Sauna | Review

Sauna de Mathias Broe, es un drama queer melancólico que sigue a Johan, un joven gay solitario, y su relación con William, un hombre trans. Ambientada entre saunas, bares y playas, la película explora la fragilidad del deseo y la dificultad de pertenecer incluso dentro de las comunidades queer.
Sauna (2025)
Puntuación:★★★
Dirección: Mathias Broe
Reparto: Magnus Juhl Andersen, Nina Rask, Dilan Amin y Klaus Tange
Disponible: VOD Google Play

En su ópera prima Sauna (2025), Mathias Broe construye un retrato íntimo y melancólico de un romance queer que se desarrolla en los márgenes de Copenhague. Más que un drama de amor, la película es una exploración de la pertenencia y del anhelo en un espacio marcado por la tensión entre lo público y lo privado, lo íntimo y lo anónimo. Desde el mismo escenario elegido —la sauna gay Adonis, laberinto oscuro de cuerpos, mirillas y encuentros fugaces—, el director instala una metáfora sobre la dificultad de encontrar un lugar propio en medio del deseo desbordado y de las jerarquías internas dentro de la comunidad queer.

El relato se sostiene principalmente en la interpretación de Magnus Juhl Andersen, quien da vida a Johan, un joven perdido entre las luces rojas de la ciudad y el frío vacío de la mañana. Su inocencia y vulnerabilidad lo convierten en un personaje profundamente humano, casi infantil en su necesidad de afecto, lo que intensifica la incomodidad cuando esa búsqueda lo empuja hacia actitudes erráticas. Frente a él, Nina Rask encarna a William, un hombre trans que se aproxima al vínculo con distancia, consciente de los límites que la sociedad —y, en este caso, incluso los espacios queer— le imponen. La relación entre ambos se convierte en el núcleo emocional de la cinta, un vínculo frágil que nunca alcanza a consolidarse porque está atravesado por exclusiones y silencios.

Broe filma con una quietud contenida, evitando la estridencia o el melodrama. Su puesta en escena privilegia los primeros planos, capturando la intimidad de las miradas y el peso del aislamiento. En ello radica tanto la sensibilidad como la timidez de su propuesta: se percibe una voluntad de cuidar a sus personajes, de no exponerlos con violencia, pero al mismo tiempo esa contención limita la posibilidad de profundizar en la dureza de las experiencias que retrata. El filme parece moverse con cautela, consciente de que el deseo, la transexualidad y el amor queer todavía son territorios cargados de miradas externas que buscan simplificar o estigmatizar.

La sauna, la playa y los apartamentos de Copenhague funcionan como escenarios de tránsito, nunca como refugios estables. Esa condición errante refleja a la perfección el estado emocional de los protagonistas: Johan, atrapado en su necesidad de complacer, y William, aún en proceso de autodefinición. El contraste entre la multitud ruidosa de los clubes y la profunda soledad de los personajes revela una paradoja central: es posible estar rodeado de cuerpos y, aun así, sentirse absolutamente solo.

Si bien Sauna evita los finales complacientes y se adentra en la complejidad de una relación atravesada por tensiones sociales y personales, su mayor logro no está en el desenlace sino en la atmósfera. El filme habita un tono sombrío y envolvente que convierte lo cotidiano en un espacio de fragilidad emocional. Esa melancolía, sostenida por la dirección de Broe y por las actuaciones de Andersen y Rask, hace de la película una pieza de cine queer que, aunque contenida, posee un poder evocador.

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