James Norton interpreta a un padre soltero que tiene cáncer cerebral y se ve envuelto en tomar la mejor para su hijo en la película de Uberto Pasolini que pese a la premisa nunca se vuelve cursi o empalagosa.
Buscando a alguien muy especial (202o)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Uberto Pasolini
Reparto: James Norton, Daniel Lamont, Eileen O’Higgins y Chris Corrigan
Buscando a alguien muy especial es una tierna película que busca reflejar de manera emotiva lo que significa el concepto de la vida, y esto lo hace desde la mirada de un hombre que es un limpiador de ventanas John (James Norton) al que le han diagnosticado cáncer cerebral y tiene un hijo de cuatro años llamado Michael, este sabe que el niño solo tendrá los recuerdos más confusos de su tiempo juntos cuando muera. También sabe que Michael es el único logro real de su vida, los golpes y la soledad de su existencia están grabados en su rostro; por cuál en sus últimas semanas de vida tiene una sola misión y es encontrar una nueva familia que quiera adoptar y cuidar a su hijo, pero John no busca una familia con dinero si no una que genere un significado de amor hacia su hijo. Es por eso que a lo largo del filme iremos viendo esa búsqueda.
Uberto Pasolini toma una historia de la vida real como punto de partida para crear una experiencia emotiva sin caer en lo empalagoso, nunca busca la lágrima fácil ni crear escenas melodramáticas, además que la cinta se sostiene por la profunda y entregada actuación de James Norton, al retratar a un padre moribundo que tiene una relación muy fuerte con su hijo (Daniel Lamont, un niño que te roba el corazón) de cuatro años.
Buscando a alguien muy especial es una película pequeña, no solo desde el punto del presupuesto, sino también en la historia, que camina siempre desde la mirada de Norton y Lamont, quienes tienen una relación tierna y alegre, misma que el filme nos la construye con muchas escenas de ellos dos juntos. Los vemos caminando hacia la escuela; jugando en el parque; o visitando a las familias candidatas a adoptar al expresivo niño. John está buscando algo, o alguien, con quien pueda conectarse, y esto lo hace con la ayuda de los ajetreados servicios sociales que investigan a los posibles padres en estas circunstancias excepcionales. Michael asiste a estas reuniones, aunque su padre no le ha explicado lo que está sucediendo. Pero los niños de cuatro años pueden ser muy perspicaces y saber que algo está ocurriendo.
Pasolini usa las escenas de entrevistas con posibles familias como una forma de ir construyendo a John; y es por esas conversaciones que sabemos que él cuidó al niño desde una edad temprana, además sabemos que ha sido lastimado, especialmente por la madre de Michael, quien los dejó cuando era pequeño y se fue para Rusia, el país natal de ella sin dejar ningún detalle o contacto.
Pasolini bebe mucho del cine de Ken Loach, incluso en la forma que retrata al personaje de John, un hombre que se aleja mucho la de figura ideal que en ocasiones nos quiere vender el cine moderno, aquí nuestro protagonista sí, es un hombre blanco, solo que es pobre, sin educación, solo y con un pasado turbulento, es claro que hemos visto ese tipo personaje en otros filmes, pero por alguna razón el retrato que hace Pasolini es diferente, el John de Norton es un hombre taciturno, marcado por la soledad, el abandono y el dolor, sentimientos que lo persiguen al saber que no pudo darle lo mejor a su hijo y lo peor es que no lo podrá ver dárselos por más que él quiera, ya que tendrá que abandonarlo.
Como dijimos el filme se va a centrar en la búsqueda de la persona que va a cuidar al niño y cuando John la encuentra sabemos que es esa persona, solo que el guion va a avanzar una media hora más, y está se va en enfocar en la forma que John acepta su destino que es poner su casa en orden, aceptar lo inevitable y tratar de convivir lo más que pueda con su hijo. Pasolini avanza lentamente hacia ese final agradable, emotivo que te rompe el corazón sin caer en escenas exageradas, escandalosas pero si conmovedoras. Todo un mérito para todos los involucrados que, en realidad, se sienten bien, a pesar de la tristeza de los eventos.