El aprendiz | Review

Ali Abbasi crea un filme sobre la controvertida figura de Donald Trump, pero lo hace con una mirada intrigante y casi grotesca hacia un hombre cuya codicia y ambición lo llevaron finalmente a la Casa Blanca. Sebastian Stan y Jeremy Strong están simplemente soberbios.
FICM 2024 | El Aprendiz (2024)
Puntuación: ★★★½
Dirección: Ali Abbasi
Reparto: Sebastian Stan, Jeremy Strong, Martin Donovan y Maria Bakalova 

Actualmente, casi todo el mundo sabe quién es Donald Trump, un hombre que es miembro del Partido Republicano, que ejerció como el 45.º presidente de los Estados Unidos, desde el 20 de enero de 2017 hasta el 20 de enero de 2021, y que actualmente es candidato para las futuras elecciones presidenciales de dicho país. Este nuevo filme no viene a decirnos esos aspectos que todos sabemos; lo que hace la película es volcar su mirada al pasado y hacer la siguiente pregunta: ¿Qué convirtió a Donald Trump en una figura tan polarizadora hoy en día?

El Aprendiz es una propuesta que trata de todas las formas posibles de contestar esa interrogante, y lo hace mostrándonos el ascenso del magnate inmobiliario en los años 70 y 80, buscando las semillas de su insensibilidad y megalomanía sin mucho éxito. Sebastian Stan es todo terreno al interpretar a un empresario inseguro durante un período crucial, mientras que Jeremy Strong, como el despiadado abogado y mentor de Trump, Roy Cohn, es pura dinámica. Pero, a pesar de su bienvenida moderación, el debut en lengua inglesa del director Ali Abbasi nunca ofrece una visión decisiva del hombre cuya codicia y ambición finalmente lo llevaron hasta la Casa Blanca.

Cuando conocemos a Donald Trump (Stan) a mediados de los años 70, es un aspirante a líder del mundo inmobiliario de Nueva York y conoce al temido y poco moral abogado Roy Cohn (Strong). Este hombre toma al admirador Trump bajo su protección y le enseña los secretos más sucios para ser un ganador (en resumen: atacar sin descanso a sus adversarios, proclamar siempre la victoria y no confesar nunca nada). Con la guía de Cohn, Trump hace crecer rápidamente su imperio empresarial mientras se casa con la atractiva socialité Ivana Zelnickova (Bakalova).

El título El Aprendiz viene del nombre de la serie de telerrealidad de la NBC que restauró el brillo de Trump en el siglo XXI, aunque, en el caso de esta película, Trump es el que está aprendiendo las reglas del juego. Al principio, la relación entre Trump y Cohn (la de un discípulo entusiasta y un maestro malévolo) desencadena lo que es, en esencia, la historia del origen de un supervillano, que en este caso será Trump. El director de fotografía Kasper Tuxen filma en tonos apagados y ásperos, capturando una Nueva York sórdida durante una era de crisis económica que eventualmente condujo al auge de los años 80.

Abbasi se resiste a humanizar a su personaje principal, aunque él y Stan evitan la caricatura superficial. Stan hace un trabajo notablemente sutil al capturar el manierismo y los tics faciales de Trump (los labios fruncidos, los gestos bruscos de las manos, la cabeza ladeada que pretende transmitir dureza), mientras mantiene al personaje en un tamaño apropiado para lo que exige el filme. Hay guiños a cómo el padre poco cariñoso de Trump, Fred (interpretado con una frialdad apagada por Martin Donovan), lo menospreció hasta convertirlo en un hombre de negocios letal, pero El Aprendiz sostiene que fue la conducta descaradamente inescrupulosa de Cohn lo que inspiró a Trump a mentir, estafar y acosar para alcanzar el éxito. Vale mencionar que no es que Trump se haya hecho a causa de su mentor; de hecho, el filme nos deja muy claro que estos sentimientos corrompidos siempre estuvieron en él, solo que Cohn los despierta.

A pesar de un aspecto visual atractivo (la diseñadora de producción Aleksandra Marinkovich y la diseñadora de vestuario Laura Montgomery hacen un trabajo de época muy preciso), Abbasi lucha por encontrar un balance en su idea, ya que el arco que traza sobre el ascenso de Trump nunca termina de encontrar su tono, y en ocasiones parece que el director siente una pequeña fascinación sombría al ver a un ególatra irredimible derribar todos los obstáculos que bloquean su camino. Pero esa búsqueda descuidada nunca ofrece revelaciones profundas sobre el magnate, ni sugiere cómo simboliza el lado oscuro del llamado excepcionalismo estadounidense. Esto lleva a que el filme se sienta en ocasiones plano, incluso en los momentos más oscuros (incluida la acusación de Ivana Trump de que su esposo la había violado, una acusación que luego ella desmintió) respecto a la figura de su protagonista.

Cabe mencionar lo desperdiciada que está Bakalova como la pobre Ivana; la actriz nominada al Oscar apenas logra aportar algo al filme, ya que su personaje por varios momentos se siente un tanto marginado. Por otro lado, pese al trabajo feroz de Strong como Cohn, cuando el personaje contrae sida en los años 80, la película prácticamente lo va alejando de la narrativa, privando a la película de su motor, que era la dinámica de la pareja protagonista.

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