Magic Farm | Review

Magic Farm, es una sátira feroz y estilizada sobre el periodismo sensacionalista y la mirada colonial de los estadounidenses hacia América Latina. A través de una historia tragicómica, la película expone la ignorancia y superficialidad de estas personas. 
Magic Farm (2025)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Amalia Ulman
Reparto: Chloë Sevigny, Alex Wolff, Joe Apollonio Guillermo Jacubowicz, Amalia Ulman y Simon Rex
Disponible en Mubi

Magic Farm, dirigida y protagonizada por Amalia Ullman, es una sátira aguda que disecciona las fantasías de los jóvenes profesionales estadounidenses sobre América Latina, y lo hace desde un registro estilístico tan provocador como formalmente lúdico. El filme se centra en un grupo de periodistas audiovisuales que viajan a Argentina con la intención de realizar un reportaje sobre un artista local de la región. Sin embargo, por un error geográfico y de percepción, al llegar se dan cuenta que están en el país equivocado, que al artista no es de Argentina,  dando pie a una cadena de eventos tragicómicos que revelan la ignorancia, el sensacionalismo y la arrogancia inherente a ciertos modos de hacer periodismo.

El personaje de Elena, interpretado por la misma Ullman, funciona como una figura de contraste: es la única que habla el idioma local y que, en su rol de asistente, queda atrapada entre dos mundos. Elena no solo es traductora lingüística, sino también cultural, aunque la distancia entre ambos grupos parece irreconciliable. La película construye en torno a ella una tensión constante: su posición de subalternidad revela las dinámicas de poder entre el norte y el sur global, sin necesidad de subrayarlo didácticamente.

Uno de los ejes críticos del film es su retrato del periodismo estilo Vice News o MTV: superficial, performático y carente de compromiso real. La narrativa de crisis que los protagonistas buscan explotar es en sí una fabricación, lo que parece una comedia lésica e inofensiva esconde una “quiet anger” frente al uso y abuso de la imagen del “otro” como materia prima para construir contenido viral. La película es, en este sentido, una feroz crítica al consumo cultural predatorio.

En paralelo, Magic Farm introduce una subtrama sobre el uso de glifosatos y agroquímicos en zonas rurales de Argentina, y sus consecuencias sobre la salud pública. Este motivo, aunque lateral en la diégesis, funciona como un contrapunto poderoso: mientras el equipo periodístico se enfoca en ficcionalizar una “noticia inventada”, ignoran una tragedia ambiental real que afecta a las comunidades locales. Este contraste subraya la ceguera selectiva de los medios y la desconexión entre el discurso global y las urgencias locales.

Estéticamente, la película juega con recursos visuales como el lente ojo de pez, el montaje rápido estilo TikTok y una paleta de colores vibrante que recuerda al vlog y al arte pop. Estos elementos aportan una textura visual refrescante, aunque, a veces pueden volverse una distracción frente a la carga temática. Ullman no busca realismo, sino una estilización que permita observar el absurdo con distancia irónica

Las actuaciones son otro punto fuerte del film. Alex Wolff interpreta a Jeff, un joven ingenuo y torpe que representa la mirada bienintencionada pero desinformada de muchos viajeros culturales. Chloë Sevigny, con una presencia tensa y cortante, encarna el escepticismo y el desdén de la autoridad editorial. Destaca especialmente el personaje de Justin (Joao Polônio), cuyo vínculo con un recepcionista local ofrece algunos de los momentos más tiernos y sinceros de la película.

La inclusión de Simon Rex en un pequeño papel introduce una dimensión sobre la responsabilidad individual y la cultura de la cancelación, enmarcando la película dentro de un debate contemporáneo sobre poder, culpa y redención en el espacio mediático.

Magic Farm logra equilibrar su crítica con momentos de humor absurdo y ternura inesperada. Ullman no se limita a satirizar; también ofrece una mirada empática sobre la alienación, la ignorancia estructural y la necesidad de construir puentes más allá del oportunismo mediático. En su mezcla de comedia, crónica y videoarte, la película emerge como una de las propuestas más provocadoras del cine independiente reciente.

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