Videodrome es la esencia del cine de David Cronenberg: atrayente, repulsivo y fascinante. Una cinta que combinada detalles sangrientos y viscerales con una narración impecable.
“’La naranja mecánica para la década de 1980”
-Andy Warhol, al referirse a Videodrome.
Siempre es complejo hablar de clásicos de culto, pues los abordajes que se le pueden dar a los mismos son múltiples. Videodrome no es una excepción, casi todo aspecto en ella genera interés, desde su producción, su elenco e incluso su distribución. La película está protagonizada por James Woods el cual posiblemente recuerdes por Once Upon A Time In America (1984) o por ser la voz original en inglés de Hades en Hércules (1997), la icónica Debbie Harry mundialmente conocida por ser la vocalista de la banda de rock Blondie y con una extensa filmografía de más de 60 proyectos, completan el cast Peter Dvorsky, Jack Creely y Sonja Smits.
La película nos lleva con Max Renn, el cual trabaja en la CIVIC-TV, un canal de televisión caracterizado por un contenido sensacionalista el cual busca ofrecer contenido visceral y explícito. En una ocasión en su trabajo mediante una antena-parabolica tropezó con una señal pirateada de un programa de tortura ultraviolento llamado “Videodrome”, por ello un amigo le advirtie que tuviera cuidado con dicho material. Max convencido de que ese es el futuro de la televisión encarga que este programa se emita y al visualizarlo este empieza a tener toda clase de alucinaciones, a medida que el filme avanza este se ve envuelto en una enmarañada conspiración.
La genialidad de Cronenberg es latente como lo es su filosofía y sus películas, Videodrome se mantiene tan revolucionaria como en 1983, sus secuencias se mantienen explícitas sin caer en lo ridículo y el subtexto, incluso, más influyente para la actualidad que para los años ochenta.
La influencia e inspiración en la obra Marshall McLuhan (El cual fue profesor de la Universidad de Toronto mientras Cronenberg era estudiante y aunque nunca logró llevar una clase con él, sus ideas lo persiguieron siempre) es visualizable en cómo el director plasma como los medios tienen el poder de afectar nuestro inconsciente por sí mismos, o si algún tipo de cambio ocurre sólo con el permiso de nosotros, el espectador.
La sobre estimulación y la reencarnación a través de la tecnología, así como la habilidad de los medios para manipular la opinión pública, son temas que para aquella década no eran tan visibles como ahora con el continuo bombardeo de las redes sociales con sus potentes algoritmos y la facilidad para encontrar todo tipo de contenidos “gore”.
Cronenberg emplea efectos de maquillaje grotescos, que van como anillo al dedo a la narrativa de esta ciencia ficción plagada de alucinaciones, y mediante esta le otorga al espectador una experiencia inolvidable donde el dolor y el deseo se funden en uno mismo, desdibujando la línea entre el erotismo, lo pornográfico y el horror.
El filme es entonces una perfecta metáfora del posthumanismo y los medios, un “must-watch” para los fanáticos del horror que ha envejecido como el buen vino, una gran película para iniciarte en el cine de Cronenberg y alistarte para ver su nuevo filme Crimes of the future.