Después de trece años de preparación James Cameron nos regresa a Pandora en su esperada secuela, que es todo un espectáculo visualmente pero narrativamente carece de encanto e ingenio.
Avatar: El camino del agua (2022)
Puntuación: ★★★
Dirección: James Cameron
Reparto: Sam Worthington, Zoe Saldana, Sigourney Weaver, Kate Winslet, Stephen Lang, Cliff Curtis, Joel David Moore, Giovanni Ribisi, Edie Falco
Disponible: estreno en cines
Trece años después de presentar Pandora al público, James Cameron nos pone de regreso en Avatar: El Camino del Agua; hay que ser muy claros que es todo un espectáculo visual extraordinario, detalle que no se puede comparar en el lado narrativo. Completamente deslumbrante en su inmersión en las tierras exóticas y los colores vívidos de esa lejana luna, la tan esperada secuela cuenta con actuaciones de captura de movimiento y efectos especiales de vanguardia muy superiores a los típicos éxitos de taquilla. Pero, al dramatizar las luchas de una familia Na’vi que tienen que escapar de un escuadrón de soldados sedientos de sangre, la epopeya de Cameron a veces pierde el enfoque, dando como resultado una imagen deslumbrante que es toda una experiencia visceral que como una historia con matices emocionales.
La trama nos sitúa 10 años desde los eventos de Avatar (2009), y en ese tiempo Jake (Worthington) y su esposa Neytiri (Saldana) formaron una familia, sus hijos Neteyam (Jamie Flatters), Lo’ak (Britain Dalton), y adoptaron una hija llamada Kiri (Weaver), cuya madre es la difunta Dra. Grace Augustine (también Weaver), no pregunten cómo ocurrió ni nada porque el filme tampoco lo hace. Para sorpresa de nadie solo de Jake, la raza humana ha regresado a Pandora, liderada por Quaritch (Stephen Lang), un marine despiadado a quien mató al final de Avatar, pero el poder del guión lo ha renacido en un cuerpo de avatar, Quaritch está decidido a vengarse, obligando a Jake y su familia a buscar refugio con los Metkayina, una tribu Na’vi que vive en armonía con el agua.
La primera Avatar era un sentimiento de protección a los bosques, El Camino del agua es un tributo a los océanos, y los Na’vi representan una vez más una civilización más consciente ecológicamente que respeta el mundo natural, a diferencia de los invasores colonizadores de la Tierra, que sólo codician Pandora por sus recursos naturales. Cameron, quien coescribió el guión, está igualmente preocupado por la maduración de Jake, explorando cómo este ex infante de marina ha adoptado las costumbres y la paternidad de los Na’vi. Al verse a sí mismo como el protector de su familia, Jake será desafiado por Quaritch y sus tropas armadas, que matarán a todo lo que se interponga en su camino para llegar a él, como ocurrió en la primera.
Claramente el avance de la tecnología se nota desde el minuto uno, y ese detalle destaca mucho más en la captura de movimiento de los actores a la hora de transformarse en estos guerreros Na’vi, la captura es absolutamente perfecta en su ejecución, el efecto es aún más impresionante , y los movimientos de los personajes durante las secuencias de acción y las expresiones matizadas durante las escenas dramáticas son más fluidas, dejando ver mucho mejor el trabajo de cada uno de ellos.
El Camino del Agua se nos proyectó en 3D, presentando velocidades de cuadro más altas (HFR) entre escenas y, a veces, dentro de ellas. Y aunque el enfoque a veces puede resultar una distracción que incluso se pueda sentir como un videojuego, la película es mucho más persuasiva que los experimentos recientes de otras cintas que hemos visto.
En la primera Avatar, se le puede comparar con cintas como Dances With Wolves, The New World o incluso con Pocahontas al contar una historia muy parecida donde un hombre común rechaza su sociedad guerrera después de entrar en contacto con una civilización más noble, pero la película de 2009 tenía un poder primitivo que, junto con la asombrosa captura de movimiento, resultó cautivadora. Desafortunadamente, la secuela no tiene una línea narrativa tan potente, con los hijos de Jake (que son centrales en la trama) no tan interesantes como él y su esposa. (Saldana, tan fascinante en Avatar, tiene menos que hacer esta vez, aunque Neytiri puede mostrar su destreza en el combate en el espectacular final). La disputa fraternal entre Neteyam y Lo’ak, ambos jóvenes Na’vi que intentan ganarse la aprobación de su padre, es bastante estándar, y del mismo modo, los tortuosos planes de los terrícolas para Pandora que literalmente siguen siendo los mismos. Y para rematar, el personaje de Jake, cae en todos los clichés posibles del hombre protector de su familia y macho alfa, haciendo que la cinta pese a tener un avance impresionante tecnológico se sienta una historia noventera.
El regreso de Weaver es casi entrañable como Kiri, quien nunca conoció a su madre biológica pero irradia una dulzura cautivadora. Winslet, que interpreta a Ronal, la esposa embarazada del sabio jefe Metkayina Tonowari (Cliff Curtis), nunca tiene la oportunidad de sobresalir entre el gran conjunto, la actriz desaparece totalmente de la trama, simplemente esta de relleno, imagino que va tener algo ma2s que hacer en la tercera.
Como dijimos, Avatar: El Camino del Agua, es una explosión de adrenalina que impacta visualmente como en sonido, y es todo lo que ofrece, no hay más, ya que sus personajes y arcos narrativos se quedan cortos o casi nulos.