Hombre lobo | Review

El hombre invisible de Whannell abordaba los terrores del movimiento #MeToo a través de un personaje que enfrentaba el abuso y la manipulación de un exnovio. En esa línea, Hombre Lobo busca explorar los desafíos de la paternidad, el matrimonio y la masculinidad en el contexto de una película de monstruos. La identidad del hombre lobo se convierte en una metáfora de la violencia heredada y domesticada, un legado que puede aceptarse o resistirse.

No obstante, Hombre Lobo enfrenta dificultades al combinar los elementos reflexivos de su narrativa con los requisitos del género. Una vez que Blake es atacado y se encierra con su familia para evitar que el monstruo los alcance, su transformación gradual en una bestia resulta impactante pero predecible. Whannell no es particularmente sutil con los temas de su película, lo que hace que ciertos giros de la trama sean fáciles de anticipar. Para cuando Blake le dice repetidamente a Ginger que está en este mundo para protegerla, el público ya sabe hacia dónde se dirige la historia, aunque esté bien construida.

Técnicamente, la película ofrece momentos ingeniosos, como la forma en que se desarrolla la transformación de Blake. Aunque aterradora, la metamorfosis tiene un toque conmovedor. El impresionante trabajo de peluquería, maquillaje y prótesis permite que Abbott entregue una interpretación emocionalmente compleja. Su mirada transmite con precisión la degradación física y espiritual de un padre que lucha por proteger a su familia, incluso mientras se convierte en su peor amenaza.

A pesar de sus riesgos, Hombre Lobo es un aire fresco que logra recontextualizar un mito clásico para una nueva generación, abordando temas contemporáneos con una cierta sensibilidad. Aunque el filme intenta profundizar en los temas centrales sobre los miedos y los sacrificios que conlleva la paternidad, pero al final no alcanza la profundidad emocional y narrativa que intenta buscar, y termina cayendo en lugares comunes.