montón de cosas sobre ser un alce mientras que la mayor parte del tiempo parece y actúa como una persona, excepto en las escenas en las que se convierte brevemente en un alce generado por computadora para generar más cacofonía.
Los efectos visuales de aspecto monótono en su mayoría involucran a los personajes subiendo a diferentes medios de transporte creados con crayones y gritando sobre lo maravilloso y/o aterrador que es. En un conmovedor guiño a la profesión que ha ayudado a mantener viva la obra de Crockett durante años, el malo es un bibliotecario egoísta y engreído interpretado por Jemaine Clement.
El más confuso de todos es Levi, que ha tomado la incongruencia ocasional de su actuación en las películas de Shazam (donde interpreta a un adolescente hosco en un cuerpo adulto, pero a veces actúa más como un adolescente parlanchín) y la convierte en el motor de esta. Levi arruga la cara en extenuantes paroxismos de deleite, cambia los niveles de sofisticación de Harold de una escena a otra casi pasivo-agresivamente. Siendo sinceros, ofrece una de las peores actuaciones del año.
La película sabe que debería haber una lección en algún punto, por lo que se queda, de manera bastante arbitraria, en algún lugar entre “sé tú mismo” y “la imaginación es buena”. Seguro. Justo lo que necesita un niño afligido y sin amigos: ser uno mismo.