La infiltrada busca ser un thriller político de alta tensión, pero su ejecución irregular impide que alcance su potencial. A pesar de su relevante premisa, el desarrollo fragmentado y el guion poco incisivo limitan su alcance potencial.
La Infiltrada (2024)
Puntuación:★★½
Dirección: Arantxa Echevarria
Reparto: Carolina Yuste, Luis Tosar, Iñigo Gastesi y Diego Anido
Disponible: Movistar Plus
Dirigida por Arantxa Echevarría y con un guion coescrito por la propia cineasta junto a Amèlia Mora, La infiltrada aspira a ser un thriller político de alta tensión basado en hechos reales, pero su resultado final se encuentra marcado por una ejecución irregular y una propuesta narrativa que oscila entre el realismo y el esquematismo. Basada en la historia real de Aranzazu Berradre Marín, la cinta reconstruye la arriesgada labor de una joven agente de la Policía Nacional que, con apenas 20 años, logró infiltrarse en la izquierda abertzale y convivir con miembros de ETA durante ocho años, contribuyendo a la desarticulación del comando Donosti.
Echevarría imprime un tono sobrio que intenta evitar el sensacionalismo, pero la puesta en escena carece de la solidez necesaria para sostener la tensión de la historia. A pesar de contar con una premisa poderosa, la ejecución de la trama se ve afectada por un desarrollo narrativo que en ocasiones resulta torpe y fragmentado. La intención de priorizar el realismo se diluye en una estructura que por momentos se siente mecánica, impidiendo una inmersión total en la psique de la protagonista.
La dirección de Echevarría es efectiva y cumplidora, pero no ofrece nada excepcional. Mediante una fotografía de tonos fríos y una composición visual austera, la cineasta enfatiza el aislamiento y la creciente tensión que define la existencia de la protagonista. La cámara solo intenta construir los momentos de incertidumbre y de miedo que vivía la mujer con los miembros de ETA, y todo este aspecto se construye a base de un montaje de un ritmo pausado, que si bien es la mejor forma de contar la historia, al espectador se le puede parecer eterno, ya que el filme carece de grandes picos hasta que llega a su desenlace, que es el momento más arriba de la película.
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Luis Tosar, en el rol de su superior en la policía, brinda una actuación sólida que refuerza la dimensión humana y burocrática del operativo; mientras que Iñigo Gastesi también aporta profundidad a la narración con una interpretación convincente de uno de los militantes con los que la protagonista debe relacionarse, pero es el personaje de Diego Anido, quien encarna al terrorista Sergio Polo que roba cada escena que aparece en pantalla, incluso su entrega es el que aporta la mayor tensión al relato.
Si bien la película intenta explorar las complejidades del poder y la manipulación ideológica en el contexto del terrorismo vasco, el guion no profundiza lo suficiente en las dinámicas políticas y personales de los involucrados. Se evita una postura maniquea, pero la representación de los diferentes actores del conflicto resulta más esquemática que poliédrica. La falta de matices en la construcción de los personajes secundarios y la ausencia de momentos que realmente tensionen la moralidad de la protagonista terminan por reducir el alcance reflexivo de la cinta.
Esto especialmente ocurre, debido a que la película desaprovecha la oportunidad de abordar con mayor profundidad los dilemas éticos de la infiltración y el precio de la lealtad en un contexto de guerra encubierta. En su afán por equilibrar el relato entre el thriller y el drama psicológico, termina por no consolidarse en ninguno de estos terrenos con la contundencia esperada.
En conclusión, La infiltrada es una película con una premisa atractiva y un tema de gran relevancia histórica, pero su ejecución irregular impide que alcance el impacto deseado. La dirección de Arantxa Echevarría se muestra indecisa entre jugar con el realismo y una estructura narrativa convencional, resultando en un thriller que, aunque efectivo en ciertos momentos, no consigue trascender en su tratamiento del conflicto. A pesar del compromiso de su elenco, la falta de profundidad en su guion y la fragmentación de su ritmo la convierten en una obra un tanto básica. Un intento valioso, pero que no logra explotar todo su potencial.