Russell Crowe interpreta a un actor que interpreta a un sacerdote que es poseído en medio rodaje. Un filme diabólicamente malo, que ni todas las caras que pone Crowe puede salvar un filme desordenando.
Exorcismo (2024)
Puntuación: ★
Dirección: Joshua John Miller
Reparto: Russell Crowe, Ryan Simpkins, Sam Worthington y Chloe Bailey
Estreno en cines
Es curioso que ver como varios actores llegan a cierta edad la propia industria los empieza a desechar, y lo empiezan arrinconar obligándoles a terminar trabajando en filmes de dudosa calidad una y otra vez, esto ocurrió con las carreras de actores del calibre de Robert De Niro o Liam Neeson, y es por eso que no extraño notar esas mismas similitudes en los últimos años del ganador del Oscar Russell Crowe, que sus últimos trabajos son terribles en el mejor de los casos, tales películas fueron Unhinged, el drama bélico Land of Bad, el thriller policial Sleeping Dogs, quizás el más curioso podría ser The Pope’s Exorcist, que para asombro fue un éxito de taquilla.
Su éxito fue tal que no solo garantiza una secuela (The Pope’s Exorcist 2), sino que también llevó a que otra de sus películas de exorcismo se salvara del infierno del streaming y se entregará a la pantalla grande, y es así como nos llega Exorcismo, que tiene una historia de fondo interesante, está inspirada vagamente en la experiencia del director Joshua John Miller como hijo del actor Jason Miller, quien interpretó al padre Karras en la cinta original El exorcista. Las historias de su padre sobre el set embrujado llevaron a que el John Miller hiciera un filme sobre dicha experiencia, aspecto que suena bastante interesante.
Lástima que eso es solo un borrador, ya que el filme que vemos en pantalla es predeciblemente descuidada, torpe, con un montaje atropellado, haciendo que una película sobre una producción maldita, termine siendo una experiencia de visualización maldita, una pena porque hay algo inicialmente convincente en la idea. A pesar de que tantas películas de terror sufren de horrores en el set, es un fenómeno en gran parte inexplorado en la pantalla y hace que el primer acto se sienta fresco e interesante, pero el guion del propio Miller termine cayendo en todos los rincones predecibles, clichés y básicos del género; incluso el guion es tan descuidado que nunca termina de desarrollar sus ideas, y deja varios huecos argumentales en el aire.
La película inicia con una escena que sigue a un actor ensayando una escena que termina matándolo. Su muerte deja espacio para que Tony (Crowe), una estrella alguna vez estimada que perdió su camino después de que el alcoholismo se apodera de él, monte su regreso. El papel que le ofrecen es el de un hombre de Dios que ayuda a una madre a salvar a su hija del diablo; Tony se ve obligado a enfrentarse a su pasado, ya que creció como un niño que, como muchos otros, fue víctima de las garras de un sacerdote. A medida que comienza el rodaje, la mente nublada de Tony comienza a afectar la película, atormentada por el abuso, la adicción y, como ya habrás adivinado, algo mucho más oscuro.
A medida que la película se adentra en su nefasto acto final, el infierno de la producción se hace patente y observamos con horror, como deben haber hecho aquellos en la sala de montaje de pesadilla, tratando de darle sentido a algo sin sentido. ¿Dónde lo hizo?, ¿cómo lo hicieron?, ¿qué fue eso? En una película que debería resultar claustrofóbica, centrada en la caída de un hombre, estamos demasiado ocupados haciendo preguntas como para permanecer en el momento y esa confusión nos aleja cada vez más.
Sobre decir que el clímax es terriblemente malo, haciendo que la cinta termine de hundirse a tal punto que podemos estar hablando de que esto podría ser el de cualquier vieja película sobre exorcismos, aquí lo que vemos son gritos y apuñalamientos de alto volumen y bajo impacto. Sin embargo, es mucho mejor director que guionista y la película está hecha de manera nítida y reflexiva, por lo menos parece que pertenece a la pantalla grande, y eso ya es algo.