Después de dos décadas de espera, volvemos al universo de Avatar: El Último maestro del aire en acción real. La historia de un niño con poderes que queda atrapado en un iceberg durante un siglo que cuando despierta tiene que salvar el mundo.
En la serie animada hay muchos episodios de “relleno”, pero incluso esos ofrecen una visión profunda del complicado mundo del que forman Aang y sus amigos. Esos mismos ayudan a aprender las diferencias entre el Reino de Tierra, la Nación del Fuego y las Tribus del Agua, detalle vital para comprender la política del mundo; y es así que a lo largo de la serie iremos conociendo diferentes personajes y rincones de dicho mundo, todos con sus propias opiniones y experiencias relacionadas con la guerra, lo que va ayudando a Aang ir encontrando conocimiento y madurez para ser el nuevo Avatar.
Aunque la serie original fue escrita y hecha para niños, varios temas que tocaba eran bastantes adultos, pero eso mismo era lo que hacía al programa interesante, ya que nunca rehuyó de pasarlos por alto, y al mismo tiempo se tomaba el tiempo de construir los vínculos emocionales de cada personaje. El problema con la serie de Netflix es que simplemente no hay tiempo suficiente para establecer la misma relación con la audiencia. Sus ocho episodios alcanzan los aspectos más destacados del programa original, pero pierde todos los pequeños detalles que hacen que los personajes sean interesantes, emocionantes y humanos. Si bien la nueva serie comienza con fuerza, conforme vamos avanzando va perdiendo esa misma; lo que hace que nos preguntemos los motivos del porqué no pudieron hacer una par de episodios más, ya que cuando llegamos al episodio 6 todos avanza muy rápido, como que le falta desarrollo, y los eventos del último son un sin sentido de decisiones y acciones que no tienen la suficiente justificación.
Eso sí, hay varios puntos de la trama que son bastante inteligentes, que es lo que te hace continuar; aunque combinar elementos del Mundo de los Espíritus puede irritar a los leales al programa animado, pero es una necesidad para explorar la historia de fondo de Aang y comprender la importancia del reino.
Además de las luchas narrativas, hay que hablar del casting, un desafío particularmente gigantesco. El corazón de la serie está en manos de su personaje más joven, el de Aang; interpretado por Gordon Cormier, quien le aporta un alegre encanto, pero que por momentos se nota que solo recita los diálogos que le corresponde, puede ser que en ocasiones los directores no supieron como hacer que el chico logra transmitir la naturaleza juvenil y el espíritu libre que tiene Aang con la responsabilidad y la culpa que lleva como Avatar. Cormier asume esta tarea y lo saca adelante, pero tiene varios tropiezos en el camino.
Dallas Liu interpreta al Príncipe Zuko, el inquietante y torturado príncipe de la Nación del Fuego que no se detendrá ante nada para capturar a Aang en un intento de recuperar su honor y regresar a casa después de su destierro. Si bien Zuko parece ser el principal antagonista de la temporada, es mucho más conocido como el antihéroe favorito del programa, y es por eso que el personaje de Zuko es el que mejor desarrollo tiene en la serie, y el Liu logra por momentos sobresalir de todo el reparto.
Luego están los hermanos, Katara (Kiawentiio) y Sokka (Ian Ousley) de la Tribu Agua. Si bien el programa puede centrarse en Aang, Katara y Sokka son sus personajes fundamentales. Ellos son los que viven en este mundo y sirven como guía para que el público. Las mejores escenas del dúo se encuentran cerca de la segunda mitad de la temporada, cuando llegan a la ciudad del agua, donde ambos tienen que demostrar las emociones de los personajes. Kiawentiio logra darle la madurez que tiene Katara, y es por mucho la roba escenas de la serie. El mayor desafío para Ousley como Sokka es traducir el humor que tiene el personaje en la serie. Los chistes exagerados del programa original no se pueden transferir sin algunos cambios y, a veces, la adaptación se equivoca mucho al no arriesgarse como debería.
El otro gran problema de la serie son sus efectos especiales. La animación permite desafiar las leyes de la física para crear escenas impresionantes donde los personajes encienden fuego azul o se disparan picos de hielo entre sí, todo un aspecto cautivador de ver; y en esta nueva serie no siempre funciona, y en algunas ocasiones se nota mucho su CGI. Los que mejor salen parados de esto, son las escenas con la nación del fuego, especialmente los momentos con Zuko, que el actor logra impregnar un cierto realismo al combinar ese aspecto con las artes marciales. Las escenas con agua y el aire no se sienten tan naturales en la pantalla, y las peleas entre maestros del agua no encajan bien y los efectos del agua parecen poco realistas.
En resumen, Avatar: La leyenda de Aang es una serie que combina varias cosas de la serie original que no termina de funcionar debido a que no sabe como construir bien su trama y a sus personajes al no darles el tiempo necesario para que todo fluya con naturalidad, haciendo que solo ocho episodios no sean suficientes para la serie. Por otro lado, Dallas Liu eleva el espectáculo con sus escenas de artes marciales y los efectos especiales con el fuego son fantásticos, pero en otros casos no todos son perfectos y pueden parecer torpes.