Viggo Mortensen dirige, escribe, compone y actúa en Hasta el fin del mundo un western bellamente filmado, pero al mismo tiempo contemplativo y sombrío sobre un héroe de la vieja escuela que vive un duelo.
Hasta el fin del mundo (2023)
Puntuación:★★★½
Dirección: Viggo Mortensen
Reparto: Viggo Mortensen, Vicky Krieps, Solly McLeod, Garret Dillahunt, Colin Morgan y Danny Houston
Disponible: Google VOD
El nominado al Oscar Viggo Mortensen sigue dando pasos en el mundo de la dirección, ahora en su segundo trabajo como cineasta crea un western que no se trata de uno exactamente “revisionista”, sino que utiliza el género para crear algo diferente, pero sin ser nada ostentosamente subversivo o anacrónico en la narración de este romance que ocurre en estas tierras áridas, ambientadas primero en San Francisco en la década de 1860 y luego en una zona de matorrales sin árboles cerca de la pequeña ciudad de Elk Flats, Nevada.
Mortensen sorprende al crear una propuesta con mucha personalidad distintiva que la distingue de los ejemplos más tradicionales del género western, y esa personalidad proviene predominantemente del personaje central, Vivienne Le Coudy (Vicky Krieps), una mujer francocanadiense independiente que está decidida, como las flores que cultiva contra viento y marea y los elementos en el suelo del desierto, a sobrevivir en sus propios términos.
No se trata, en absoluto, del primer western que se centra en una protagonista femenina, pero es inusual, ya que la mayoría de los otros ejemplos, comoRápida y mortal, o la serie de televisión protagonizada por Emily Blunt, The English, tienden a centrarse en mujeres que sobreviven a las duras realidades de la vida en el oeste, casi igualando a los hombres, bala por bala y trago por trago. Aquí, el personaje de Vivienne carga un aura de feminidad muy marcada que casi no se ve en este tipo de películas, si es verdad que la mujer puede manejar una pistola y beber un trago, pero lo hace de una manera que va casi contra los rigores del Oeste. Visiblemente decepcionada por la modesta casa de Holger (“¡Qué triste! Vives como un perro”), se propone llenar de flores y belleza la casa.
Otro aspecto que utiliza Mortensen es presentarnos el final del personaje de primero, el director se maneja con elegancia en la complicada estructura no lineal de la película; nuestra primera impresión de la mujer es un momento de aburrimiento y de irritación, cuando un pretendiente pomposo y fanfarrón se sienta frente a ella en un restaurante de lujo de San Francisco y le habla sin parar. La exasperación vibra en cada fibra de su cuerpo.
Krieps es la reina de la película, y saca provecho al rico personaje; la actriz llena a Vivienne de una travesura deliciosamente inesperada, un contrapunto juguetonamente inconformista a la seria cuestión de la supervivencia en el país. Su relación con un Holger, taciturno y tierno, es totalmente persuasiva en un entorno emocionalmente árido. Cuando él se va, por un sentido de deber hacia su país adoptivo, a luchar por la Unión, Vivienne se encuentra en un lugar de verdadera vulnerabilidad por primera vez.
La violencia y la tragedia son el rumbo natural de la historia, y esta trayectoria se hace patente en cada escena y en cada plano: un mundo en el que la agresión debe ser resistida o aceptada de forma violenta y peligrosa. El título en inglés (original) surge de una pregunta lastimera de su hijo pequeño, Vincent (Atlas Green), que se pregunta si el pájaro al que Holger acaba de disparar sufre, y este le dice que no, pero esta historia está plagada de muertos que sufren, y de ahí la analogía.