La debutante Ariane Louis-Seize crea una película sobre vampiros única, profunda y existencialista, que explora con humor negro y sensibilidad el paso a la adultez, la soledad y el propósito de la vida.
Vampira humanista busca suicida (2023)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Ariane Louis-Seize
Reparto: Sara Montpetit, Felix-Antonie Benard, Noémie O’Farrell, Steve LaPlante y Sophie Cadieux
Disponible: MUBI
La adolescente Sasha (Sara Montpetit) se encuentra en una encrucijada, ya que nos es la típica joven lucha por navegar por el terreno rocoso entre la adolescencia y la edad adulta, ella tiene más problemas que la mayoría; se describe a sí misma como una vampiresa humanista, cuya conciencia simplemente no le permite matar personas para comer, lo que la convierte en una paria para su propia familia, así como en el resto del mundo. El primer largometraje de Ariane Louis-Seize parece la cinta sobre el típico coming of age, pero interesantemente la cinta lo mezcla con varios elementos que nos recuerda a películas como Only Lovers Left Alive, A Girl Walks Home Alone At Night o incluso The Hunger, aunque es lo suficientemente ingeniosa para tener su propia personalidad e impacto.
La película arranca en los años 80, en la que una joven Sasha se niega a matar a un (terrible) payaso en su propia fiesta de cumpleaños, a pesar del entusiasta apoyo de su familia, marca el tono de una película que respeta y juega con los tropos del género. Aparte de ser vampiros, la familia de Sasha lleva una existencia doméstica mundana. Si bien la luz del sol es fatal, las cruces son más una alergia menor. De hecho, el guion mantiene sus elementos de género restringidos y la mayor parte de la violencia fuera de la pantalla: su historia está impulsada por la idea más universal de una joven desesperada por ser normal. El surgimiento de sus tendencias vampíricas, que se agitan al ver sangre, es un despertar casi sexual; se trata de Sasha enfrentando sus deseos y aprovechando su poder.
Los padres de Sasha están exasperados por su incapacidad para cazar; Sasha saquea su refrigerador en busca de bolsas de sangre que chupa como si fueran cartones de jugo, lo que aumenta su aire infantil. Sasha, cada vez más hambrienta, es enviada a vivir con su prima Denise (Noemie O’Farrell). Allí, Sasha se encuentra con un grupo de apoyo emocional, donde conoce a Paul (Félix-Antoine Bénard).
Paul es un joven taciturno que sufre acoso escolar sin descanso, y desea acabar con su vida y está dispuesto a entregársela a Sasha, a quien reconoce como un vampiro. Una secuencia en la que la pareja se balancea al ritmo de los discos de jazz de Sasha en su dormitorio, con la luz cambiando de rojo a naranja a medida que surgen chispas de comprensión y atracción entre ellos, es un claro ejemplo de la evocadora taquigrafía visual de la película.
La dirección de Seize se destaca por su tono ingenioso y fresco en el género de terror, logrando un estilo que equilibra la melancolía de la protagonista con un humor negro inteligente. Desde el principio, la película evita caer en estereotipos vampíricos comunes, aportando una narrativa introspectiva, sensible y humana que rompe con las representaciones clásicas del vampiro. La estética es sombría pero accesible, y Louis-Seize crea un ambiente que mantiene al espectador inmerso en una atmósfera agridulce y cargada de ironía.
Al mismo tiempo utiliza una narrativa que avanza en un ritmo pausado, pero medido, lo cual permite apreciar tanto los momentos de tensión como los momentos de introspección de Sasha. Sin embargo, esta elección puede resultar algo lenta para quienes busquen una película de terror más dinámica o cargada de acción. Louis-Seize logra que el público empatice con el dilema moral de Sasha, aportando un nuevo enfoque sobre lo que significa ser vampiro y ser humano, en especial desde un prisma existencialista.
La película maneja temas profundos como la aceptación de la muerte, el sentido de la vida y la soledad existencial de una manera que no es condescendiente ni sobreexplicativa. El guion ofrece momentos de diálogo interesantes y bien estructurados que invitan a la reflexión sin perder el humor sutil que caracteriza al personaje principal.
Pero sin dudas, el corazón del filme es la interpretación Sara Montpetit, quien dota al personaje de Sasha de una vulnerabilidad inesperada, lo que permite al espectador ver la lucha interna de esta vampira en conflicto con su naturaleza. La actriz consigue transmitir tanto el cansancio de una vida eternamente repetitiva como el deseo de encontrar una manera significativa de vivir (y morir) en el presente.
El reparto secundario cumple bien su papel en apoyar la narrativa y las emociones de Sasha, aunque algunos personajes se sienten algo unidimensionales en comparación con la complejidad de la protagonista. La química entre Montpetit y Félix-Antoine Bénard logra funcionar muy bien, ya que está relación es la base de la película, aunque algunos de sus encuentros parecen un tanto forzados en función de la evolución narrativa.
Vampira humanista busca suicida es una obra fresca y única dentro del cine de vampiros. Ariane Louis-Seize ofrece una perspectiva profunda y filosófica que, con un humor oscuro e irónico, explora la soledad y la búsqueda de significado en la vida.