Steven Spielberg se remonta a su infancia para darnos una película entrañable, llena de belleza y de amor al cine, con una entrega de Michelle Williams digna de un Oscar, como su madre.
FICM 2022 | Los Fabelmans (2022)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Steven Spielberg
Reparto: Michelle Williams, Paul Dano, Gabriel LaBelle, Seth Rogen, Julia Butters, Judd Hirsch, Jeannie Berlin y Oakes Fegley
Steven Spielberg es un cineasta que siempre ha cargado de nociones de amor y dolor al término de las familias en sus obras, tanto aquellas en las que nacemos como las que elegimos para nosotros mismos. Aunque su tierna devoción por los lazos domésticos, a menudo suburbanos, quizás nunca haya sido tan evidente como en la desgarradora “Los Fabelmans”, su película más personal, una que revive magníficamente los recuerdos de su infancia y juventud, pero al mismo tiempo nos enamora una vez más del cine, pero un cine que te invita a soñar.
Spielberg es un nombre que ya ha demostrado todo, pero aun todavía nos puede sorprender, ahora nos envuelve mágicamente para contar su autobiografía escapista. Pero no importa cuán rosada pueda contarnos dicha historia, el aire de melancolía se siente profundamente palpable. Es un pasado marcado por crecer adorando las películas, su vida criada en una familia judía en un mar de cristianos (y, a veces, matones antisemitas), así como sus queridos padres: su manso padre ingeniero y su madre música, felizmente casados por un largo tiempo hasta su eventual separación.
En ese sentido, “Los Fabelmans” es una historia sobre la mayoría de edad, un romance, un drama emocional, un relato de resiliencia familiar, un cuento de hadas y la historia de un joven artista que encuentra su voz, todo en uno. También ofrece el más mínimo indicio de una estructura episódica a medida que se desarrolla durante una década en tres estados. Toda una epopeya encantadora, sensible y, a menudo, divertida.
En otras palabras, “Los Fabelmans” se siente como el clímax de todo lo relacionado con Spielberg, una vez más acariciada por la lente nítida y reluciente de Janusz Kaminski y la partitura suavemente nostálgica de John Williams. Es un trabajo delicado y extenso, que honra amorosamente la educación judía, por un lado y lamenta abiertamente la separación de sus padres, mostrada con honestidad y generosidad, su obsesión por el cine siendo una constante a través de todo.
Dicha pasión por el cine es la entrada de Spielberg en “The Fabelmans”, con el joven y visiblemente asustado Sammy Fabelman parado afuera de una sala de cine con sus padres Mitzi (Michelle Williams, simplemente sensacional y de otro mundo, uno de los mejores papeles de su carrera) y Burt (Paul Dano, discretamente conmovedor), reacio a ver su primera película, ” El espectáculo más grande del mundo”. Pero la cinta de Cecil B. DeMille tiene un momento que marca al niño Sammy, detalle que le despierta la curiosidad por el cine.
La cinta arranca cuando los Fabelman viven en Nueva Jersey, los vemos en cenas familiares y animadas mientras comen en platos desechables y un mantel de plástico, desechados inmediatamente después para que las suaves manos de pianista de Mitzi puedan evitar fregar los platos. Hay mucha alegría en estas escenas, compartidas por las abuelas, las hermanas de Sammy y un amigo cercano de la familia al que llaman tío Bennie (Seth Rogen).
Luego la familia se muda a Arizona y a California, cuando estamos ya en esos territorios, la cinta aumenta gradualmente en complejidad emocional, especialmente una vez que Sam ya es interpretado por el maravilloso Gabriel LaBelle, quien da una actuación revolucionaria que lo convierte en una estrella a seguir.
Antes de terminar mi impresión de Los Fabelmans vista en el Festival de Morelia, hay que destacar la corta pero notable aparición de Judd Hirsch, que interpreta al tío Boris, un hombre sabio que ha trabajado en circos y películas por igual. “El arte te dejará solo”, le dice a Sam, detectando su talento y apetito insaciable para crear arte al instante, quizás incluso más que su propia familia. “El arte no es un juego. El arte es como poner la mano en la boca de un león”, todo un personaje que el director nos deja en claro el impacto que tuvo sus palabras.
La cinta no es una obra de profundidad ni nada de eso, es simplemente una carta de Spielber a su legado, a su familia y a sus fans, como él mismo lo ha mencionado: una obra de un “creador de imágenes”, como lo expresa John Ford, a quien Sam conoce en las oficinas de Paramount al final de la película. (anécdota encantadora que Spielberg contó en entrevistas anteriores, Ford es interpretado por otro cineasta famoso en un cameo encantador que no sería divertido estropear todavía).