Yorgos Lanthimos abandona su tono solemne para entregarse a una comedia negra que satiriza el extremismo ideológico, los conspiranoicos y la cultura corporativa moderna.
FICM 2025 | Bugonia (2025)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Yorgos Lanthimos
Reparto: Emma Stone, Jesse Plemons, Aidan Delbis, Stavros Halkias y Alicia Silverstone.
En los últimos tres años se ha notado un cambio en la discursiva de Yorgos Lanthimos. Lejos parece haber quedado la versión del director que, a través de la imagen y el guion, trataba de darle un sentido a lo escandaloso o escatológico. Hoy nos encontramos con un lado más gamberro, relajado, más cercano a ese niño bully que se sentaba atrás y se burlaba de todos.
Tras una decepcionante película en la que Yorgos parecía encontrar placer en un grupo de historias robotizadas y crueles, llega Bugonia, que parece dar en la tecla sin sentirse descolocada.
La historia sigue a dos conspiranoicos (Teddy y Don) que secuestran a una poderosa ejecutiva, convencidos de que es un alienígena que destruirá la Tierra. Si usted ya ha visto anteriormente cualquier cinta del griego, sabrá por dónde van los fregadazos: se encontrará con una comedia negra con dosis altas de violencia y escenas escatológicas, aderezada con una burla hacia los conspiranoicos en un primer nivel y, en un segundo, hacia toda persona anclada en los absolutos. También se burla de la ideología corporativa moderna de la autogestión del tiempo libre y del famoso “nadie es indispensable”. Y, por supuesto, la cereza en el pastel son dos personajes que antagonizan en comparativa y cuyo nivel de cinismo es alto.
Y sí, Lanthimos parece repetirse un poco respecto a sus dos trabajos anteriores, con dos enormes diferencias. La primera es que, en comparación con Kinds of Kindness, aquí agrega un trasfondo a su personaje principal, Teddy, mostrando las razones detrás de sus creencias: impulsadas por el dolor de la pérdida, las mentiras corporativas, la búsqueda de respuestas, la incapacidad de afrontar la realidad y el resentimiento.
Se agradece que Lanthimos añada contexto y una razón de ser a su personaje, pero sobre todo que aproveche esas características para convertirlo en un cachetadón a toda persona cuya ideología se encuentre en los extremos. Si bien pueden tener razones válidas para buscar respuestas a sus problemas —y probablemente su dolor haya sido la carnada para ser atrapados por su ideología—, el griego también muestra cómo el resentimiento y la falta de capacidad para digerir una realidad compleja son elementos que los empujan a creer en una sarta de estupideces. Mientras tanto, no tiene piedad y se pitorrea sin descanso de esta clase de gente durante toda la película, asociándolos incluso con el extremo conspiranoico más recalcitrante. Es una burla, pero con sustento.

No les extrañe si la película cae en polémica, etiquetándola de “muy woke” o “muy tibia”, pues incluso Yorgos, en varios fragmentos, reparte parejo a ambos extremos ideológicos. La otra diferencia es que, en comparación con Poor Things, Lanthimos se toma “menos en serio”, dándole un tono más ameno y sencillo a la película. Aunque eso podría considerarse una virtud, en contenido resulta su mayor defecto: su película está menos cargada que sus primeros trabajos. Más allá de la burla con sentido hacia lo radical (y quizás un leve indicio de un mensaje ecológico asociado al final y a las abejas), no hay mucho más que decir. Además, hay plot holes o huecos narrativos y un final demasiado obvio y predecible, lo que hace que, si bien Bugonia representa una mejora dentro de esta versión gamberra del director, esté lejos de ser su mejor obra.
Visualmente, si bien se aplaude el uso de la VistaVision para resaltar la claustrofobia del lugar del secuestro y el manejo de la luz oscura en interiores, es quizá su cinta menos propositiva y más “ordinaria” en el aspecto fotográfico. A destacar las actuaciones de Emma Stone, quien se consolida como la musa de Yorgos. Pero, una vez más, Jesse Plemons, como Teddy, le roba protagonismo. Dado que su papel exige distintos registros emocionales —desde la locura, la tristeza y la parsimonia—, Jesse no le teme a esa clase de interpretación, logrando una de las mejores actuaciones de su carrera.
En una versión más parecida a un episodio de South Park, Yorgos no teme burlarse de la dicotomía y la modernidad de una sociedad infantilizada, reduciéndola conforme avanza la película hasta convertirla en una pendejada.
Quizás, para el griego, la realidad (en su visión cínica) le parece una tragedia, pero a la vez, un disparate. Si esa es su nueva visión, no nos queda más que disfrutar las ocurrencias del fan número uno de Emma Stone… al menos hasta que se le ocurra otro The Lobster, El sacrificio del ciervo sagrado o desista de esa pendejada de hacer una película por año.
Por cierto, ¿ya les dije que esta locura (en el buen sentido) es un remake?