The Storm (大雨) propone un universo animado vasto y simbólico que privilegia la emoción sobre la claridad narrativa. Visualmente es deslumbrante, con paisajes pictóricos y una animación de alto nivel.
The Storm (2024)
Puntuación:★★★
Dirección: Yang Zhigang
Animación
Disponible en VOD
The Storm (大雨) es una experiencia cinematográfica que se mueve en una contradicción constante: parece incomprensible y, al mismo tiempo, profundamente clara en sus emociones esenciales. Yang Zhigang construye una obra animada que apuesta por un universo vasto, cargado de simbolismo y mitología, pero que rehúye deliberadamente a las convenciones narrativas más accesibles para el espectador occidental. El resultado es una película que desconcierta tanto como seduce.
La relación entre Mantou y Daguzi funciona como el verdadero ancla emocional del relato. Desde sus primeros minutos, la película logra establecer un vínculo paterno-filial sincero, frágil y conmovedor, que convierte a ambos personajes en el principal motor afectivo de la historia. Aunque el guion se dispersa en múltiples líneas narrativas —imperios antiguos, guardianes de la luz, sustancias corruptoras y profecías—, es esta relación la que mantiene el interés y la empatía del espectador incluso cuando la trama se vuelve caótica.
Narrativamente, The Storm desafía la estructura clásica. La película avanza como una sucesión de acontecimientos que, en ocasiones, parecen ocurrir “porque sí”, sin una explicación clara de las reglas que rigen su mundo. La enfermedad, los poderes, la transformación monstruosa de Daguzi y el papel de cada personaje se presentan de forma ambigua, cambiante, casi fragmentaria. Esto genera la sensación de estar viendo una secuela sin haber visto la primera parte, como si el filme asumiera un conocimiento previo de su universo mítico y cultural.

Este enfoque no parece un descuido accidental, sino una decisión creativa profundamente enraizada en su contexto cultural. The Storm se siente orientada principalmente al público chino, donde ciertos símbolos, ciclos y figuras mitológicas pueden leerse con mayor naturalidad. Para el espectador internacional, la experiencia exige una lectura más intuitiva que racional, aceptando la confusión como parte del viaje.
Donde la película alcanza una fuerza indiscutible es en su apartado visual. La animación es deslumbrante, con paisajes que evocan acuarelas vivientes y una dirección artística que no tiene nada que envidiar a grandes estudios japoneses o estadounidenses. El diseño de personajes, minimalista pero expresivo, favorece la fluidez del movimiento, aunque algunos cuerpos recuerdan a figuras de plastilina. El punto más débil aparece hacia el final, cuando ciertos modelos 3D resultan rígidos y poco orgánicos, rompiendo momentáneamente la inmersión.
La edición también evidencia problemas: cortes abruptos, relaciones entre personajes apenas esbozadas y conflictos que se resuelven con una facilidad casi mágica. Sin embargo, la película nunca se vuelve tediosa. Siempre hay algo ocurriendo, incluso si resulta extraño, desconcertante o difícil de asimilar.
En su tono, The Storm logra una mezcla peculiar entre lo infantil y lo adulto. Conviven personajes de estética kawaii con momentos de violencia gráfica poco habitual para el género, creando un contraste que, lejos de desentonar, refuerza su carácter híbrido. Más que una simple lucha entre el bien y el mal, la película sugiere ciclos de transformación, decadencia y renacimiento, como una rueda que nunca deja de girar.
No es una obra redonda ni completamente accesible, pero tampoco pretende serlo. The Storm (大雨) es una propuesta diferente, marcada por su origen cultural y su ambición visual, que invita más a sentir que a comprender del todo. Puede dejar al espectador confundido, pero difícilmente indiferente. Para quienes aman la animación como forma artística —especialmente aquellos cercanos a sensibilidades tipo Studio Ghibli—, esta película ofrece una experiencia tan extraña como fascinante.