Un drama bien construido, con una atmósfera atrapante, es la representante de Costa Rica para los venideros Premios Oscar
Domingo y la niebla (2022)
Puntuación: ★★★★
Dirección: Ariel Escalante Meza
Reparto: Carlos Ureña, Sylvia Sossa, Arias Vindas, Esteban Brenes Serrano.
La pasión de Ariel Escalante es palpable en cada plano de su más reciente película, “Domingo y la niebla”, estrenada en el prestigioso Festival de Cannes dentro de la sección Un Certain Regard, destinada a obras originales y diferentes, que buscan el reconocimiento internacional. Tras competir en otros festivales de renombre con suceso positivo, Costa Rica la ha seleccionado como su contendiente para la temporada de premios, evidenciando el carácter internacional de esta producción.
Representando un mundo pequeño y desesperanzador, el filme nos introduce a una comunidad rural alejada, donde realidad y fantástico se funden como uno solo en plan contemplativo y resonante en el plano emocional, apostando por la generación de imágenes poderosas por encima de diálogos extensos.
Dentro de este contexto, se mueve el protagonista del relato, Domingo, un anciano solitario que parece ser el último sobreviviente de una época distante, aferrándose a su pasado y negando un presente que le rechaza. Esta idea suena familiar, aunque la ejecución y puesta en escena convierten al filme en una experiencia atractiva.
La trama nos sitúa en una realidad compleja pero familiar: los habitantes de dicho pueblo se ven arrinconados y forzados a vender sus propiedades por una carretera gubernamental que se está construyendo, por lo que poco a poco la zona va quedando despoblada. Sumado a esto tenemos la historia de Domingo, quien es acechado por el fantasma de su esposa representando a través de una espesa niebla, la cual se mezcla con su entorno y genera una sensación efectiva de tensión narrativa.
Bajo esta superficie, la verdadera esencia del filme se nutre de distintos géneros, como el drama, el western y lo sobrenatural, pasando por una fuerte influencia del punk y el espíritu independiente. Los efectos vistos en pantalla son prácticos, cada encuadre tiene carácter y por la forma en que se abordan temáticas como el arrepentimiento, la nostalgia, la vejez o el duelo, permiten que la audiencia reflexione y adivine hacia donde se dirige el filme, ya que no somos sobre expuestos a explicaciones o revelaciones, la mayor parte del guion ofrece la información necesaria para que cada persona descifre significados o simbolismos.
El apartado visual es atrapante, sin duda la fotografía, es el elemento mejor logrado del filme al capturar con éxito el misticismo que rodea a los personajes, intercambiando planos abiertos y reflexivos con acercamientos sofocantes, maximizados por una relación de aspecto más corta de lo usual y un aprovechamiento cuidadoso de las bellas locaciones en las que se grabó la película. El ambiente parece ser un personaje más, siendo incorporado por movimientos inteligentes de cámara, una edición mesurada y una banda sonora que acompaña en lugar de guiar.
Carlos Ureña como Domingo carga con todo el peso del filme, a lo largo de 90 minutos depende sobretodo de su lenguaje corporal y expresiones para convencer, saliendo airoso ya que sus interacciones con el resto de intérpretes no profesionales son auténticas y en su mayoría, creíbles. Algunos subtemas no terminan de desarrollarse, pero esto se compensa gracias a la estética y en general el acabado artístico de la película.
En los últimos años, el cine costarricense ha dado pasos en la dirección correcta, películas como Ceniza Negra, El Despertar de las Hormigas, Clara Sola y, en este caso particular, Domingo y la niebla, son muestra de que es posible realizar productos de calidad sin disponer de recursos abundantes, basta con tener una historia coherente y, sobre todo, tener el talento necesario para ejecutar con eficacia las decisiones creativas de sus realizadores.
-Por cierto, el poncho que usa Domingo, ¿les recuerda a Georgie en It o a Jonas en Dark?