Skincare | Review

Con unas actuaciones cargadas de chispa y magnetismo, Skincare es un filme con una premisa interesante, pero su dirección es bastante confusa, ya que los personajes están mal definidos, entonces cada decisión que hacen se siente más tonta que la anterior.
Skincare (2024)
Puntuación:★★
Dirección: Austin Peters
Reparto:  Elizabeth Banks , Lewis Pullman , Nathan Fillion , Michaela Jae Rodriguez y Luis Gerardo Mendez
Disponible: Google VOD  

Skincare es una película inspirada en el caso real de Dawn DaLuise, una esteticista de West Hollywood cuyas dudosas tácticas comerciales —que pudieron haber incluido la contratación de un asesino a sueldo para eliminar a un rival— fueron noticia en la era de Los Ángeles a mediados de la década de 2010. Varios años después, esa historia tan absurda como real llega a las pantallas, y el papel de Dawn corre a cargo de Elizabeth Banks, aunque en la película la conoceremos como Hope Goldman. El director y coguionista Austin Peters juega con los hechos para darle a la película un aire más “hollywoodense” (irónico, considerando que el escenario es Hollywood).

Cuando conocemos a Hope, notamos que está en la cima de su carrera. Su salón va bien y está a punto de lanzar su propia línea de cosméticos, la cual está promocionando intensamente. Sin embargo, a pesar de su aparente éxito, parece estar en apuros económicos; su casero le recuerda constantemente cuándo debe pagar el alquiler. Todo empieza a desmoronarse con la llegada de Ángel Vergara (Luis Gerardo Méndez), quien abre un negocio similar al de ella, relegando a Hope al pasado. Su fortuna comienza a tambalearse y, para empeorar las cosas, ha atraído a un acosador. No contento con simplemente observarla, el acosador empieza a sabotear su vida y su negocio, publicando anuncios falsos en sitios de sexo, haciendo parecer que participará en fantasías de violación y otros actos degradantes. Su clientela empieza a abandonarla; Brett Wright (Nathan Fillion), un personaje de la televisión local, retira una entrevista pregrabada de su programa matutino, y sus problemas financieros se agravan. Espero culpa de todo a Ángel. Desesperada, recurre a un nuevo conocido y amante, Jordan (Lewis Pullman), quien afirma ser un influencer y gurú del marketing. Más tarde, en un acto de desesperación aún mayor, contrata los servicios de Armen (Erik Palladino), quien le ofrece una solución definitiva.

La historia es tan inverosímil que cuesta aceptar que esté basada en hechos reales, y es una pena que el director no haya optado por explorar más el absurdo inherente a la situación, al estilo de Gus Van Sant en su comedia negra de 1995, To Die For, protagonizada por Nicole Kidman. Sin embargo, Skincare se esfuerza en ser demasiado realista y seria, lo que hace que las decisiones de los personajes parezcan irracionales. Además, el tono de la película fluctúa constantemente, y el misterio sobre los acosadores de Hope resulta forzado.

Las escenas que mejor funcionan son aquellas más fieles a los eventos reales. En contraste, cuando la narrativa se desvía hacia la ficción, la credibilidad disminuye. El personaje de Armen, por ejemplo, no tiene mucho sentido, en parte porque está basado de forma vaga en un exjugador de la NFL, Chris Geile, y los guionistas no logran crear una versión cinematográfica convincente. Otro aspecto problemático es el personaje de Brett Wright, que parece un estereotipo superficial del movimiento #MeToo, aunque en lugar de ser un depredador, se presenta más como un tonto.

Lo más destacado del filme es la actuación sólida de Elizabeth Banks, aunque no sea lo mejor de su carrera, y su química con Lewis Pullman es palpable. Al final, Skincare intenta ser una comedia de aventuras alocadas, pero la parte cómica se pierde en el proceso. Los elementos de suspenso y misterio no alcanzan a generar el interés que pretende, dejando como resultado una película sencilla basada en un caso real.

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