Remake que nadie pidió de la película de 2018 dirigida por Olivier Masset-Depasse, ahora protagonizada por Jessica Chastain y Anne Hathaway como las dos amas de casa ricas de los suburbios cuyas vidas perfectas ocultan traumas del pasado.
Instintos asesinos (2024)
Puntuación:★★½
Dirección: Benoît Delhomme
Reparto: Jessica Chastain, Anne Hathaway, Josh Charles y Anders Danielsen Lie
Disponible: Google VOD
En un suburbio adinerado de los años 60 en Estados Unidos, poblado de coches relucientes, jardines bien cuidados y vallas blancas, las vecinas Alice (Jessica Chastain) y Celine (Anne Hathaway) disfrutan de una estrecha amistad que trasciende los aspectos más mundanos de la vida doméstica. Sin embargo, cuando ocurre una tragedia, su vínculo comienza a resquebrajarse y deformarse. La culpa, el dolor y la paranoia forman una mezcla ridícula en la nueva versión en inglés (los gringos siguen sin leer subtítulos) de la película de 2018 del cineasta Olivier Masset-Depasse ambientada en Bruselas, que ahora es protagonizada por Anne Hathaway y Jessica Chastain, cuyo duelo termina siendo algo kitsch (no en el buen sentido) e hilarantemente poco sutil.
Antes de continuar, debemos recalcar el horrible título en español Instintos Asesinos; de verdad que los encargados de mercadeo que ponen los títulos sacaron su cartón de la universidad en una caja de cereal, porque el nombre no tiene ni pies ni cabeza, y solo hace enterrar al filme más de lo que ya está enterrado.
Instintos Asesinos está escrita por Sarah Conradt, y dirigida por el célebre director de fotografía Benoît Delhomme, quien debuta en el largometraje; la cinta está basada en parte en la novela de 2012 Derrière la haine (Detrás del odio) de Barbara Abel, y en parte en la adaptación cinematográfica belga de 2018. Hathaway y Chastain interpretan a Céline y Alice respectivamente, dos amas de casa prósperas que se quedan en casa todos los días mientras sus maridos van al trabajo. Las mujeres son amigas con vidas perfectas a juego, cada una con un adorado hijo de nueve años, cada una con un robusto marido (interpretados respectivamente por Josh Charles y Anders Danielsen Lie) y cada una con un terrible trauma enterrado. Pero cuando la tragedia golpea, desencadena la sospecha irracional y la obsesión vengativa.
Aunque Alice y Celine no podrían ser más diferentes (la primera frustrada con la vida de ama de casa y desesperada por volver a su trabajo como periodista, la segunda feliz con su suerte tradicional), ambas adoran a sus hijos. Es evidente que Alice no quiere tener otro hijo, mientras que Celine no puede tener otro. Y todo cambia cuando el hijo de Celine, Max, sufre un trágico accidente. En las semanas siguientes, Celine aleja a Alice, aparentemente culpándola por presenciar el accidente de Max pero no poder evitarlo, y luego comienza a encontrar consuelo en pasar tiempo con el hijo de Alice, Theo.
Al principio, el comportamiento ligeramente extraño de Céline bien podría atribuirse a su dolor, que ha llevado a su marido a una depresión debilitante. El guion de Sarah Conradt-Kroehler en este punto no sabe como profundizar de manera correcta las emociones de cada personaje, ya que deambula entre la conmoción inicial de Céline y su posterior entumecimiento, y luego sus desesperados intentos por volver a algún tipo de normalidad; apareciendo en la escuela de Theo y organizando cenas incómodas. Toda su identidad estaba envuelta en su hijo, por lo que su forma de ser termina en un patetismo genuino porque no sabe como curar ese vacío que ha quedado, pero el material queda en la superficie, no hay una exploración rica para comprender su forma sus reacciones cada vez más extrañas.
Al no explorar correctamente las emociones de cada una de las mujeres, (ni hablar la de los esposos), cuando llega el acto final todo se siente absurdo y resulta difícil recordar los interesantes y plausibles toques de disfunción y ambigüedad que había en las escenas iniciales, y es por eso que este acto se siente como una sobreactuación muy madura y tonta y de maquinaciones homicidas que provocan escalofríos en el sentido equivocado.
Problema aquí es que Benoît Delhomme quiere que su película a lo Hitchcock, que este cargaba sus filmes con un toque de humor irónico, pero aquí es que ese humor se siente postrado a la fuerza y sin el suspenso necesario; y lo que comienza con un toque impactante, concluye con una nota de farsa pura, aunque tengo que decir que las actuaciónes de Chastain y Hathaway son las que sostienen el circo.