La crisis de identidad de género de una niña se refleja con la crisis de identidad de su madre como artista en esta interesante película de Estibaliz Urresola Solaguren.
20.000 especies de abejas (2023)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Estibaliz Urresola Solaguren
Reparto: Sofia Otero, Patricia Lopez Arnaiz, Ane Gabarain, Itziar Lazkano, Martxelo Rubio, Sara Cozar y Unax Hayden
**Vista en screening**
En los últimos años el cine español ha mostrado una ola de nuevas directoras que buscan retratar una intimidad muy profunda en sus obras, entre ellas destaca a la ganadora del Oso de Oro Carla Simon (Alcarras) o la directora Alauda Ruiz de Azúa (Cinco Lobitos). Las películas de esas directoras y la película de Estibaliz Urresola Solaguren (20,000 especies de abejas) tienen mucho en común, y es que esos filmes narran de forma sencilla las historias de una familia bajo presión, cada miembro conectado en una red cuyos hilos no se pueden tirar ni cortar sin que todos se sientan sacudidos, y como rasgo interesante es que la mayoría de los filmes tienen a niños actores no profesionales como ejes de desarrollo. En este caso de 20,000 especies de abejas el personaje eje será Coco, una niña trans que es interpretada por la debutante Sofía Otero, que demuestra tal destreza que nunca deja de ser convincente, su rostro es un pozo profundo de emociones que muchos actores desearían poder hacer.
Este es el segundo largometraje de Urresola Solagruen después de tres cortometrajes y un documental. Quizás el aspecto más admirable de su guion es la forma en que esta película crea un mosaico de voces y puntos de vista sin perder nunca la simpatía por su protagonista, debido a que 20,000 especies de abejas no cuenta la historia desde el punto de vista de la niña, sino que crea todo un marco de desarrollo desde la mirada del núcleo familiar, especialmente desde la mirada de la madre de Coco, Ane (una Patricia López Arnaiz intensa) que se convierte en el segundo foco de la película, especialmente en su conflicto moral al tratar de creer hacer lo mejor por el hijo, mientras sigue su carrera profesional.
Para construir todo esto, la directora se hace dos preguntas: ¿Si el problema no es un niño de ocho años, nacido niño y criado como tal, que sabe que es una niña?, o ¿si el problema son todos los demás?
La obra de Estibaliz Urresola Solagruen es un filme que trata sobre las percepciones de las fronteras de género, y para eso busca crear un desarrollo a través de los canales geográficos y lingüísticos, ya que la cinta es hablada tanto el español como en euskera, así marcando muy bien el mundo que rodea a la familia de Coco.
Dejando atrás a su esposo estresado por el trabajo en su hogar actual, el territorio vasco francés, Ane viaja con Coco y sus dos hermanos al pequeño pueblo en la región vasca española donde creció, justo cuando planea celebrar las fiestas de verano. Ane es escultora como su difunto padre, e intenta crear nuevas piezas en su estudio.
La madre de Ane, Lita (Itziar Lazkano), cree que Coco es un apodo familiar para un niño cuyo nombre de nacimiento masculino es Aitor, y cree que la forma de ser del niño puede generar una confusión de identidad. A pesar de sus actitudes liberales y su profunda simpatía por la lucha de su hijo menor, Ane niega que la forma en que cría a su hijo le pueda afectar en algo, y para justificarse se refugia en la idea de que los niños de la edad de Coco pueden no tener género, pero el factor negación se vincula mucho más fuerte en Ane cuando se revela que sus métodos de trabajo son profundamente sospechosos.
Pero esta ciudad rural no se representa como un lugar de pleno y diverso, sino simplemente como un microcosmo del mundo en general, en su forma más normativa con espacios comunes como la piscina de la ciudad o con las tradiciones sociales desde una ceremonia de bautismo. Este pueblo es un lugar conformista y autocontrolado, en su mayoría se acepta la idea de experiencias de género diverso, pero también se piensa que las cosas se pueden “llevar demasiado lejos” sino se controlan a tiempo.
Luego tenemos al tercer personaje principal de la película, Lourdes (Ane Gabarain), la tía independiente y con los pies en la tierra de Ane, que acepta a Coco por lo que es. Es en ella quien canaliza el tema aludido en el título de la película, ya que es apicultura y le presenta a Coco, inicialmente temerosa, el mundo de sus colmenas. Urresola utiliza a las abejas como una metáfora simbólica (mentalidad de colmena, sensibilidad a los impactos ambientales, la forma en que las larvas crecen a través de etapas transformadoras de muda de piel, la cera de abejas que Ane toma prestada para hacer sus moldes) que enriquece la experiencia visual del filme.
Sin dudas 20,000 especies de abejas es un filme sencillo, pero que al mismo tiempo es atractivo y auténtico en la forma que construye a sus personajes y busca dar su mensaje que nos dice que en ocasiones la sociedad busca monstruos donde no los hay, que las ideas de quienes somos solo está en nuestras cabezas.