En el año 1996 llegó a los cines una película llamada Tornado, cinta protagonizada por Helen Hunt y Bill Paxton que impactó por su fórmula y la forma de mostrar a los tornados; 28 años después nos llega una “secuela”, “reinicio” o lo que sea este nuevo filme. Esa espera ha valido la pena afortunadamente, ya que lo que vemos en pantalla es un remolino de espectáculo a gran escala, personajes agradables y una trama que funciona, pero todos sabemos que es solo una excusa para lo que queremos ver.
Tornados comienza con una secuencia de suspenso espectacular, en la que un grupo de cazadores de tormentas de Oklahoma liderados por la intuitiva Kate (Daisy Edgar-Jones) pierden su tornado en un cielo gris y espeso, girando el cuello como si fueran nadadores que temen un ataque de tiburón. La catástrofe claramente les llega y deja varias secuelas… Cinco años después, Kate está rastreando los patrones climáticos detrás de un escritorio en Nueva York. Entonces Javi (Anthony Ramos), de su antiguo equipo, vuelve a entrar en su vida y le ruega que se una a su nuevo equipo para enfrentarse a una serie de tornados que están ocurriendo en Oklahoma, y desean poder estudiarlos.
Más que una secuela, Tornados se puede decir que es un reinicio (el único “personaje” que regresa es Dorothy, el dispositivo científico inventado para escanear los datos internos de un tornado) y, no obstante, genera muchas referencias a la historia, ya que Kate y Javi compiten con otros cazadores para llegar a estos embudos de furia. Su principal rival es el “domador de tornados” Tyler Owens (Glen Powell), un hombre arrogante y carismático que luce un sombrero de vaquero y una camiseta blanca mojada para sus millones de suscriptores en YouTube.
Al igual que el personaje de Helen Hunt en Tornado, Kate vive con demonios, es decir, el recuerdo de las muertes de sus seres queridos. Y aunque ninguna de las dos películas podría describirse con precisión como incisiva a la hora de sondear la psique humana, Tornados pierde más tiempo que su predecesora tratando de que los espectadores se interesen por las historias estereotipadas de sus protagonistas (Tyler tiene un pasado igualmente insulso y problemático, por no mencionar una frase simplista para enfrentar sus traumas: “No enfrentas tus miedos, los superas”).
Lee Isaac Chung sabe muy bien el juego que está haciendo aquí, y para eso logra manejar los ritmos de los personajes con gracia, conservando algo del corazón y emociones humanas como lo hizo en su anterior trabajo Minari (2020). Criado en una granja de Arkansas, Chung también tiene un buen ojo para la cultura rural estadounidense, no solo en sus elecciones de música country y una escena de rodeo enérgica, sino también en su gusto por los paisajes abiertos y su preocupación por las comunidades.
Eso es muy bueno para la el filme, ya que cuando la cinta reposa en esos momentos, sabes que el siguiente acto de Tornados te va a sacudir; y es que la cámara de Lee Isaac Chung sabe como admirar el asombroso poder de estos tornados, la película ofrece los placeres simples pero innegables del género de los desastres. Si los efectos de Tornados fueron de vanguardia para su época, y en esta nueva película se demuestra cuánto más sofisticado se ha vuelto la tecnología casi tres décadas después. Esas imponentes y amenazantes nubes en forma de embudo son infinitamente cautivadoras.