Uno de los más grandes de la historia, quien se ha encargado de redefinir el alcance de su arte con cada una de sus producciones, a lo largo de más de 50 años de carrera. Repasamos sus mejores trabajos, estilo y sello característico.
Todos los elogios o comentarios que se puedan realizar al rededor de la figura de Martin Scorsese caerán, en algún momento, dentro del terreno de la redundancia, ya que estamos hablando de uno de los más grandes artistas que jamás haya tocado una cámara, así de simple, quien ha sido capaz de mantenerse en activo (y con mucha vigencia), pese al paso del tiempo y los avances tecnológicos que acompañan el progreso humano. Su ojo y su particular forma de construir dramas poderosos, cargados de una fuerza narrativa endiable y, sobre todo, su capacidad de adaptarse a momentos o circunstancias especiales, hacen del cine de Scorsese un objeto que merece estudiarse y disfrutarse.
Nacido en New York en 1942, creció en Little Italy, donde su afición por el cine como medio artístico (Admirador de Fellini, Visconti, Tourneur, Antonioni, Renoir y Kubrick), la gastronomía autóctona de dicho país y las formas en que se manejaba su entorno, dieron forma al estilo reconocible del prolífico cineasta, quien realizó su primer largometraje a la corta edad de 25 años con Who’s That Knocking at My Door, una pequeña obra maestra independiente donde demuestra su interés por retratar la realidad de jóvenes italoamericanos que crecen en ambientes conflictivos.
Su sello es identificable, en una obra de Marty se pueden esperar exploraciones psicológicas del catolicismo como religión y como forma de vida, sumado a espacios repletos de criminalidad y una violencia directa que bebe del cine negro de los años 50s en Estados Unidos, sin dejar de lado los dramas familiares y la importancia de los nexos que conforman los hogares tradicionales. Otro punto que explora más tardíamente en su carrera, donde quizás realizó sus mejores colaboraciones con Robert De Niro, es la examinación de sujetos masculinos imponentes, con una visión de género tóxica y autodestructiva, abarcando la soledad y la desesperanza propia de relatos como Raging Bull, Taxi Driver, The King of Comedy o Cape Fear.
Sin embargo, por lo que Scorsese es realmente conocido y admirado, es por sus historias densas al rededor de la mafia y el crimen organizado en la ciudad de New York, siedndo su Goodfellas una de las obras magnas del género, no solo por las actuaciones icónicas de Pesci, Liotta o De Niro, sino por la habilidad de crear planos secuencia sofocantes que incrementan el ritmo y la ansiedad propios de un filme donde las traciones están a la orden del día. En esta misma línea vale la pena recordar la icónica conversación que sostienen Al Pacino con De Niro (si, de nuevo), en The Irishman del 2019, acerca de los valores al momento de comer y la importancia de llegar a tiempo, respetando la agenda de los demás.
No se debe de obviar las dos colaboraciones que tiene Marty con (quizás) el mejor actor de la historia, un tal Daniel Day-Lewis, genio irlandés que protagonizó The Age of Innocence, una obra maestra de época, en uno de sus papeles más atípicos al interpretar a un joven de la alta sociedad estadounidense, al lado de una joven Wynona Ryder. Scorsese conseguiría, años después crear a uno de sus personajes más incónicos, el infame villano Bill «The Butcher», un sanguinario pero carismático líder que se enfrentaría en un mano a mano memorable a Leonardo Di Caprio, otro actor fetiche de Scorsese y habitual colaborador en sus trabajos más recientes como El aviador, The Departed, Shutter Island o The Wolf of Wall Street.
Con La Ultima Tentación de Cristo, adaptó la obra de Nikos Kazantzakis con un guion magistral de Paul Schrader en la que sería una de sus películas más polémicas hasta la fecha, dedicándose a mostrar una versión de Jesús de Nazareth (interpretado por un joven Williem Dafoe) humano, con las dudas, inconsistencias, sueños, miedos y fallas propias de cualquier persona, algo que no gustó en el momento, ganándose la etiquete de “película prohibida”, pese a ser un trabajo excelente, donde su tercer acto es capaz de dejar a cualquier espectador boquiabierto. Igualmente, en Silence, con Adam Driver y Andrew Garfield, realizó una poderosa introspección sobre dos sacerdotes jesuitas del siglo XVII, que viajan de Portugal al Japón de Edo para localizar a su mentor desaparecido y difundir el cristianismo católico, siendo, nuevamente, figuras religiosas que luchan con desafíos a su fe y al concepto de creer en algo o en alguien.
La influencia de su obra es evidente, siendo un referente para cineastas de la talla de Paul Thomas Anderson, Quentin Tarantino, Robert Eggers o incluso el mismo Ti West, quien deslumbró a Scorsese con sus recientes trabajos en las grandiosas X y Pearl. El alcance de su cine es tal, que obras galardonadas como el famoso Joker de Joaquin Phoenix, dirigida por Todd Field, no solo homenajea, sino que por momentos hace plagio de ideas y puesta en escena de películas como las mencionadas Taxi Driver o The King of Comedy (la favorita personal de este servidor).
En los próximos días se estrenará su más reciente producción a nivel mundial, bajo el título de Killers of the Flower Moon, la cual se perfila como la película del año, que supone la sexta colaboración entre Scorsese y DiCaprio, así como la décima colaboración entre Scorsese y De Niro. El filme se desarrolla cuando miembros de la tribu Osage del noreste de Oklahoma son asesinados en circunstancias misteriosas en la década de 1920, lo que desencadena una importante investigación del FBI dirigida por un J. Edgar Hoover de 29 años y el ex Ranger de Texas Tom White.
La obra cuenta con la actuación de Lily Gladstone, la cual ha sido aplaudida y destacada como una de las favoritas para competir por la estatuilla dorada en los venideros Oscar, junto con sus colegas Emma Stone en Poor Things de Yorgos Lanthimos y Caerrey Mulligan por Maestro de Bradley Cooper, ambas pendiente estreno en América Latina.
Sin agregar más, solo queda invitar a cualquier amante del arte y de las buenas historias a vivir en la pantalla más grande posible la nueva y esperada producción de Martin Scorsese, un artista pero, por encima de todo, un genio visionario.