The Alto Knights: Mafia y poder | Review

The Alto Knights intenta revivir el cine clásico de gánsteres, pero se siente anticuada y sin el brío necesario. Aunque Robert De Niro interpreta a dos personajes, el recurso resulta forzado y poco provechoso. A pesar de algunos destellos visuales, la película carece de fuerza narrativa y emocional.
The Alto Knights (2025)
Puntuación: ★★
Dirección: Barry Levinson
Reparto: Robert De Niro, Debra Messing, Cosmo Jarvis, Kathrine Narducci y Michael Rispoli
Disponible en Max

Ambientada en la década de 1950, la deslucida película de gánsteres The Alto Knights resulta anticuada en aspectos mayormente decepcionantes, evocando el cine clásico de Hollywood sin la destreza ni el brío necesarios. Narra la disputa entre los mafiosos neoyorquinos Frank Costello y Vito Genovese (antiguos amigos convertidos en enemigos), y aunque esta elegante película esté basada en hechos reales, no hay mucho que no parezca sacado de otras cintas de mafiosos de mayor calidad. Hay un detalle potencialmente fascinante —Robert De Niro interpreta a ambos personajes—, pero esto solo genera comparaciones poco favorecedoras con su trabajo anterior.

La película, dirigida por Barry Levinson y escrita por Nicholas Pileggi, plantea una premisa prometedora que nunca llega a consolidarse. La duplicación actoral de De Niro, en lugar de añadir capas de significado o ironía, se siente más como un truco vacío que como un recurso narrativo necesario. El enfrentamiento entre Frank y Vito, más allá de gestos ceñudos y miradas resentidas, apenas logra diferenciar a dos personajes que terminan pareciéndose más de lo debido, recordando involuntariamente al famoso meme de los dos Spider-Men señalándose el uno al otro.

La historia arranca con cierta energía: antes de la Segunda Guerra Mundial, Frank y Vito prosperan en el mercado negro del alcohol, las drogas y las loterías ilegales, bajo el paraguas de la familia criminal de Lucky Luciano. Pero cuando Vito regresa de Italia en 1945, descubre que su viejo amigo ha consolidado el poder y apenas le reserva un pequeño espacio. Frank, más pragmático y deseoso de respetabilidad, rehúye el lucrativo pero riesgoso negocio de las drogas, lo que enciende una guerra personal que desemboca en un intento de asesinato tan brutal como torpe.

Visualmente, The Alto Knights intenta estilizarse mediante escenas en blanco y negro, fragmentos de noticieros de época y guiños al cine clásico de gánsteres. El título hace referencia al club nocturno de posguerra donde los protagonistas solían encontrarse, aunque su título original, Wise Guys, parecía apuntar demasiado directamente a Goodfellas, otra obra mayor basada en un libro de Pileggi. El filme reproduce con corrección los rituales del género —las barberías, los complots en la sombra, las traiciones susurradas—, pero rara vez consigue inyectarles vida nueva.

El ritmo se resiente además por diálogos expositivos extensos y situaciones que parecen explicadas más que vividas. Cuando la policía captura a toda la cúpula mafiosa en una reunión masiva en el norte del estado de Nueva York, el guion sugiere que Frank pudo haberlos traicionado en secreto para protegerse. No obstante, la película absuelve sentimentalmente a su protagonista, mostrándolo encerrado junto a Vito, en una especie de epílogo indulgente.

Hay pequeños destellos de humanidad, como cuando un Frank envejecido y melancólico se ve obligado a pasear a sus perros por Central Park, abrigados con lujosos abrigos de visón para protegerlos del frío. Momentos como este otorgan una melancolía otoñal que, aunque insuficiente, ofrece un atisbo de lo que The Alto Knights podría haber sido: un estudio crepuscular sobre el ocaso de los hombres duros.

En resumen, The Alto Knights posee una factura correcta y algunos destellos visuales, pero le falta la energía, el riesgo y la profundidad emocional que podrían haber elevado esta historia más allá del homenaje pálido al cine de mafiosos de antaño.

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