Lo nuevo de Osgood Perkins es una oda a lo absurdo, que se nutre del cine de serie B para crear una sátira entretenida, cargada de gore y sorpresas repetitivas.
El Mono(2025)
Puntuación: ★★½
Dirección: Osgood Perkins
Reparto: Theo James, Tatiana Maslany, Christian Convery, Colin O’Brien y Elijah Wood
Estreno en cines
El terror siempre ha sido un género que se presta para jugar con distintos elementos, ya que su flexibilidad y versatilidad permiten que ideas disparatadas evolucionen en direcciones impredecibles, manteniendo al público atento al próximo gran estreno. En este 2025, llega El Mono, de Osgood Perkins, quien ya sorprendió el año pasado con Longlegs, una de las películas de terror más comentadas. Esta vez, cambia completamente de registro, manteniéndose dentro del horror, pero inclinándose hacia un tono cómico que ha sido bien recibido por los más entusiastas del género.
La trama sigue a un hombre que descubre un viejo juguete de su infancia: un mono mecánico con platillos, el cual parece estar vinculado a una serie de muertes misteriosas. Con una atmósfera inquietante y opresiva, la película se apoya más en la estética y el suspenso que en la narrativa para generar tensión. Todo esto va acompañado de humor negro y comedia absurda, funcionando en niveles desiguales: mientras algunas escenas resultan realmente hilarantes, otras se alargan innecesariamente y pierden el interés.
Uno de los puntos más fuertes de El Mono es la dirección de Perkins, quien demuestra una vez más su capacidad para construir una sensación de desasosiego a través de una iluminación tenue, encuadres precisos y una banda sonora perturbadora. El diseño del animatrónico maldito es macabro y, a la vez, ridículo, lo que refuerza la autoconsciencia del filme respecto a su propia estupidez narrativa. La obra mantiene un ritmo pausado que, si bien ayuda a reforzar la atmósfera, también puede volverse tedioso para algunos espectadores. La influencia del cine de terror clásico es evidente, pero el guion no siempre está a la altura del estilo visual, que es el punto más destacado de la producción.

Por momentos, el estilo narrativo recuerda a las primeras películas de directores como Sam Raimi o Peter Jackson, quienes se nutrieron del cine de serie B para mostrar imágenes impactantes, gore desmedido y tramas al servicio del horror. En esta línea, El Mono pone a sus personajes en situaciones hilarantes que permiten insertar muertes entretenidas, donde la diversión surge desde una óptica macabra.
Las actuaciones son sólidas, con un protagonista que transmite eficazmente la angustia ante los sucesos inexplicables que lo rodean. Sus reacciones resultan divertidas, consolidando a Theo James como un actor versátil al interpretar a una pareja de gemelos, un papel tan accidentado como el desarrollo mismo de la película. Sin embargo, los personajes secundarios carecen de profundidad y desarrollo, haciendo que sus interacciones se sientan forzadas o incluso irrelevantes, lo que afecta la inversión emocional del espectador y reduce el impacto de los momentos de terror cómico.
El terror en El Mono se basa más en la atmósfera que en los sustos convencionales, lo que puede ser una virtud para algunos, pero una debilidad para quienes buscan un horror más visceral. Aunque el concepto del mono mecánico es inquietante, la película no logra explotar completamente su potencial como elemento de terror. En comparación con otras adaptaciones de Stephen King, El Mono se siente más bien como una mezcla entre Mil maneras de morir, la saga Saw y Destino Final.
En conclusión, la cinta resulta entretenida y sorprende con su humor inesperado. Sin embargo, la propia estupidez del filme (de la cual al menos es consciente) hace que el impacto inicial se diluya rápidamente.