Song Sung Blue es un drama cálido y accesible que convierte una historia real improbable en un relato de resiliencia, amor tardío y vocación artística. La película se sostiene gracias al carisma de sus protagonistas, en especial Kate Hudson, cuyo trabajo aporta humanidad y emoción genuina.
Song Sung Blue (2025)
Puntuación:★★★½
Dirección: Craig Brewer
Reparto: Hugh Jackman, Kate Hudson, Michael Imperioli, Ella Anderson, King Princess y Mustafa Shakir
Disponible en cines
La historia real detrás de Song Sung Blue parece diseñada para el cine: dos músicos golpeados por la mala fortuna, un amor tardío y una banda tributo a Neil Diamond que, contra todo pronóstico, se convierte en fenómeno de culto. Craig Brewer aborda este material desde una calidez accesible, apostando más por el encanto inmediato y el espíritu de espectáculo que por una exploración profunda de sus aristas más incómodas. El resultado es una película amable, pensada para el público, que avanza con energía y simpatía, aunque no siempre con la complejidad emocional que su historia promete.
Brewer, adaptando el documental homónimo de Greg Kohs, decide alejarse del énfasis en lo delirante y lo absurdo para abrazar una mirada más empática, casi reconfortante. Esta elección transforma el relato en una celebración de la resiliencia y de los sueños tardíos, pero también suaviza conflictos que, cuando aparecen, lo hacen de manera abrupta y casi esquemática. La película se siente, por momentos, como una montaña rusa emocional en la que los giros más duros llegan sin el debido desarrollo dramático, diluyendo su impacto.
Hugh Jackman confirma su estatus como showman absoluto: su Mike Sardina es vocalmente convincente, carismático y vulnerable, capaz de transmitir la dignidad de un artista que nunca debió llegar a las grandes ligas, pero que posee el talento para sostener un escenario. Sin embargo, aunque Jackman brilla, el verdadero eje emocional de Song Sung Blue es Kate Hudson. Su Claire no solo acompaña la historia: la ancla. Hudson construye a una mujer efervescente, madre, artista y superviviente, cuya pasión por la música se convierte en un acto de resistencia frente al desgaste de la vida.

El trabajo de Hudson destaca especialmente en las secuencias musicales, donde su presencia escénica y sensibilidad vocal transmiten una autenticidad que va más allá del simple homenaje. Hay en su interpretación una calidez constante, incluso cuando el guion reduce sus luchas —internamientos, caídas físicas y emocionales— a breves interludios narrativos. Hudson logra que esas elipsis no vacíen del todo al personaje: su mirada, su energía corporal y su forma de cantar sugieren un pasado lleno de heridas que la película apenas se permite rozar.
Visualmente, la fotografía de Amy Vincent aporta tonos cálidos que refuerzan la vocación humana del relato, aunque esta estética no siempre logra compensar cierta monotonía en la puesta en escena ni la irregularidad de las actuaciones musicales. Cuando el drama finalmente irrumpe con fuerza, el estilo de Brewer tiende al melodrama acelerado, rozando lo episódico, lo que resta gravedad a situaciones que merecían mayor pausa y profundidad.
Song Sung Blue no encuentra siempre lo extraordinario dentro de lo ordinario, y ahí radica su principal limitación. Aun así, funciona como un retrato afectuoso de dos personas comunes enfrentadas a circunstancias poco comunes, sostenido por el carisma de sus protagonistas. Si la película deja la sensación de que tenía más que decir, también confirma algo esencial: en manos de Kate Hudson, Claire se convierte en el corazón palpitante de la historia, recordándonos que el cine, incluso cuando es imperfecto, puede encontrar su verdad en la entrega genuina de una intérprete.