Liam Neeson hace lo habitual como Liam Neeson en este thriller de acción mediocre como un asesino que intenta expiar sus pecados durante la crisis irlandesa de los años 70. Ni el carisma de Kerry Condon mejora esto.
In the Land of Saints and Sinners (2023)
Puntuación: ★★½
Dirección: Robert Lorenz
Reparto: Liam Neeson, Kerry Condon, Jack Gleeson, Colm Meaney y Ciaran Hinds
**Vista en screening**
Citando la frase de Oscar Wilde “la única diferencia entre santos y pecadores es que los santos tienen un pasado y los pecadores tienen un futuro”, la cinta de Robert Lorenz intenta llevarla a la psique del personaje que interpreta Liam Neeson en In the Land of Saints and Sinners, donde el legendario actor interpreta a un solitario pistolero que vive en un pueblo del condado de Donegal, en el noroeste de Irlanda, en 1974; un lugar donde los pecadores abundan, y los santos son contados.
Entre ellos está Finbar (Neeson), que ha estado trabajando como asesino a sueldo para un hombre llamado Robert McQue (interpretado por Colm Meaney) desde ‘el final de la guerra’, lo que nos deja comprender que ha estado haciendo esto desde hace casi unos 30 años, y realmente no sabe por qué lo hace, o como empezó ni para quién lo hace. Esto nos los dice más claro en una conversación con el personaje de Jack Gleeson, quien es elegido como un segundo asesino a sueldo que trabaja en la misma ciudad.
Aparte de Neeson y Gleeson, la cinta cuenta en su reparto con los nominados al Oscar Kerry Condon y Ciarán Hinds. Sobra decir que lo mejor del filme son las actuaciones, realmente cada actor lo intenta, pero ni siquiera ellos pueden salvar a In the Land of Saints and Sinners de la mediocridad, ya que nunca profundiza los temas que toca, ni tampoco es clara en la metáfora que intenta decirnos, con lo que vive el personaje principal y la situación política que vivía Irlanda en esos tiempos.
La película comienza con una explosión cuando un escuadrón de terroristas del IRA, liderados por el dúo de hermanos Doireann McCann (Kerry Condon) y Curtis June (Desmond Eastwood), detonan un coche bomba que mata a seis personas, entre ellos un grupo de niños. Mientras huyen de la escena del crimen, se escapan a un pueblo del condado de Donegal.
En la prisa de los criminales, desvían el cartel de bienvenida de la ciudad, haciendo que el misterio del cartel borrado sea la máxima prioridad del policía local Vinny O’Shea (Ciarán Hinds), que sale a investigar y encuentra una pista que le resultará útil más adelante. Mientras tanto, Finbar mantiene un vago coqueteo con su vecina, una mujer igual de solitaria que él, y al momento viaja hasta Bantry, en Cork (el otro extremo de Irlanda), para capturar su último objetivo de trabajo, luego de eso decide renunciar, debido a un cargo de conciencia abrupto.
La cosa no dura mucho, cuando el hermano de Doireann comienza a abusar de una niña local y él interviene para tratar de resolver el problema de manera letal, lo que despierta la ira de la mujer, y decide darle cacería para vengarse.
¿Es Finbar un santo o un pecador? Esta es la cuestión que explora la película. Como la mayoría de los personajes de Neeson, tienden a ocupar el espacio dentro del gris y Finbar no es una excepción. Fuera de eso, la cinta camina exactamente como cualquier película de Liam Neeson, yo me estoy empezando aburrir. Neeson parece estar disfrutando de este ritmo que se ha labrado como una inesperada estrella de acción tardía, pero el problema es que se siente demasiado cómodo interpretando variaciones ligeramente diferentes del mismo personaje brusco que le hemos visto interpretar en innumerables películas como Taken, Non-Stop y Honest Thief. Nesson realmente cumple, y nunca exagera su personaje, pero no da más que eso, y aquí destaca cuando no dice nada y permite que sus ojos transmiten décadas de remordimiento, culpa y arrepentimiento.
Es el personaje de Kerry Condon que tiene más atractivo; ella es la cabecilla de la manada del IRA, y es quién camina por la cuerda más tensa entre el bien y el mal. A pesar de estar dispuesta a matar por su causa, incluso tiene líneas que preferiría no cruzar, como cuando la vemos al comienzo de la película, y el plan sale mal, ella corre el riesgo de descubrir su tapadera para proteger a niños inocentes. Esto se vuelve a indicar en una de las escenas donde habla y negocia dulcemente con una abuelita a través de una puerta que acaba de presenciar a Doireann matar a un ser querido. Es un momento de compasión extrañamente oportuno, pero ilustra que todavía hay algo de humanidad en ella.
El problema de todos estos personajes, es la falta de justificación de sus motivaciones. Por un lado comprendemos sus ideas de “luchando por una Irlanda libre” pero queda simplemente en una caracterización superficial. Necesitamos más que una declaración amplia y que lo abarque todo para entender por qué están dispuestos a llegar a extremos tan violentos. Condon hace todo lo posible para agregar algún subtexto a las acciones de Doireann, pero las limitaciones de la escritura vaga son lo que la detiene.
La trama en sí plantea numerosas preguntas y da muy pocas respuestas, el guion no ofrece ninguna explicación de por qué la pequeña ciudad tiene suficiente necesidad de un negocio de sicarios organizado y próspero. ¿Cuántas venganzas podría haber en esta única ciudad de pubs? Es un poco descabellado.